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Especial

Inversión en instalaciones más seguras y eficientes

La PUC prepara la base para dar pasos más mayores

No solo las instituciones públicas reciben apoyo por parte del Programa de Infraestructura de la FAPESP. Muchas universidades y otros organismos particulares están recibiendo inversiones para ampliar y mejorar sus servicios. Una de las mayores inversiones concretadas por la Fundación en el área de bibliotecas – cerca de 1,8 millones de reales- fue a parar a la Pontificia Universidad Católica (PUC) de São Paulo. Esos fondos permitieron que se reformaran completamente, amueblaran y equiparan, los 4.350 metros cuadrados de la biblioteca y del Centro de Documentación e Información Científica (Cedic) en la calle Monte Alegre, en el barrio de Perdizes, en la capital del estado.

“Para acompañar el desarrollo tecnológico, fue necesaria una gran inversión en la remodelación física”, explica la bibliotecaria jefa, Ana Maria Rapassi, para dar cuenta de por qué solo ahora, con los fondos de la FAPESP, está en marcha la informatización de la biblioteca. La primera fase de la reforma, concluida en septiembre de 1999, sirvió para hacer que las instalaciones fuesen más confortables, seguras y eficientes. Fue creada también una infraestructura tecnológica que permitirá la implementación de sistemas más modernos de soporte a la investigación, como el acceso a bases de datos científicos y periódicos electrónicos.

El primer obstáculo residía en la precaria red eléctrica. El sistema era pésimo y no estaba en condiciones de soportar un número razonable de computadoras. Por eso, solo parte de los servicios administrativos estaba informatizada. Una parte del acervo estaba catalogada por medios electrónicos, pero como no había medios para instalar un sistema de red, las consultas se ceñían al espacio de la biblioteca. Pero había otros problemas serios. Las instalaciones hidráulicas, por ejemplo, también estaban en muy malas condiciones. Y el gran calor en el interior del edificio requería un sistema de aire acondicionado para que los equipos no se dañaran debido a las altas temperaturas.

Primera edición
Con los primeros trabajos fue posible unificar el acervo, que estaba dividido en dos bibliotecas. “Ambas estaban con sus espacios saturados”, comenta Ana Maria Rapassi. También fue posible reunir el acervo de obras antiguas y raras en una sala especial. Restringir el acceso a esas obras era un paso esencial para garantizar su seguridad y preservación. Entre esas preciosidades se encuentra una primera edición de Os Sermões, del sacerdote Antônio Vieira, del año 1679.

El Cedic, sofocado por la falta de espacio, fue desplazado de la planta baja al subsuelo. De esa manera, la biblioteca adquirió una gran área libre a su entrada, donde se montó un pequeño auditorio para exposiciones y lanzamientos de libros. El auditorio, llamado Centro Cultural Monte Alegre, es un éxito. Tiene su agenda completa permanentemente para los seis meses subsiguientes.

Al respecto del Cedic, tiene ahora 300 metros cuadrados, en lugar de los 100 metros anteriores. La ampliación del espacio permitió la instalación de un laboratorio de microfilmado y otras instalaciones, como un laboratorio de audio que permite la reproducción de grabaciones con calidad digital. Nada recuerda ya a las antiguas y estrechas instalaciones.

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