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Antropología

La batalla de los vegetales

Las religiones de la ayahuasca pueden indicar el camino para una buena guerra contra las drogas

George W. Bush puede jactarse de ser el hombre más poderoso del mundo, un “guerrero” invencible, pero perdió, y vergonzosamente, la “batalla de los vegetales”. Por decisión unánime, la Suprema Corte de Estados Unidos decidió en febrero pasado que el presidente no puede impedir a la filial yanqui de la Unión del Vegetal (UDV) el uso en sus rituales religiosos del té de ayahuasca (o huasca, o “santo-daime”), visto por el presidente estadounidense como “un alucinógeno que altera el funcionamiento de la mente y causa daños irreparables en los esfuerzos de combate al tráfico transnacional de narcóticos”. El mes pasado, los cultos ayahuasqueros lograron otra victoria: durante el Seminario Ayahuasca, promovido por el Consejo Nacional Antidrogas, el Conad, se presentó un informe reciente de la ONU que excluye el DMT, el principio activo del té, de la lista de psicoactivos prohibidos por el Tratado Internacional de Drogas, de 1971. Es más: para 2007, Brasil ha sido invitado a presentar en la sede de la organización, en Nueva York, su forma de trabajar con la ayahuasca.

“La aparición de religiones que hacen del uso de una sustancia psicoactiva el punto central de sus conjuntos rituales trae a la luz nuevos modos de pensar y de tratar la cuestión del consumo de sustancias que alteran la percepción en el mundo moderno, sobre todo de aquellas catalogadas como drogas ilícitas”, evalúa la antropóloga Sandra Lucia Goulart, investigadora del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios sobre Psicoactivos (Neip) y autora de la tesis doctoral Contrastes y continuidades en una tradición amazónica: las religiones de la ayahuasca, defendida en la Unicamp. Ayahuasca es el término quechua (que significa algo así como la liana de los muertos o de los espíritus) dado a la bebida preparada con la infusión de una liana y las hojas de un arbusto. Su uso por parte de los indios sudamericanos de la región amazónica es precolombino y actúa directamente en los neurorreceptores, provocando una sensación descrita por el cantor Sting como “lograr hablar con Dios, una de las experiencias más extraordinarias de mi vida”. El poeta beat Allen Ginsberg llegó a ir hasta Lima, en Perú, para probar la bebida, por consejo por el amigo junkie William Burroughs. “Me sentí como el hijo del Señor, como si yo mismo fuera el Señor que hubiera vuelto a casa y abierto los portones del paraíso ancestral”, escribió. A lo que Bush llama droga, los investigadores, tan entusiasmados como Ginsberg, prefirieron designar como “plantas de poder” o “enteógenos”, dejando claro, en el uso de la palabra griega theo (dios), que reconocían el papel que muchas sociedades y religiones le dieron y le dan al preparado: una forma de facilitar la comunicación entre las esferas humana y divina, una experiencia trascendental, curativa y que remite directamente a las culturas chamánicas.

“Aunque exista una tradición de consumo de la ayahuasca en varios países de América del Sur, solamente en Brasil se desarrollaron religiones de poblaciones no indígenas que usan esta bebida. Religiones que usan esta bebida reelaborando antiguas tradiciones de los sistemas locales a partir de una lectura influida por el cristianismo”, observa la antropóloga de la Unicamp Beatriz Labate. Fue con el ciclo del caucho, que atrajo grandes ondas migratorias a la región amazoónica, que los “blancos” entraron en contacto con las prácticas terapéuticas y las creencias religiosas de los nativos, basadas en el uso de la ayahuasca. Iniciado en el uso de la bebida por un mestizo peruano, el cauchero del estado de Maranhão Raimundo Irineu comenzó su movimiento, apodado como Santo Dame (ya que, durante los rezos, siempre se pide alguna cosa, “dai-me” en portugués) en 1930, en Río Blanco, capital del entonces territorio de Acre. El Maestro Irineu, como quedó conocido, reunió a su alrededor a la capa más pobre de la región y ejerció sobre ellos una influencia positiva y de seguridad.

“Los rituales que él presidía estaban dentro del espectro de la tradición chamánica del uso de enteógenos, que se utilizaban en forma recreativa, más que para establecer contacto con lo sagrado. Más que una válvula de escape de la miseria cotidiana, el ‘daime’ era una forma de evocar y validar valores culturales”, explica el antropólogo de la Universidad Federal de Bahía Edward MacRae. “De entrada, la nueva religión ayudaba a migrantes de la selva a adaptarse al nuevo ambiente urbano incipiente y al uso de la bebida que se daba en un contexto ritual, dentro de una ética conservadora cuyo objetivo más importante era el desarrollo de comunidades donde el individuo podía integrarse con su hábitat físico y social”, analiza el investigador.

El “daime”, para el Maestro Irineu, se vinculaba directamente al sacramento cristiano considerado como la sangre de Cristo. “El Santo Daime conservaba el carácter sagrado de fiesta, danza y música, por medio de los himnos que los daimistas cantan en el rito, del catolicismo popular. En su panteón se juntan santos católicos, figuras del universo afro-brasileño y seres de la naturaleza, como estrellas, el sol, la luna. Todo mezclado con dosis de kardecismo, dentro de un espíritu militar, de orden y disciplina, que exige el uso de uniformes etc.”, comenta Beatriz. Un discípulo de Irineu, el marinero Daniel, fundó, en 1945, en la misma región, su propio culto, también basado en el uso de la ayahuasca y bautizado como Barquinha, ya que sus adeptos se consideran “marinos del mar sagrado”. Rica en imágenes y rituales, la religión igualmente usaba santos católicos, pero tenía fuerte influencia de la asimilación de elementos religiosos afro-brasileños por parte del espiritismo brasileño urbano, con un énfasis en la remoción de espíritus malos y en la lucha contra la brujería. La tercera de las sectas ayahuasqueras es la más joven y la más audaz, enfocada hacia la “concentración mental” y la “evolución espiritual”: la Unión del Vegetal (UDV), el David que venció recientemente al Goliat americano en la Suprema Corte. Creada a fines de los años 1950 por otro cauchero del nordeste (como Irineu y el marino Daniel), el Maestro Gabriel, la UDV, con su riguroso de selección de los miembros, reunió a la clase media urbana entre sus filas.

Inicialmente restringidas a la región amazónica, las religiones ayahuasqueras hoy en día están en todo Brasil y en 20 países del globo, con derecho a disidencias, como el Alto Santo y Cefluris, ambas nacidas de Santo Daime, después de la muerte del Maestro Irineu.  La Cefluris tiene la particularidad de asociar el “daime” el uso de la cannabis, que fue llevada por los hippies en los años 1970 al culto, y asociada a la Virgen María. “Innovaciones” como éstas fueron responsables de la ruptura entre los varios cultos que, a pesar de comulgar de los mismos credos y ritos, pretenden diferenciarse unos de los otros por el ataque a supuestas “impurezas” que sus diferencias tendrían en la preparación o en el uso, en los rituales de la ayahuasca. “La delimitación de fronteras entre estos grupos se da a partir de un complejo juego acusatorio que se relaciona con debate más general sobre el consumo de ‘drogas’ en nuestra sociedad”, evalúa Sandra Lucia. “Sea como sea, el funcionamiento ordenado de esas organizaciones religiosas ayuda a validar una aproximación más tolerante en la cuestión de la droga, que va más allá del mero énfasis en los aspectos farmacológicos del problema y tiene en cuenta el ambiente social, físico y cultural donde se da el uso de estas sustancias”, cree MacRae, para quien los cultos de la ayahuasca confirman la eficiencia del control social en la determinación de las consecuencias de uso de drogas ilícitas.

Para el investigador, el uso disciplinado de la infusión puede ser una alternativa a la “actual política de combate a las drogas, que, limitándose a declararlas ilícitas, no ha conseguido erradicarlas y ni aún el reducir sus usos psicológicamente y socialmente nocivos”. Las observaciones de MacRae lo hicieron darse cuenta de que esos movimientos consiguieron alejar a muchos de la bebida y de las drogas de forma efectiva, aunque usen substancias psicoactivas (cuyo uso ritual está liberado en Brasil desde 1987). Dentro del ambiente ritual, con líderes controlando el acceso a la infusión, así como la cantidad que ha de beberse, y estableciendo límites doctrinarios en la estructuración de sus vidas, cree el investigador, las religiones de la ayahuasca merecen un estudio más profundo por su potencial de ayudar a disminuir el problema del uso descontrolado de drogas.

Rituales
“Los cultos transmiten una serie de valores y reglas de conducta que dotan al adepto de una vida bastante estructurada al colocarlo en convivencia con otros seguidores de la doctrina y a prescribirle toda una suerte de comportamientos no sólo cuando participan en los rituales, sino en todos los momentos de la existencia cotidiana”, analiza MacRae. “Muchas veces, la distinción entre un uso ritual y religioso y un uso profano de la ayahuasca es bastante recurrente y parece orientar buena parte de las relaciones de contraste entre los varios grupos. Los miembros de un grupo acusaban a otro grupo de hacer uso inadecuado de la ayahuasca, es decir, de consumirla fuera de un contexto plenamente sagrado. Así, actualmente, el estigma del uso de la droga, uso ‘drogadicto’ es extremadamente temido, al mismo tiempo que es rechazado por todos los grupos de las religiones ayahuasqueras”, recuerda Sandra Lucia. Allen Ginsberg, en su expedición de 1960 a Perú, fue hasta Pucallpa para experimentar la infusión. Tomó con un brujo tres dosis bien generosas. Mientras que el curandero esperaba, silbando y golpeando el pie, el beatnik se vio en un universo multidimensional observado por una inmensa serpiente. “Que a pesar de eso no me asustaba y me ofrecía una solución para la muerte. La visión parecía decirme que la muerte, aunque es inevitable, no es tan terrible como yo la imaginaba. La muerte, pensé entonces, era la ruptura de una dimensión familiar.” ¿Alivio o terror? Sea como sea, al día siguiente, el poeta tomó deprisa un avión de vuelta a EE.UU.

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