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Sociología

La belleza que pone la mesa

Una investigación pionera demuestra que la cultura es una de las grandes actividades económicas brasileñas

En el año 1999, las actividades culturales de Río de Janeiro significaron para las arcas públicas de ese estado brasileño ingresos mayores que los generados por sectores estratégicos como el de metalurgia y el de la industria química. La producción cultural de Río de Janeiro, ubicada en sexto lugar en el ranking de las actividades económicas, quedó en un pie de igualdad con la industria de bebidas, y por debajo de los servicios de utilidad pública, del área de telefonía, del comercio mayorista y minorista y de la industria petrolera.

Estos datos, que sorprenden en un primer momento, pues contrarían aquella máxima según la cual la cultura no da dinero, fueron presentados en el libro Economia da Cultura – A Força da Indústria Cultural no Rio de Janeiro (e-papers, 176 págs., R$ 18), lanzado el año pasado, luego de recibir el aporte editorial de la Fundación Carlos Chagas Filho de Apoyo a la Investigación de Río de Janeiro (Faperj). La publicación, que reúne textos de gente que participó de un seminario homónimo, realizado en 2001, brinda acceso a los resultados de una nueva metodología, la primera que crea una base de análisis acerca de cómo se inserta la cultura entre las grandes actividades económicas.

Carnaval
“Aislamos la producción cultural entre los sectores más dinámicos de la economía del estado cuando creamos la metodología llamada Valor Económico del Tributo”, explica Luiz Carlos Prestes Filho, coordinador del trabajo, desarrollado en conjunto con el economista Sérgio Cidade de Rezende, el estadístico Antônio Carlos Alkmin, el tributarista Moacyr de Oliveira Araújo y el abogado especialista en autoría Sydney Sanches.

“Con esta metodología, identificamos la recaudación tributaria generada por las actividades de cultura, a partir de datos de las secretarías de Hacienda del municipio y del estado de Río. Así, trabajamos estrictamente con las actividades culturales formales, como los recitales, el carnaval, los espectáculos de teatro, la televisión, las radios y los sellos discográficos”, continúa Prestes Filho. El libro y el seminario contaron con la colaboración de representantes de las tres principales áreas productivas de la cultura: el sector audiovisual, el editorial y el musical. Roberto Medina, por ejemplo, escribió sobre su experiencia con Rock in Rio, pionero en la organización de megaespetáculos en el país – con la generación de miles de empleos. En tanto, Carlos Lessa, actual presidente del BNDES, por entonces director del Instituto de Economía de la Universidad Federal del Río de Janeiro (UFRJ), escribió sobre la economía del entretenimiento y el nacimiento de la industria cultural de masas.

El trabajo multidisciplinario fue reconocido en diversas universidades, y en 2001, Prestes Filho, un cineasta formado en Moscú, fue invitados a dictar la conferencia inaugural del Instituto Gênesis, la primera incubadora de empresas culturales de Brasil, formada en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Río). “Los datos impresionaron al rector, que me invitó para desarrollar una investigación sobre economía de la cultura en el Instituto Gênesis”, cuenta Prestes Filho.

A partir de entonces, un equipo coordinado por el cineasta empezó a desarrollar el Estudio de la Cadena Productiva de la Economía de la Música, cuyo tercer informe está siendo concluido actualmente. El trabajo será lanzado en libro homónimo en julio, con el apoyo de la Oficina Central de Recaudación de Derechos Autorales (Ecad), uno de los diversos financiadores de la investigación. “Nuestros patrocinadores representan a las diversas alas de la producción musical, lo que garantiza que esta no es una investigación comprometida con algunos intereses sectoriales”, registra Prestes Filho. “Los financiadores ya son en sí mismos una cadena productiva”, bromea.

Más allá del Ecad, el Estudio de la Cadena Productiva de la Economía de la Música cuenta con el apoyo instrumental y académico de la PUC-Río – participan varios profesores de la casa- y con el apoyo financiero del Servicio de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas de Río (Sebrae-RJ), de la Asociación Brasileña de los Productores de Discos (ABPD), de Rock in Rio (persona jurídica) y también de la Federación de Comercio del Estado de Río de Janeiro (Fecomercio).Prestes Filho explica que la música brasileña fue escogida entre diversas las áreas de la cultura porque es la única que tiene una agenda activa actualmente en el país. “En el sector audiovisual no tenemos una ganancia proveniente de la producción cinematográfica nacional, y existen varios cuellos de botella productivos en las TVs abiertas y por cable”, explica el coordinador. “La agenda de la producción cinematográfica es de reclamos, de modificaciones de leyes, etc.”, complementa.

También el área de libros, en su opinión, no presenta resultados que podrían ser analizados con presteza. “En un país de 170 millones de habitantes, un libro que se vende bien sale con 3 mil ejemplares”, comenta. “Si no fuera por los pedidos del Ministerio de Educación (de libros didácticos y paradidácticos), la industria de libros no se sostendría”, afirma. En tanto, la industria fonográfica, aunque se basa en gran medida en actividades de empresas multinacionales, logró hacer de la música brasileña la base de su actividad. “En los últimos 15 años, mediante diversos mecanismos, los sellos lograron hacer que la música brasileña ocupase entre un 80% y un 85% del mercado. Ése es el porcentaje de música brasileña que ocupa los espacios de radio y televisión, al margen de la venta de discos”, analiza. Para Prestes Filho, esto es resultado de una estrategia delineada por los sellos grabadores y las editoriales de música.

Sin embargo, y como es sabido, esta expansión no libró al área de música de enormes dificultades, principalmente aquélla representada por la piratería del soporte físico, que llega casi al 50% del mercado, de acuerdo con datos del sector. Estas dificultades son sentidas por parte de compositores e intérpretes, que luchan en busca de espacio, por un lado; y por parte de los sellos independientes, por otro, que no logran imponerse en el mercado tanto como las mayores. El objetivo del Estudio de la Cadena Productiva de la Economía de la Música es precisamente identificar en qué puntos existen estrangulamientos en los procesos micro y macroestructurales de la producción musical. “Las informaciones son útiles para aquéllos que están excluidos de la cadenaproductiva”, constata Prestes Filho.

Su trabajo se basa en la definición de la cadena productiva como una red de interrelaciones que abarca varios a actores de un sistema industrial, que permite la identificación del flujo de bienes y servicios a través de los sectores directamente involucrados, desde las fuentes de materia prima hasta el consumidor final. Parte de la idea de que toda cadena tiene cuatro eslabones: producción, distribución, comercialización y consumo.

No escapan a su trabajo, más allá de los sellos discográficos y los músicos, los locales para conciertos y los medios de comunicación a través de los cuales se puede consumir música: radio, TV, Internet y bares. Más allá de las cuestiones productivas, están también en juego aquéllas atinentes a los derechos de autor, la piratería, los intercambios comerciales y otras. El investigador explica que existen grandes semejanzas entre la cadena productiva de un compositor y la de una compañía discográfica. Y, siendo así, no es tan difícil identificar los puntos de desencuentro entre una y otra. “Sin el trabajo del compositor, no existe cadena. Pero éste a su vez también tiene sus fases de distribución, comercialización y consumo”, dice.

“Por su parte, la industria fonográfica, cuyo objetivo final es el consumidor, depende del compositor”, continúa. Según Prestes Filho, la cadena productiva de la economía de la música padece el mismo problema que toda la economía de los países subdesarrollados: hay muchos eslabones incompletos, y otros que no se interconectan.Para ilustrar esta problemática, Prestes Filho echa mano de los ejemplos históricos de Van Gogh y Shakespeare. El pintor holandés produjo una obra contemporánea a las innovaciones de las artes plásticas de su tiempo, pero vendió solamente un cuadro durante toda su vida. “La cadena productiva de la economía de su tiempo no tuvo una intersección con la cadena productiva del artista Van Gogh”, analiza Prestes Filho.

Lo opuesto sucedió con el dramaturgo inglés, quien se enriqueció con sus obras y vio de qué manera muchos negocios se concretaban a partir de sus textos.

Átomos
Para el investigador, existen muchos Van Goghs y muchos Shakespeares en el mercado musical brasileño. “Pretendemos poner a disposición informaciones para que los eslabones frágiles de esa cadena se fortalezcan cada vez más. Así, pretendemos identificar los puntos de estrangulamiento y las oportunidades del sector, para implementar medidas de acción y buscar un equilibrio en el sistema”, dice el coordinador. El tercer informe del Estudio de la Cadena, realizado por Prestes Filho y su equipo, contó también con la colaboración del físico José Nicodemos Rabelo, de la Universidad Federal de Goiás. Dicho informe amplía el análisis de las cadenas productivas, comparándolas con los sistemas complejos de la naturaleza. Dichos sistemas, que componen los átomos, las moléculas, el sistema solar y todos los elementos de la naturaleza, pueden identificarse en las cadenas productivas.

“Con este trabajo estamos innovando, pues es la primera vez que se llevan al terreno de la cultura cuestiones de la física teórica”, dice Prestes Filho. Se desarrollaron dos gráficos básicos para representar las cadenas productivas de la música. El primero representa el proceso en forma lineal (una cadena fordista). Pero el segundo permite visualizar la complejidad de los sistemas y su interrelación; éste último se acerca más a la realidad.

“Estos dibujos demuestran que tanto la cadena productiva lineal como la difusa forman fractales que permiten a cualquiera de los agentes de la cadena productiva de la música (editor, sello, compositor) elaborar modelos matemáticos de su actividad”, explica Prestes Filho. Según el cineasta, esto permitiría a ese agente obtener soluciones rápidas para problemas que suelen aparecer cotidianamente.

“Lo más interesante de todo esto es que, al demostrar que las cadenas productivas económicas son similares a los sistemas complejos de la naturaleza, Rabelo dejó claro que es posible que exista una previsibilidad”, analiza Prestes Filho. Con ello, el cineasta pretende no solamente simplificar los caminos de los profesionales que trabajan con música, sino también suministrar informaciones para la creación de políticas públicas que valoren la actividad musical en su calidad de agente de la economía. “La hipótesis de una cadena productiva permite crear un modelo innovador para estudiar otras cadenas productivas de la cultura brasileña”, concluye el físico José Rabelo.

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