Archivo ABR - AGência brasilLa cercanía cronológica suele dejar períodos, hechos y personas un tanto de lado, principalmente cuando la política se hace presente. A lo mejor solamente con el tiempo el rol de la ex primera dama Ruth Cardoso, fallecida durante la última semana de junio a los 77 años, sea dimensionado. Por un motivo sencillo. Históricamente, solamente dos mujeres de presidentes de la República se destacaron y fueron más allá de la función de esposas acompañantes. Y ambas en la misma área: la política social, que algunos confunden con mera filantropía. Antes que Ruth, solamente Darcy Vargas (1895-1968), la mujer de Getúlio Vargas (1882-1954), quien creó la Legión Brasileña de Asistencia (LBA) en 1942, la misma entidad que extinguió Fernando Henrique Cardoso en 1995, cuando Ruth fundó la organización no gubernamental (ONG) Comunidad Solidaria, actual Comunitas, responsable de los programas sociales y de voluntariado.
No obstante, Ruth se diferenciaba de su antecesora debido a su sólida formación intelectual y respetabilidad académica, capaces de darle todo el fundamento teórico para desarrollar programas sociales supeditados a los principios que siempre defendió, en especial en los tiempos en que la universidad vivía rodeadas de fusiles y tanques, durante la dictadura militar. Para comprender el desafío que se planteó a sí misma de ser una primera dama militante, es preciso resaltar su intensa vida en la academia. Con el marido en la Presidencia, algunos afirman que Ruth Cardoso se posicionó como el lado franco y progresista del gobierno y actuó como influyente consejera. Llegó a manifestarse políticamente, de modo polémico, al decir que el senador Antonio Carlos Magalhães era o lado malo del PFL.
Feminista declarada, a favor del aborto, que consideraba que era una elección femenina, apasionada por la cocina, defendía siempre su derecho a la privacidad. En la Universidad de São Paulo (USP) desarrolló y supervisó investigaciones y publicó libros de alcance social y antropológico. Era doctora egresada de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas. Fue docente e investigadora también en varias instituciones universitarias de distintos países -Chile, Francia y Estados Unidos. En la vida pública, presidió el Consejo Asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la Mujer y el Desarrollo e integró la junta directiva de la Comisión de la OIT (Organización Internacional do Trabajo) sobre las Dimensiones Sociales de la Globalización.
Fue en la USP donde conoció a Fernando Enrique, con quien se unió en 1953. Formó con él una pareja actuante de docentes. Su relación con la USP empezó a intensificarse cuando se convirtió en empleada del sector de Recursos Humanos, en 1952. En la misma institución hizo su maestría en 1959 y su doctorado en 1972, ambos en antropología. El posdoctorado lo hizo en la Universidad de Columbia. Es considerada una entre los primeros académicos brasileños que percibieron la necesidad de abocarse a los movimientos sociales ligados a las diversidades étnico-raciales, de orientación sexual y económica, en la década de 1970. Si bien la universidad, de tendencia marxista, no veía esas movilizaciones como objetos de estudio, Ruth salió en su defensa en su calidad de “nuevos movimientos sociales” y percibió en ellos indicios del surgimiento de una sociedad participativa. En 1978 publicó Sociedade e poder: representaciones dos favelados en São Paulo, considerado un hito en el estudio de las estructuras de poder en las grandes ciudades. En el exilio que sucedió al golpe de 1964, acompañó al marido a Chile, donde fue docente de Flacso. De regreso a Brasil, ambos fundaron el Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (Cebrap), importante para la investigación social en el país.
Ruth Cardoso formó parte de un grupo de notables intelectuales. Al final de la década de 1950 participó del equipo que organizó un estudio sistemático de El capital y de otras obras fundamentales del capitalismo contemporáneo. Bajo la inspiración de José Arthur Giannotti, se reunió aquello que vendría a ser uno de los segmentos más expresivos de la inteligencia brasileña. Al lado de ella, los colegas de luchas futuras: los economistas Paul Singer y Sebastião Advíncula da Cunha, los sociólogos Fernando Henrique Cardoso, Juarez Brandão Lopes y Octávio Ianni y el historiador Fernando Novaes, como así también, aún con el estatuto de “aprendices”, estudiantes como Bento Prado, Francisco Weffort, Michael Löwy, Gabriel Bolaffi y Roberto Schwarz.
Estos personajes, que demostrarían un gran poder de irradiación en los círculos universitarios, procuraban no solamente comprender correctamente la dinámica capitalista, sino y sobre todo observarla en el contexto específico de la realidad brasileña. Empezaba así una discusión sobre el materialismo que inauguraba una reflexión sobre el método y los análisis específicos de realidades particulares, que no se detenía en Marx, sino que abarcaba autores con comprensiones cercanas o complementarias a la obra marxista.
Fue con este espíritu que muchos de aquellos intelectuales del grupo de Ruth Cardoso se reunieron para otro proyecto aún más expresivo y fruto de años de estudio, poniendo en práctica lo aprendido en las reuniones de discusión con Gianotti. Debido al alejamiento obligado de algunos de los miembros de la universidad por las cesantías, a comienzos de 1969, bajo la conducción de Fernando Enrique Cardoso y de Giannotti, este grupo de intelectuales fundó el Cebrap, con la perspectiva de dar continuidad a la tradición de investigación a la cual adherían. La fundación del Cebrap apuntaba por encima de todo a preservar el ambiente intelectual y la tradición de investigación que se habían consolidado en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la USP, principalmente después de la asimilación del marxismo en su agenda de investigación. El grupo se vio obligado a aprender a convivir con otra realidad, que exigía de ellos una enorme capacidad de renovación de sus prácticas y de su repertorio conceptual, forzándolos a establecer nuevas relaciones institucionales y a estudiar temas que no formaban parte de su agenda tradicional de investigación. Estaban sembradas así las semillas del futuro.
Dignidad – Pero, pese a su importancia en el escenario intelectual del país, junto a sus pares, quienes la conocieron en la convivencia diaria destacan también su dignidad y entereza de carácter, su sencillez en el trato con las personas, su sensibilidad social y su profundo conocimiento de la realidad brasileña, como observa Celso Lafer, presidente da FAPESP y ex canciller del gobierno de Cardoso. Lafer recuerda en el aspecto profesional el innovador ejemplo que Ruth estableció de utilización del conocimiento como medio de acción social y “la conciencia del rol de los movimientos sociales como elemento esencial para una adecuada comprensión de la realidad de la sociedad contemporánea, constantes en la carrera y en la vida de la antropóloga”. En la FAPESP, Ruth fue investigadora vinculada, además de asesora científica, integrando la tradicional sociedad existente entre la comunidad académica y la institución de apoyo a la investigación.
Lafer recuerda también que, como académica, los caminos recorridos por Ruth Cardoso la llevaron de la antropología a la ciencia política, permitiendo que, en esta última área, enfrentase temas fundamentales, hasta entonces no muy presentes en las investigaciones en nuestro país, tales como la sociedad civil y su modo de acción en organizaciones no gubernamentales y las reivindicaciones de género. “Su foco estaba de este modo más fijado en el ambiente de la sociedad civil, en su relación con el Estado, que en el ambiente interno del propio Estado. Y la conciencia del papel de los movimientos sociales es el elemento esencial para tener una adecuada comprensión de la realidad de la sociedad contemporánea.”
“La profesora Ruth Cardoso fue una científica fundamental para el desarrollo de la antropología en Brasil”, resalta el director científico de la FAPESP, Carlos Henrique de Brito Cruz. “Ella abrió nuevos temas de investigación y se caracterizó en el debate académico por sus análisis perspicaces, rigurosos y originales. Educó a varias generaciones de estudiantes y su trabajo tiene enorme impacto en la universidad brasileña. Además de la actividad científica y docente, Ruth tuvo un papel determinante en la vida política brasileña, siempre con análisis al mismo tiempo ponderados e incisivos, basados en su vasto conocimiento de la realidad brasileña.”
Eunice R. Durham, docente emérita de la FFLCH/ USP e investigadora responsable del área educativa del Núcleo de Investigación de Políticas Públicas (NUPPs/ USP), afirma que el trayecto académico y científico de Ruth Cardoso se caracteriza por algunas cualidades que “raramente” se encuentran reunidas en la misma persona. “En primer lugar, la amplitud y la profundidad de la formación teórica, que incluía, además de la antropología, la sociología, la ciencia política y la filosofía”. Esto le permitía, sostiene ella, tener una visión sumamente amplia y crítica en el abordaje de los problemas sociales que constituyeron sus objetos de investigación: la inmigración japonesa, la constitución y la caracterización de las periferias urbanas en la metrópolis y en el interior y los movimientos sociales urbanos. “En estos tres últimos fue pionera, abriendo nuevos caminos para la comprensión de estos procesos sociales complejos.”
En segundo lugar, se debe resaltar su papel como docente. “Ella siempre demostró una dedicación incansable en la enseñanza de grado”. En el área de posgrado, constituyó grupos de investigación, que eran raros en las ciencias sociales brasileñas, y formó a toda una generación de antropólogos en la USP. Para Eunice, Ruth jamás se eximió de posturas políticas en la defensa de la democracia y de la participación de los estratos populares, jamás fue sectaria ni permitió que su militancia política afectase su visión crítica de los problemas brasileños. “Con todo, no basta con apuntar sus cualidades intelectuales. Fueron sus cualidades personales permeadas de un humanismo muy profundo, su modestia, su integridad, su respeto por las personas, cualquiera que fuera su etnia o clase social, su dedicación y orientación generosa para con las personas que trabajaban con ella que suscitaron la lealtad y la admiración de sus colegas y discípulos. Como figura pública constituye un ejemplo, que actualmente nos hace mucha falta, de absoluta honestidad y dignidad.”
Ruth Cardoso, destaca José Álvaro Moisés, director del NUPPs/ USP, fue una fuente de inspiración para los que fueron sus alumnos en la carrera de ciencias sociales o sus colegas en los Departamentos de Antropología y de Ciencia Política de la USP. “Sus trabajos de investigación pioneros, como así también su contribución al análisis de los movimientos sociales, sirvieron de punto de partida para innumerables tesis e investigaciones realizadas en la universidad.” Sobre todo, prosigue él, la profesora condujo a sus alumnos y colegas por el camino de la investigación científica rigurosa. “Ruth fue una aliada importante en el antiguo Nupes e inspiradora del actual NUPPs. Perdimos una importante referencia de nuestro trabajo y el país se ve privado de una extraordinaria personalidad pública, que tan bien supo aliar su conocimiento a su servicio al país, especialmente a los socialmente excluidos.”
Exilio – Profesor titular jubilado del Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía de la USP, José de Souza Martins fue alumno de antropología de Ruth Cardoso y de sociología de Fernando Henrique Cardoso en la carrera de grado de ciencias sociales de la USP hace 47 años. Recuerda que retomaron el contacto cuando el matrimonio volvió del exilio. La recibió como colega en la Facultad de Filosofía. “Tuvimos contactos frecuentes en los últimos años, en seminarios y conferencias. Ruth fue de los primeros antropólogos que se dedicaron a la antropología urbana y a la antropología de las sociedades complejas. Destaco su contribución en el campo de la antropología de lo que denominó nuevos movimientos sociales.”
Con el marido en la Presidencia, destaca Martins, ella creó el programa Comunidad Solidaria, “un programa de superación del asistencialismo”. En la fase pos poder, creó Comunitas, una entidad que actúa entre las poblaciones pobres. “Ruth era una profesora preocupada con el esmero teórico en clase y en la investigación antropológica. Fue una innovadora en la diversidad de temas de que trató en su vida científica.” Innovó también en los temas y en las perspectivas de supervisión. “Nunca confundió militancia política con trabajo científico y docencia, aunque efectivamente militase en la causa de la redemocratización y fue allí pensadora de referencia.”
La relación entre Ruth y Elza Salvatori Berquó, coordinadora del Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (Cebrap), no comenzó en la universidad, donde Elza fue cesanteada y jubilada por el Acto Institucional Número 5 (AI-5), como ella misma recuerda. “Estuvimos cerca en las discusiones que desembocaron en la fundación del Cebrap, hace 39 años. Estuvimos juntas en las discusiones para considerar los aspectos de las creación del centro”. Desde entonces ambas tuvieron una convivencia intensa. “Me acuerdo de ella como una persona siempre atenta en la defensa de las mujeres, no solamente en su libertad sexual, sino del cuerpo, en la igualdad de derechos y de oportunidades profesionales. Quería que tuviesen voz en diversos ámbitos, y los mismos sueldos y puestos, además de derechos reproductivos. Participó en muchas actividades en ese sentido.”
Para Elza, Ruth era dentro de la academia y del medio intelectual brasileño una figura que despuntaba por el diálogo siempre constructivo, democrático, sumamente alerta y con una visión plural como compañera en dicha institución. “Con una lucidez muy grande, vivió al frente de su tiempo. Cuando enfrentábamos la dictadura, había poco espacio para el debate y las reflexiones, muchos intelectuales se aproximaron al Cebrap y ella fue una persona sumamente importante en el contexto. Yo la admiraba principalmente por su estilo sencillo pero soberano de defender sus ideas, posiciones y principios.”
Maria Filomena Gregori, profesora de Antropología de la Unicamp, estuvo cerca de Ruth durante los últimos 27 años y lamenta haber perdido a la supervisora de su próxima investigación, que ambas ya habían arreglado. “Empecé a trabajar con ella en 1981, cuando vine de la Unicamp y participé en la selección de ingreso a la maestría de ciencia política, de la cual ella formaba parte”. Se convirtió en su supervisora en una investigación sobre la violencia contra la mujer, con foco en SOS Mujer, que resultó en el libro Cenas y queixas – estudo sobre mulheres, relações violentas e práticas violentas, editorial Paz & Terra, 1992. En 1986 Maria Filomena entró al programa de becas del Cebrap y se convirtió en investigadora de la institución. En 1991 empezó su doctorado en antropología, cuando, una vez más, fue su dirigida. “Trabajamos juntas sistemáticamente hasta 1994, cuando ella se mudó a Brasilia.”
De la convivencia, la recordación de una profesora y supervisora absolutamente singular, de acuerdo con su descripción. “Recibí e-mails de colegas que decían cuánto ella nos marcó a todos nosotros. Es una lista enorme de nombres orientados por ella y que tuvieron vidas académicas exitosas.” La profesora de la Unicamp cita a Gilberto Velho, Marisa Correia, Tereza Caldeira, Ana Maria Doimo, Otavio Frias filho, incluso generaciones más jóvenes como Simone Coelho, Ana Cristina Martes, Helena Sampaio y Cátia Ida da Silva. “Profundamente atenta al texto, decía que sus dirigidos debían aprender a hacer investigación empírica y a producir datos empíricos. También exigía mucho en la definición del objeto y del instrumento para la producción del estudio.”
Todos aquéllos que trabajaron con ella, dice Maria Filomena, se convirtieron en buenos investigadores de campo gracias a su empeño. “Por otra parte, daba una enorme libertad, estimulaba a las personas a inventar temas interesantes, que cuestionasen lo convencional”. Ella recuerda que Ruth Cardoso hizo una importante etnografía de las favelas, con observación más directa en sus meandros y características. En dichos estudios, mostró sensibilidad hacia las maneras de organización que surgían en la periferia. En los años 1980 siempre demostró firmeza en su trabajo de supervsión, pero con libertad incluso en la elección de los autores. “Quería que pensásemos, que defendiéramos nuestros puntos de vista y que lográsemos convencerla. Tenía predilección por la polémica con relación a lo que era considerado convencional o predominante.”
La mayor parte de su vida, Ruth Cardoso fue conocida como antropóloga y docente, y no como la mujer del sociólogo, después, senador y presidente de la República Fernando Henrique Cardoso. Tenía brillo propio, mucho más allá de su rol significativo de primera dama.
Dulzura y determinación
José Arthur Giannotti
Ruth Cardoso eligió vivir en la claridad, entre las luces de la vida política y la noche de la rutina doméstica. Solamente en ese intervalo podría combinar la determinación de su voluntad y la dulzura de sus gestos. Cuando era estudiante, muchos querían ser novios de aquella chica linda y estudiosa, y fue Fernando Henrique quien venció la disputa. Se casaron muy jóvenes, pero, más allá de vivir juntos casi 60 años, ninguno de los dos perdió el gusto por sus identidades. Al contrario, cada un hizo su propio camino, siempre más ancho, para que el otro pudiese encontrar en él estancias de diferencias, diálogo y refugio.
Al comenzar la carrera pública de Cardoso, cuando éste recibió su primer título de la Legión de Honor del Gobierno Francés, al saludar al matrimonio, ella me dijo con su humor peculiar: “No me vengas a decir que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. El sentido era claro: “Estoy contenta y soy solidaria, pero no voy a dejar mi propio camino”. Y así fue como ambos se enriquecieron mutuamente.
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