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Estrategias

La ciencia de Irak vuelve a respirar

Un pequeño grupo de investigadores de Irak se reunió a finales de noviembre en Londres con directivos de la Real Sociedad, con el objetivo de sentar las bases de la nueva Academia Iraquí de Ciencias (Nature, 4 de diciembre). Los investigadores pretenden que la organización ayude a estructurar una estrategia de ciencia y tecnología vinculada a la reconstrucción del país. Aunque varios de los participantes trabajan en Irak, la reunión se llevó a cabo en Londres por razones de seguridad. El honor de abrir la reunión le cupo al ingeniero químico Hussain Al-Shahristani, que vive actualmente en el Reino Unido. Al-Shahristani remarcó que esa academia será independiente de las fuerzas de ocupación, pero dejó claro que espera contar con la ayuda occidental para la formación del cuerpo académico.

La primera reunión plenaria fue agendada para noviembre de 2004 en Bagdad. Al-Shahristani, un ex integrante de la Comisión de Energía Nuclear Iraquí, fue detenido y torturado en las mazmorras de Saddam Hussein por rehusarse a trabajar en un programa de desarrollo de armas nucleares. Con todo, logró huir del país en 1991 tras la derrota en la Guerra del Golfo. Actualmente dicta clases en la Universidad de Surrey. Ya existía una Academia de Ciencias patrocinada por Saddam, que se destacó por su apoyo al desarrollo de armas químicas y biológicas.

De allí la importancia de una cuestión ética que se discutió en Londres: ¿sería aceptable admitir el ingreso en la nueva academia de los científicos que participaron en esos programas? Al-Shahristani recomienda evitar hacer juicios apresurados. “La gente era forzada a participar en los programas. Era casi una cuestión de vida o muerte”, pondera. “Lo más apropiado sería analizar caso por caso”. Con relación a las preocupaciones científicas de la institución, Al-Shahristani sugirió que se le asigne prioridad a los estudios ambientales, particularmente los relativos a la contaminación biológica, química y radiológica provocada por las pruebas con armamentos. El objetivo es descubrir si estos hechos tienen conexión con el incremento de los casos de cáncer registrados en el país. Pero la confianza de los científicos en el futuro llega solamente hasta un cierto punto.

Consultados acerca de si regresarían al país, varios científicos exiliados en Occidente se han mostrado renuentes. “Las personas iban presas y morían, y la inseguridad era general en Irak”, recuerda Farhan Bakir, físico que dejó el país en 1981, luego de una jubilación forzosa. Bakir dicta clases en la Universidad de Ciencias de la Salud de Pomona, California. “Tengo 70 años; a esta edad uno aprende a ser prudente”, bromea. Aun luego de la captura de Saddam, será difícil convencer a los científicos a regresar a Irak mientras persistan los ataques terroristas en el país.

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