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Buenas prácticas

La conexión estadounidense

El controvertido experimento de edición de genes de bebés en China, anunciado en el mes de noviembre en el marco de un congreso que se realizó en Hong Kong, pudo haber contado con la participación activa de un científico de Estados Unidos. El biofísico Michael Deem, docente de la Universidad Rice, en Houston, está siendo investigado por esa institución porque presuntamente colaboró con el chino He Jiankui, responsable del experimento que generó dos bebés inmunes al virus causante del Sida gracias al uso en embriones de una técnica de edición genética denominada CRISPR Cas9. Poco antes de realizar el anuncio público Jiankui había remitido un manuscrito a la revista Nature describiendo el experimento, que fue rechazado por la publicación. En correos electrónicos que se filtraron de la investigación revelan que el nombre de Deem figuraba al final de la lista de autores del paper, sugiriendo que él fue el supervisor del trabajo. El científico, que niega haber participado en el experimento, ya padece las consecuencias del escándalo. Su traslado de la Universidad Rice a la City University de Hong Kong, donde iba a asumir un cargo ejecutivo quedó en suspenso.

Deem fue el supervisor del doctorado de Jiankui, entre 2007 y 2010. Luego de eso, siguieron trabajando juntos y son coautores de ocho artículos publicados. Existen indicios de que en 2017 el estadounidense participó como miembro del equipo comandado por el chino en reuniones con voluntarios, ayudándole a reclutarlos y a obtener su consentimiento para la investigación. Sus abogados aducen que Deem, si bien es autor de estudios teóricos sobre la técnica, no ejecutó ningún trabajo experimental y tampoco autorizó la inclusión de su nombre en artículos enviados a revistas.

En Estados Unidos, la generación de embriones genéticamente modificados está prohibida. La eventual participación de Deem en un experimento de ese tipo en el exterior no sería ilegal, siempre y cuando contase con la aprobación de su universidad, que expresa no haber sido informada. Varias naciones prohíben la ejecución de experimentos éticamente cuestionables en países con escasas regulaciones a través de colaboraciones. Recientemente, la Unión Europea patrocinó un estudio sobre esa práctica, vedada en investigaciones financiadas por el bloque. El caso más raro fue el del neurocirujano italiano Sergio Canavero, exdocente de la Universidad de Turín, que trasladó a China su investigación para realizar trasplantes de cabeza en seres humanos, que fue truncada por el gobierno chino incluso en la fase de experimentación animal. Según el estudio europeo, se registraron ejemplos similares en países de Asia y de África. “Hay casos en los que claramente se trata de un artilugio para soslayar las leyes restrictivas de los países de Europa”, le dijo a la revista The Economist la profesora de ética Doris Schroeder, de la Universidad de Central Lancashire, en Inglaterra, quien coordinó el estudio.

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