Imprimir Republish

Ciencia

La culebra primordial

Un fósil de 70 millones de años es la más antigua serpiente hallada hasta ahora en Brasil

A mediados del mes de julio de 2003, el paleontólogo brasileño Max Cardoso Langer y su par francés Emmanuel Fara hicieron un viaje en busca de fósiles por la región conocida como Triângulo Mineiro (Minas Gerais) y por el noroeste del estado de São Paulo. Luego recorrer algunas localidades de Minas Gerais, en las que no hallaron nada de gran interés, probaron suerte en un poblado paulista de 11 mil habitantes llamado General Salgado, ubicado a 545 kilómetros de la ciudad de São Paulo. Esta elección no fue tomada al azar. Reinaldo Bertini, un colega brasileño de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), había descrito en un artículo científico a un cocodrilo fósil encontrado en la región.

Acicateados por este descubrimiento, Langer y Fara, investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) de Ribeirão Preto y de la Universidad de Poitiers, Francia, respectivamente, resolvieron apostar sus fichas por el nuevo y prácticamente desconocido sitio paleontológico que parecía existir en la zona. Fueron a una hacienda donde, según creían, se encontraba dicho sitio. Pasaron un día entero buscando, buscando y buscando y nada de los mentados fósiles. Debían estar en el lugar equivocado.

Desalentados e intrigados, releyeron el artículo de Bertini que llevaban junto con el equipaje y entonces se dieron cuenta de que un profesor local, llamado José Tadeu Arruda, había ayudado al colega de la Unesp durante los trabajos de campo realizados en la región. Al día siguiente salieron a preguntar por el profesor Arruda y lo encontraron enseguida. Junto al flamante miembro del equipo, los investigadores entraron en una van y siguieron las coordenadas del habitante de General Salgado.

“Tan pronto como salimos del coche y dirigimos nuestra mirada hacia el suelo observamos una serie de pequeñas vértebras en el afloramiento”, recuerda Langer. Eran los vestigios de la más antigua serpiente que se haya encontrado hasta ahora en Brasil: una culebra de hábitos subterráneos de unos 60 centímetros de longitud, que probablemente habitaba en cubiles y habría vivido hace entre 70 y 85 millones de años, al final del período Cretáceo (y de la era Mesozoica), poco antes de la masiva extinción de los dinosaurios. Hasta ahora, las más antiguas serpientes fósiles halladas en suelo brasileño tenían de máxima 65 millones de años, remontándose al período Paleoceno, comienzos de la era Cenozoica.

Vértebras y costillas
A decir verdad, la importancia de este hallazgo solamente fue determinada poco después. Como ninguno de los que participaron directamente en la localización del fósil era experto en ofidios, y la sospecha inicial indicaba que se trataba de restos petrificados de un reptil escamado (como las serpientes, los lagartos y las anfisbenas), los investigadores decidieron entregarle el material al paleontólogo Hussam El Dine Zaher, del Museo de Zoología de la USP.

Éste, un estudioso del origen y la evolución de este grupo animal, se abocó al estudio del frágil conjunto de fragmentos fósiles rescatados en el noroeste paulista, básicamente una docena de vértebras enteramente preservadas y pedazos de algunas costillas y de otras vértebras. La mayor y más significativa de las piezas cabía en la palma de una mano: una serie de siete vértebras enteras unidas a fragmentos de algunas costillas. Debido a que todos los fragmentos habían sido encontrados unos junto a otros, y presentaban características anatómicas comunes, parecían haber pertenecido a un mismo animal. Y con seguridad a una culebra, según concluyó Zaher.

Una serie de particularidades de los pequeños huesos fosilizados, rasgos morfológicos, tales como la forma del borde anterior del arco neural (la parte superior de la vértebra que envuelve a la médula espinal dorsal de cualquier vertebrado) y el reducido tamaño de la espina neural (la estructura puntiaguda ubicada en la cúspide del arco neural y que se asemeja, a efectos de comparación, a una microaleta de tiburón) llevó a Zaher a sugerir que la serpiente de General Salgado habría pertenecido a un género extinguido y desconocido de la superfamilia Anilioidea . “Sus vértebras son distintas que las encontradas en los cinco géneros fósiles (extinguidos) conocidos de esta superfamilia”, explica Zaher.

En Brasil existen registros de tan solo dos de esos géneros fósiles: el Hoffstetterella y el Coniophis , cada uno de ellos compuesto por una sola especie, la Hoffstetterella brasiliensis y la Coniophis precedens , descubiertas en São José do Itaboraí, Río de Janeiro, con una edad aproximada de 65 millones de años. Los demás géneros solamente se encuentran en América del Norte, África y Europa. Si se comprueba que se trata de una nueva especie aún no descrita en la literatura especializada, la serpiente rescatada en el interior paulista será bautizada con un nombre científico.

Con base en el material recolectado en campo es difícil prever cómo eran los hábitos de la serpiente más antigua de Brasil. Una manera de imaginar cómo puede haber sido su apariencia es observando a la única especie viva de la familia presente en todo el continente americano: la Anilius scytale , que sería pariente lejana de la serpiente de General Salgado. Típica de la cuenca Amazónica, donde puede hallársela en agujeros ubicados en medio de la selva y a veces incluso en áreas urbanas, la A. scytale es una falsa coral, con rayas negras y anaranjadas y ojos de pequeño tamaño. Pese a asemejarse a las corales verdaderas, que son venenosas, es completamente inofensiva. Tiene hábitos nocturnos, se alimenta de pequeños animales (culebras y lagartos) y puede llegar a medir 1,10 m de longitud, casi el doble del tamaño estimado de la serpiente fósil.

Pero, con base en esta analogía, ¿se puede decir que la serpiente fósil era una versión menor de la falsa coral actualmente existente en el centro y norte de Brasil? Pues bien, no es precisamente así. “Cualquier inferencia al respecto de la coloración del fósil es altamente especulativa y no tiene asidero teórico o empírico”, pondera Zaher. “Con relación a sus hábitos alimentarios, solamente podremos decir algo más preciso cuando encontremos su cráneo fosilizado o al menos los huesos que portan sus dientes”.

Gran parte de los análisis más modernos de la biología evolutiva y la anatomía comparada de las serpientes depende del estudio del cráneo. Aparentemente, la serpiente de General Salgado poseía muchas de las características de la A. scytale . No habría sido venenosa y habría vivido en un hábitat que se asemejaba más a la actual zona de Pantanal que propiamente a la Amazonia. “Los análisis geológicos muestran que, hace unos 70 millones de años, el noroeste paulista era una llanura fluvial, una región baja hacia donde se dirigían los flujos de agua provenientes de Minas Gerais”, explica Langer. Esto significa, por lo tanto, que la “nueva” serpiente fósil era terrestre, pero vivía cerca del agua.

Aunque son muy interesantes, las diminutas vértebras y las costillas de la más antigua serpiente brasileña de poco servirán para el estudio de uno de los temas más candentes entre los herpetólogos (los expertos en reptiles): ¿cuál es el origen de las serpientes? ¿Descienden de los lagartos que hace más de 140 millones de años habitaban los mares o la tierra firme? Por ser un ejemplar muy desarrollado en la escala evolutiva, la serpiente de General Salgado no aportará mucho a este debate científico.

Zaher y varios investigadores del exterior han estudiado vestigios de serpientes más antiguas y primitivas, como la Haasiophis terrasanctus , una culebra con patas que data de aproximadamente 95 millones de años y que fue descubierta en Israel. De cualquier forma, los hallazgos realizados en el noroeste paulista enriquecen el patrimonio de ofidios fósiles de Brasil. “Acá es muy difícil encontrar huesos de serpientes preservados en rocas sedimentarias”, asevera el investigador del Museo de Zoología. “Ese fósil puede ayudarnos a entender cómo era en el pasado la distribución geográfica de las serpientes en el continente americano.”

Republicar