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Deforestación

La lenta convalecencia

Setenta años es el tiempo mínimo para restaurar la biomasa de la selva

Con el tiempo, las áreas deforestadas de las selvas tropicales logran restablecer su ciclo de nitrógeno, que tiene un rol fundamental en la restauración de la propia selva. Hace tiempo que los investigadores recolectan evidencias de que la recuperación es factible, pero, por primera vez, un grupo consiguió comprobar el fenómeno y también medir la velocidad de la recuperación. Si la buena noticia es que la selva se puede restaurar, el dato desalentador es que ese proceso demora por lo menos 70 años para dar pasos consistentes, revela el artículo Recuperation of nitrogen cycling in Amazonian forests following agricultural abandonment, publicado en la revista Nature.

Para comprender el fenómeno, el equipo de investigadores del Centro de Energía Nuclear en Agricultura de la Universidad de São Paulo (Cena-USP), de Piracicaba, del Museo Paraense Emílio Goeldi y de Embrapa Amazonia Oriental (PA) estableció lo que llaman cronosecuencia. En haciendas en los municipios paraenses de São Francisco do Pará e de Capitão Pozo, en el cinturón de deforestación del Amazonas, los científicos delimitaron 12 lotes de mil metros cuadrados en áreas deforestadas, pero que comenzaron a regenerarse después de haber sido abandonados por los agricultores.

Con la ayuda de los propietarios de las tierras, el grupo consiguió determinar hacía cuanto tiempo cada área había sido abandonada. De esa forma, fueron identificados lotes en los que el bosque estaba recuperándose hacía 3, 6, 10, 20, 40 y 70 años, además de pedazos también de selva nativa. Según los datos obtenidos por la investigación, la recuperación de la biomasa llegaba al 70% u 80% del original. “Setenta años es el plazo mínimo de la recuperación. Si hubiésemos encontrado sitios deforestados hace más tiempo, tal vez llegásemos a un plazo de recuperación más esmerado”, dice Luiz Antonio Martinelli, del Cena, uno de los autores del trabajo. “Si dejáramos al sistema en paz, él se renueva solito.”

Una evidencia de la recuperación fue el aumento en las emisiones de nitrógeno por el suelo, en forma de gas óxido nitroso (N2O). “A partir del momento en que el sistema se torna rico en nitrógeno, él se da el lujo de perder ese elemento en la forma gaseosa”, explica Martinelli. El estudio contó aún con la participación de Eric Davidson, del Centro de Investigaciones Woods Hole (EE.UU).

Biodiversidad
Se estima que entre 30% y 50% del área deforestada en la Amazonas dejó de ser explotada y se está recuperando. Las selvas tropicales  acostumbran ser ricas en nitrógeno. Pero la agricultura reduce mucho los niveles de ese nutriente en el suelo. El hallazgo de la investigación es favorable, pero el hecho de que la selva se recupera no significa que retomará la riqueza de la biodiversidad original. La vegetación nunca es tan rica como el antiguo revestimiento, y la vuelta de las especies animales dependerá de su mantenimiento en los alrededores. “Pero la recuperación de la selva es un indicador de que ella puede volver a ser habitada”, dice Martinelli. La investigación también es importante por señalizar formas de acelerar la regeneración. El plantío de legumbres, que se caracterizan por fijar el nitrógeno en el suelo, es una de las estrategias pensadas.

Si  la selva deforestada demora en recuperar el nitrógeno, en las áreas agrícolas el problema es de naturaleza diversa. El hombre despeja anualmente 85 millones de toneladas de nitrógeno en el suelo, principalmente en virtud de la intensa aplicación de abonos y de fertilizantes químicos. Como las plantas no consiguen absorber buena parte de esa dosis extra, el resultado final es que el nitrógeno en exceso acaba invadiendo otros ambientes, contaminando los ríos y mantos freáticos y retornando para la atmósfera, donde contribuye de forma significativa al calentamiento global, ayudando aún a provocar lluvias ácidas. “Estamos sobrecargando el ambiente con cantidades gigantescas e innecesarias de nitrógeno. Las consecuencias son terribles y necesitan ser más bien conocidas y combatidas con urgencia”, afirma Martinelli.

Contradicciones
En el 2002 el consumo de abonos en China llegó a 25 millones de toneladas; en Estados Unidos alcanzó casi 11 millones de toneladas. En la otra punta de la tabla, el consumo bruto en Namíbia y en Sierra Leona, en 2002, fue de solamente 100 toneladas para cada país. Ese escenario de contradicciones será objetivo de debates en la Conferencia Internacional sobre Nitrógeno, que será realizada del 1º al 5 de octubre, en la Costa de Sauípe, en Bahía, cuyo comité es coordinado por Luiz Martinelli. Él pretende aprovechar la presencia de más de 500 participantes de Brasil y del exterior para profundizar la discusión sobre las formas de combatir el exceso -o la falta-de nitrógeno.  Para el brasileño, acciones sencillas, como la reducción de las quemas y el sistema de rotación de cultivos, pueden ser importantes. Asimismo, garantiza, cualquier buen ingeniero agrónomo sabe decir cual es la cantidad equilibrada de fertilizante que debe usarse en determinado suelo y cultivo. “Nuestra principal misión es conseguir maximizar los efectos benéficos del nitrógeno y minimizar sus consecuencias nefastas”, resume.

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