Madalena Schwartz/ Archivo Del Instituto Moreira SallesEl 7 de diciembre de 2015, el grupo de trabajo que elaboró el texto del Plan Municipal del Libro, la Lectura, la Literatura y las Bibliotecas de la ciudad de São Paulo le remitió al entonces alcalde Fernando Haddad una carta con la sugerencia de que en la promulgación de la ordenanza que instituiría dicho plan, ya aprobada en el Concejo Municipal por unanimidad, se le hiciese un homenaje a Antonio Candido (1918-2017). En la justificación, el grupo afirmó que “entre los grandes atributos intelectuales y de ciudadanía que el profesor Candido representa, es de él uno de los textos fundamentales de defensa de la literatura como un derecho inalienable”.
Ese homenaje finalmente no se plasmó, pero la carta del grupo revela el alcance social de la obra de Candido –fallecido en mayo de este año– más allá de la universidad. La referencia al texto “El derecho a la literatura”, de 1988, fue constante durante las reuniones plenarias de elaboración del plan, y lo recordó en numerosas oportunidades durante la redacción el poeta Ruivo Lopes, representante en el grupo de trabajo de los saraos literarios, los colectivos literarios que en buena medida constituyen uno de los desdoblamientos actuales más fuertes de la cultura hip hop. Para los poetas y escritores de la periferia de la ciudad, el texto en el cual Candido sostiene que “una sociedad justa supone el respeto a los derechos humanos, y la fruición del arte y la literatura en todas las modalidades y en todos los niveles constituye un derecho inalienable” fue y sigue siendo central para la construcción del movimiento social alrededor de la lectura.
La idea de la importancia de la lectura como algo fundamental para pensar la propia obra literaria tiene raíces profundas en el pensamiento de Candido, sociólogo, crítico literario y profesor emérito de la Universidad de São Paulo (USP). Marisa Lajolo, docente de la Universidad Presbiteriana Mackenzie y profesora colaboradora en la Universidad de Campinas (Unicamp), exdirigida de Candido, sostiene que la lectura aparece “implícita” en la obra más recordada del autor: Formação da literatura brasileira. Este libro, publicado originariamente en 1959, “concibe a la literatura como una integración de autores, obras y público en un sistema articulado y ya no como una pluralidad aleatoria –aunque cronológicamente cercana– de autores y obras, concebidos independientemente de una articulación visible en un sistema”, escribió Lajolo en el texto intitulado “La lectura en Formação da literatura brasileira de Antonio Candido”, publicado en Antonio Candido (2003), libro compilado por Jorge Ruedas de la Serna, el último dirigido del crítico.
Para Candido, la idea de una literatura a la que se pueda denominar como brasileña necesariamente requiere la constitución de ese “sistema literario”, un concepto central de su análisis. Este sistema permite que una serie de textos se entiendan como literatura y como una literatura nacional. Los textos que consideramos “literarios”, para él, no nacen como literatura: son los lectores quienes legitiman a las obras. En “Los siete alientos de un libro” (en Sequências brasileiras, de 1999), Roberto Schwarz apunta lo inédito de la obra: “La erudición segura, la actualización teórica, la investigación densa, la exposición equilibrada y elegante, el juicio de gusto bien argumentado; todo esto se encontraba a una escala inédita entre nosotros”.
Una de las cuestiones que en Formação despuntó indica cómo abordar la literatura producida en el territorio brasileño antes de la constitución de ese sistema. Para Candido, la palabra “formación” era central para establecer el recorte propuesto. No se trataba de una historia de la literatura (la motivación inicial del proyecto) sino de un análisis de los “momentos decisivos” de la constitución de ese sistema literario, es decir, el Arcadismo y el Romanticismo. Para la producción anterior al Arcadismo, Candido utiliza la noción de “manifestaciones literarias”. El argumento del autor indica que le falta a la producción anterior una continuidad entre las generaciones de escritores. Al definir su trabajo, según explicó en el libro, procuró “averiguar cuándo y cómo se definió una continuidad ininterrumpida de obras y autores, conscientes casi siempre de integrar un proceso de formación literaria”. Y añadió: “Salvo mejor criterio, lo que es siempre probable en tales casos, esto sucede a partir de mediados del siglo XVIII, y adquiere plena nitidez durante la primera mitad del siglo XIX (…); es con los llamados árcades de Minas Gerais, las últimas academias y ciertos intelectuales ilustrados que surgen hombres de letras que forman conjuntos orgánicos y manifiestan en grados variables una voluntad de hacer literatura brasileña” (las bastardillas son suyas).
El secuestro del Barroco
En una estocada que redundó en un debate intenso, el crítico, poeta y profesor Haroldo de Campos (1929-2003) hizo referencia a un “secuestro del Barroco” por Candido: en otras palabras, esa idea de literatura eliminaría obras de gran calidad literaria, como los escritos adjudicados a Gregório de Mattos (1636-1696). Esa poesía, amén de sus calidades, había quedado apartada de la historia literaria. “No encontramos pues frente a una verdadera paradoja borgiana, ya que a la ‘cuestión del origen’ se le suma la de la identidad o la pseudoidentidad de un autor ‘patronímico’. Uno de los mayores poetas brasileños anteriores a la Modernidad, aquél cuya existencia es precisamente más fundamental para que podamos coexistir con ella y sentirnos legatarios de una tradición viva, parece no haber existido literariamente ‘en perspectiva histórica’”, escribió De Campos en O sequestro do Barroco na formação da literatura brasileira: O caso de Gregório de Mattos (1989).
Candido, para De Campos (de quien fue director de tesis doctoral), reforzaba un carácter nacionalista de la crítica literaria brasileña. La argumentación de Candido retomaría una cuestión histórica del debate literario brasileño: la cuestión del carácter nacional, lo que conduciría a la exclusión de la producción anterior al movimiento literario ligado a la lucha por la independencia del país. Este argumento fue rebatido por Schwarz en el texto ya mencionado, donde apuntó el internacionalismo de las ideas de Candido, lo que no le impediría percatarse de la relevancia de la constitución de un espacio literario nacional.
Formação “culmina” en la década de 1880, con los proyectos realistas dominando la escena literaria. Machado de Assis es capaz de dar un salto estético porque ya existe una producción y una circulación de obras y lecturas que permiten la reelaboración de esa tradición. Y los escritores naturalistas ya cuentan con una red de lectores, críticos y publicaciones que le imprimen una especie de vida propia a la producción literaria.
La idea del sistema de Candido está íntimamente ligada a su formación sociológica –su doctorado en el área redundó en la publicación de Os parceiros do Rio Bonito (1964)– y a su actuación como profesor de Sociología II en la década de 1940 en la USP, época en la cual empezó a elaborar el proyecto de Formação y en la que escribió la tesis de libre docencia intitulada “Introducción al método crítico de Silvio Romero” (1945).
Pedro Dolabela Chagas, profesor de teoría literaria de la Universidad Federal de Paraná, afirma que el impacto del recorte sociológico de Candido llevó al surgimiento de lecturas de cuño metafórico y alegórico de la obra literaria, que dieron preferencia a la narrativa y no a la poesía. Ésta sería una de las razones de la difícil interlocución con los recortes propuestos por el grupo de Haroldo y Augusto de Campos, donde la poesía tiene centralidad. Uno de los legados de Candido, para Chagas, sería el trabajo exhaustivo de investigación, la idea de que no se puede construir una historia literaria únicamente con los lectores y escritores excepcionales: para él, es necesario investigar los textos críticos y la producción literaria “menor”, incluso para entender a los grandes autores.
La relevancia de la historia y la sociología en el análisis de Candido constituye uno de los cimientos del rechazo de De Campos y de los críticos ligados a la revista Noigandres, a la idea de sistema literario. “Aun cuando se sabe que hay un Antonio Candido posterior [a Formação], el de los llamados ensayos ‘definitivos’, tales como ‘Dialéctica del malevaje’ y ‘De conventillo en conventillo’, que se vuelcan sobre una cierta lectura formal de las obras, estamos de todos modos ante el sociólogo que ve todo desde el nexo entre literatura y sociedad”, asevera Leda Tenório da Motta, autora de Sobre a crítica literária brasileira no último meio século (2002), docente del Programa de Comunicación y Semiótica de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP) y estudiosa de las nuevas críticas.
Un lenguaje social
Tenório da Mota hace referencia a dos textos incluidos en el celebrado libro O discurso e a cidade (1993), donde se discuten novelas de corte realista. “No existe un común denominador posible entre ese enfoque y las lecturas formales de los representantes de la otra corriente: estos sí leen lenguaje”, dice ella en referencia al grupo de Noigandres. Para la profesora, el legado de Candido fue “una historia de la literatura brasileña con comienzo, medio y fin, con el fin siendo el modernismo paulista más que el advenimiento del realismo machadiano”. La lectura de la obra de Candido que hace Tenório da Motta extrapola Formação y comprende la fuerte ligazón con las ideas del movimiento literario de 1922, especialmente con las posiciones de Mário de Andrade.
Esta postura es cuestionada por Maria Elisa Cevasco, del Departamento de Letras Modernas de la FFLCH-USP. Cevasco destaca que Candido trabajaba con la noción de “forma objetiva”: el artista sería aquél capaz de transformar lo externo, es decir, el contexto sociohistórico, en algo interno. Para Cevasco, no existe una reducción de la forma en Candido al considerar ese contexto: al contrario, reductor sería pensar la literatura como algo independiente de ese contexto. “El lenguaje es él mismo social.”
Valentim Facioli, profesor jubilado del Departamento de Letras Clásicas y Vernáculas de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), en un análisis cercano al realizado por Roberto Schwarz, ve a Candido como alguien que escribe en un momento en el cual el sistema literario descrito en Formação se encuentra en crisis, pero aún preserva alguna fuerza. “Candido escribe mucho antes de la dispersión del sistema actual: hoy en día el sistema literario se ha vuelto orgánico en las universidades; fuera de ellas está muerto”, sostiene. Candido empezó a escribir en revistas como Clima y en periódicos, y participó en la edición de suplementos literarios como el de O Estado de S. Paulo, cuando la literatura aún era de algún modo una cuestión cotidiana de los lectores no especializados. Sería así uno de los autores que marcan ese tránsito, al dejar de publicar regularmente en periódicos y pasando a hacer circular sus ensayos más relevantes durante las década de 1980 y 1990 inicialmente en revistas académicas y luego en libros, y ya no más en publicaciones orientadas al público en general.
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