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La metamorfosis ambulante

Un libro que saldr

Claudia Izique

São Paulo es una metrópolis en transformación. Favelas, conventillos y zanjas o alcantarillas a la intemperie, remanentes de un período de crecimiento desordenado, comparten el escenario con un nivel de urbanización moderno y comprometido con las nuevas funciones productivas y las nuevas tecnologías, cuyos íconos son los edificios y barrios cerrados autosuficientes. Estas oposiciones signan el fin de un ciclo preponderantemente industrial y, simultáneamente, el comienzo de otro caracterizado por la expansión de los servicios. São Paulo no transita precisamente entre esos dos modelos, el de lo precario y el de lo moderno: la industria y los servicios coexisten en el territorio urbano mientras la metrópolis va adquiriendo contornos de ciudad metropolitana.

El nuevo perfil de la Región Metropolitana aparece delineado en el libroSão Paulo metrópole , elaborado por los investigadores del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM) ?uno de los diez Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepids) patrocinados por la FAPESP?, que saldrá publicado por Edusp. “Este libro muestra el proceso de transformación de la metrópolis”, sintetiza Regina Prosperi Meyer, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de São Paulo (USP), coordinadora del grupo de urbanismo del CEM y coautora del libro.

Producto de casi dos décadas de investigación, este análisis no cae en la tentación de las interpretaciones causales: la metrópolis es vista como expresión de una nueva etapa del sistema productivo. Procura establecer articulaciones de tiempo y espacio y elige los temas que mejor describen el transcurso de esa transformación desde el punto de vista de la evolución urbana, calificando a las situaciones ?con datos e informaciones georreferenciadas? como emergentes y transitorias.El libro contendrá ilustraciones, con un excelente arsenal de mapas e fotos registradas en seis horas de vuelo en helicóptero por sobre la región, que revelan las contradicciones y ayudan a apuntar salidas para el futuro de la metrópolis. “El objetivo es auxiliar a los órganos responsables a formular hipótesis referentes a la naturaleza y la estructura del proceso de transformación urbana en andadura, como así también producir una agenda de acciones que han de implementarse en el marco de las políticas públicas de alcance metropolitano”, subraya Regina Meyer.

Expansión centrípeta

São Paulo registra una reducción drástica del ritmo de crecimiento poblacional desde la década de 1980, cuando la tasa llegó a ser del 1,18% anual. El nivel se mantuvo en la década de 1990: la población en el período creció a razón de un 0,88% anual. Sin embargo, los cambios y reordenamientos urbanos durante ese lapso fueron intensos y contaminaron todo el espacio metropolitano. Los barrios centrales, como Barra Funda, Bela Vista y Pari, perdieron habitantes, mostrando tasas negativas en dicho período, mientras las políticas públicas llevaban a sus pobladores a “casitas” emplazadas en la periferia. “Los conventillos constituyen una respuesta a esto”, comenta Regina Meyer. Esta dinámica creó una nuevo paradoja urbana y económica: áreas plenamente equipadas, con infraestructura y transportes masivos de pasajeros se encuentran en franco proceso de vaciamiento poblacional, mientras se abren indiscriminadamente nuevos ?y distantes? sectores de expansión urbana, en medio a una especie de expansión centrípeta.

Otros barrios, más consolidados, se han verticalizado, atrayendo hacia su entorno actividades comerciales y de servicios especializados. Tatuapé, Jardim Anália Franco, Mooca y Moema son un ejemplo de ello. Al cabo de 20 años, estas áreas han registrado un intenso movimiento de intercambio de población: edificios nuevos han sido ocupados por gente de altos ingresos, y los antiguos pobladores se han desplazado hacia barrios nuevos que todavía hoy se multiplican en la periferia.

Y precisamente allí, en la periferia, la acción de los órganos públicos ha hecho proliferar conjuntos habitacionales de interés social, constituyendo así las nuevas direcciones de los habitantes del centro, de Tatuapé, de Jardim Anália Franco y de otros tantos barrios. Junto a los conjuntos habitacionales han crecido las construcciones informales del comercio y de servicios, y en el espacio originariamente destinado por los programas oficiales a instalaciones de servicios se han formado nuevas favelas.

Una ciudad informal

La metrópolis alberga dos mil favelas con una población de más de un millón de habitantes; un terrible legado de los tiempos de la São Paulo industrial. En la actualidad, las grandes favelas, como Heliópolis y Paraisópolis, se han vuelto acreedoras del atributo de barrio de “pleno derecho”, como dice Regina Meyer. Una vez más, por iniciativa del propio poder público, cuentan con servicios de ómnibus y de correos, por ejemplo. “El poder público no piensa ahora en la remoción de las favelas, o lo hace solamente en los casos de aquéllas instaladas en propiedades privadas”, afirma Regina Meyer. “Hoy en día la consigna es transformarlas en barrios equipados, a ejemplo del programa Favela-Barrio de Río de Janeiro”. Pero, como gran parte de estas villas está asentada en áreas públicas y desocupadas ?como las regiones de fondos de valles, impropias para el desarrollo de programas habitacionales?, seguirán existiendo como permanencias del ciclo industrial, en la jerga de los urbanistas.

Y demandan programas de reorganización urbana, como la regularización de los lotes y la instalación de la infraestructura y los centros sociales, es decir, un desafío para los gobiernos, ya sea a nivel municipal como del estado.El establecimiento de sistemas viales de gran extensión que atraviesan áreas ocupadas por la población de escasos recursos ?como la avenida Jacú Pêssego/Nova Trabajadores? ha contribuido sobremanera para la consolidación de los conjuntos habitacionales en las áreas periféricas y de las permanencias como las favelas, ahora transformadas en barrios.La oferta de viviendas a través de programas públicos se ha reducido con relación a la demanda y al déficit habitacional, sobre todo en lo que se refiere a la población con ingresos de hasta tres salarios mínimos.

Con el correr de los años 1980 y 1990 se fueron consolidando nuevos abordajes para la provisión de viviendas y se perfeccionaron los programas de actuación en las áreas informales de la metrópolis, tales como la urbanización de favelas, la regularización de lotes irregulares y clandestinos y la reubicación de la población asentada en áreas de riesgo. “La informalidad ha pasado a ser objeto de las políticas públicas, aunque su área de actuación es aún muy pequeña”, dice Marta Grostein, del Laboratorio de Urbanismo de la Metrópolis de la FAU y coautora del libro. Urge que estos programas cuenten también con la participación de emprendedores privados para la producción de viviendas de interés social, que se implementen programas de mejoras en asentamientos informales consolidados ?como las favelas barrio? y que la construcción en forma colectiva o mutual se transforme en una práctica común.

El derrotero del capital

La metrópolis se transforma y las actividades terciarias se desplazan desde centro tradicional hacia el sudoeste del municipio de São Paulo. En rigor, este fenómeno viene desarrollándose desde hace 50 años, y ha pasado por las avenidas Paulista y Faria Lima hasta alcanzar el eje de la autopista Marginal Pinheiros. Este trayecto en sus inicios fue el resultado de la metropolización de la ciudad. Con todo, a partir de los años 1980 empezó a corresponder al movimiento del gran capital inmobiliario y a los intereses especulativos. Este proceso no creó nuevas “centralidades”, más bien se ha materializado en edificios de corporaciones. Las inversiones públicas durante las décadas de 1980 y 1990 en infraestructura vial en el eje sudoeste de la metrópolis facilitaron el acceso por parte de nuevos usuarios. Por cierto, un derrotero idéntico al del sector financiero, que ocupó las avenidas Luiz Carlos Berrini y Naciones Unidas, instalándose en edificios autosuficientes ?equipados con restaurantes,shoppings y otros servicios? que crearon “centralidades” inevitables, aunque exacerbadas. Cada torre es un cuerpo autónomo. Impera en ellos el aislamiento.

“La ubicación de las sedes de las empresas, sobre todo de las grandes corporaciones multinacionales, es también reflejo de ese desplazamiento”, observa Ciro Biderman, de la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo, uno de los autores del libro. Estos barrios funcionales fueron beneficiados por obras públicas viales que dejaron el terreno proclive ?mediante expropiaciones y transformaciones de uso? a la formación de nuevas áreas calificadas de comercio, servicios y viviendas de nivel medio y alto.

Antes incluso, emprendimientos inmobiliarios de gran porte habían generado proyectos como Alphaville y Tamboré, destinados a la población de alto nivel de renta, también concebidos con el concepto de autosuficiencia. “Los barrios o condominios cerrados se multiplican y se convierten en un patrón de organización ahora también para las clases B y C. Éste es un modelo pernicioso de ocupación, pues crea enclaves graves para la urbanización”, evalúa Regina Meyer. Los condominios cerrados se propagan en la gran mayoría de los municipios de la región, en áreas de buena calidad ambiental, un atributo que agrega valor inmobiliario a los emprendimientos. Ignoran su entorno, volcándose exclusivamente hacia el interior de la gleba o lote donde están instalados.

El mercado inmobiliario también ha sido responsable de la densificación poblacional junto a los tramos urbanos de las autopistas que a partir de los años 1990 llegaron al municipio de São Paulo. Los nuevos edificios residenciales, emplazados hasta el kilómetro 18 de la autopista Raposo Tavares, por ejemplo, atienden a las franjas de ingresos medios y bajos, y exigen que sus habitantes tengan vehículos que hagan posible tamaño desplazamiento. Los planes del poder público en el sentido de transformar esos tramos viales en vías rápidas con accesos locales han de ampliar la oferta habitacional en dichas áreas.

La dinámica de expansión de la metrópolis ha acercado áreas urbanas de ocupación distintas desde el punto de vista socioeconómico. Actualmente la villa de Paraisópolis es contigua al barrio de Morumbí, y Granja Viana es vecina de Carapicuíba. “Esta situación apunta un fenómeno descrito como ?cercanía física y distancia social? y no llega a generar formas de inclusión social o urbana, ya que cada uno de los grupos está asentado en sistemas urbanos aislados”, observa Regina Meyer. Y dicho aislamiento obedece en parte a la organización del sistema vial y de transporte.

En esta ciudad metropolitana ?el futuro inevitable de São Paulo? pierden nitidez los contornos de cada uno de los 39 municipios que integran la región, y el territorio se transforma en un espacio urbanizado continuo. En tal contexto de dispersión, las vías expresas le imprimen continuidad al territorio de la metrópolis y son una condición indispensable para la movilidad. Los sistemas de transporte masivo y de movilidad pasan a ser el elemento de conexión. Es posible vivir en Cotía y trabajar en la zona este de la capital.

La red vial también contribuye al desplazamiento de las industrias de las regiones más centrales a municipios metropolitanos como Osasco y Arujá. Y ha sido responsable de la expansión de las localidades dormitorio, con un gran stock habitacional, como Franco da Rocha, Francisco Morato y Poá. Estas ciudades concentran población de bajos recursos sin ofrecer puestos de trabajo en la cantidad necesaria. Son regiones precarias, con una urbanización insuficiente y bajo valor inmobiliario. Concentran gran número de viviendas producidas por el poder público bajo la forma de conjuntos habitacionales, como así también de favelas y loteos irregulares, muchas veces asentados en áreas de protección ambiental y en el interior de las cuencas hidrográficas de los principales sistemas productores de agua. Rige en dichas áreas desde los años 1990 un nuevo abordaje de intervención, que procura recuperar el espacio de la degradación, regularizar la ocupación urbana y contener los procesos predatorios, tal como recuerda Regina Meyer.

La nueva metrópolis

El nuevo modelo espacial de la metrópolis requiere de una infraestructura de transportes que integre las actividades dispersas en el territorio metropolitano y cree polos locales articuladores. “La identificación de dichos polos de convergencia debe constituir uno de los focos de la planificación urbana”, sugiere Regina Meyer. Los polos metropolitanos ?definidos como localizaciones que articulan funciones urbanas locales y metropolitanas asociadas al transporte público de masas ?desempeña un rol decisivo en la estructuración del nuevo territorio metropolitano.

La ciudad metrópolis también exige la identificación de espacios estratégicos que permitan que las intervenciones del poder público alcancen escala metropolitana. Una de tales áreas de intervención multiplicadora, según sugiere la investigación, es la el cinturón ferroviario que se extiende a lo largo de los distritos centrales de la ciudad de São Paulo, cuyo uso está habilitado por la privatización de la operación de los ferrocarriles. Esas tierras pertenecían a la Red Ferroviaria Federal (RFFSA) y el poder público tiene la posibilidad de utilizarlas para la instalación de nuevos emprendimientos habitacionales que permitirían llevar nuevos habitantes hacia el centro, sostiene Regina Meyer.Los barrios centrales han de propiciar la apertura de espacios de vivienda que reorienten el actual flujo migratorio del centro hacia la periferia. Las transformaciones para el área de la Estación Luz ?previstas en el Plan Integrado de Transportes Urbanos (Pitu 2020), que integrará el metro y el tren metropolitano?, por ejemplo, serán estratégicas para la intensificación del uso habitacional de ese sector urbano.

La incorporación de la ciudad informal a la ciudad legalmente constituida constituye hoy en día el gran desafío de las políticas públicas, especialmente aquéllas relativas a la regularización de tierras. Desde 1997, la nueva Ley de Protección y Recuperación de Manantiales permite a los planificadores legislar sobre áreas específicas, como son las cuencas o subcuencas hidrográficas. Sin embrago, es necesario conjugar la política urbana con la política ambiental, para asegurar que la metrópolis se consolide garantizando la calidad de vida para toda la población, de acuerdo con Marta Grostein.

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