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Estrategias

La moda de los espías de laboratorio

El físico Valentin Danilov, del Centro de Termofísica de la Universidad Técnica Estatal de Krasnoyarsk, Siberia, aguarda ser juzgado en reclusión desde febrero de 2001, acusado de espionaje. Danilov es sospechado de haber pasado informaciones secretas sobre un aparato en el que trabajaba a una compañía china (Nature, 31 de julio). Y no está solo. Varios otros científicos, detenidos entre 1997 y 2002 por el FSB –el servicio de inteligencia que reemplazó a la KGB–, fueron procesados por traición por la morosa justicia rusa.

“Está de moda acusar a los científicos de ser espías”, dice Ludmila Alexeyeva, jefa de una organización de defensa de los derechos humanos que lucha para poner fin a lo que caracteriza como “una persecución a los investigadores”. Tanto Danilov como otros acusados cuentan con la solidaridad de la comunidad académica. El aparato que desarrolló solamente serviría para probar el efecto de la actividad electromagnética de los satélites, aunque el FSB, no se sabe por qué designios, cree que algo en él puede munir a los chinos de un arma espacial que podría usar contra Rusia.

De los científicos que están presos, ninguno hasta ahora ha sido condenado. Algunos incluso ya han sido dejados en libertad. Danilov asegura que la condición de reo no ha afectado su vida personal y profesional. “Puedo andar con la frente alta”, dice.

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