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Carta de la editora | 175

La pasión por la palabra

En el transcurso de la semana de cierre de la revista, mientras leo todos los textos que saldrán después publicados, tarea intrínseca a mi función, observo también si alguno de éstos me afecta especialmente más allá de su intensidad informativa, de su peso periodístico y científico, por decirlo de alguna manera. Y sin desmedro de los tres o cuatro reportajes que necesariamente recomiendo en este espacio, debido a su importancia en el conjunto de la edición, pinzo a veces precisamente aquel texto que, entre otras cosas, me provocó alguna nueva y estimulante idea o alguna particular sensación de placer estético, para compartirlo de entrada con los lectores las posibilidades de fruición que en él encontré. En esta oportunidad, lo que se le impuso con fuerza a mi sensibilidad (pero no solamente a ella) fue la hermosa entrevista ping-pong con la escritora Nélida Piñon, concedida al editor de humanidades, Carlos Haag. Debo decir que coincido enteramente con él, cuando llevó a la apertura de la entrevista esta declaración: “Siempre quise ser una    peregrina andando por el mundo; a mí nunca me asustaron las geografías. Por eso fui una lectora de las grandes historias – con ‘H’ – desde chica”. O esta otra: “El escritor no debe crear solamente; también debe prestarle a su conciencia a la conciencia de sus lectores, sobre todo en un país como Brasil”. Sin embargo, confieso que para mí habría sido muy difícil elegir, entre tantas afirmaciones primorosas y poderosas de la novelista en el transcurso de la charla, algo para destacarlo de entrada. Vean, por ejemplo, esto que dice al comentar los diversos y excepcionales riesgos que implica el acto de escribir: el último de ellos “es cuando una (…) no ha tratado a su texto con deferencia hasta el fin (…) y por pereza o por ambición o por la prisa de ser aplaudida, publica tempranamente, antes de tiempo, pues aquel libro requería más tiempo, debía adquirir otro rostro, el rostro final que le cabía”. No voy a extenderme más y dejo acá la invitación a una serena lectura de lo que es, en síntesis, una larga declaración, libre de pudores, de la pasión de Nélida Piñon por la palabra y por la escritura.

Es tiempo de saltar al suelo mucho más duro y prosaico de la economía y de la innovación tecnológica, pero haciéndolo pasar también por retos y cuestiones instigadoras. Así, el reportaje estampado en la portada de esta edición aborda los actuales efectos en Brasil del movimiento mundial de internacionalización de las actividades de investigación y desarrollo de empresas multinacionales. De acuerdo con el relato del editor de tecnología, Marcos de Oliveira, todo indica que este movimiento registrado desde mediados de la década de 1990, vigorosamente continuado a lo largo de los años 2000 y orientado originariamente hacia China, la India y el Este Europeo, comienza a cobrar espacio también en nuestro país, en    parte merced a su creciente mercado interno y a las buenas perspectivas económicas. Como una especie de contrapartida en esta dinámica, emerge un    movimiento inverso: la implantación de centros de I&D de empresas brasileñas en el exterior, según informa el periodista Yuri Vasconcelos.

Entre los artículos de ciencia, deseo destacar el que pone su foco en la participación de científicos brasileños en el trabajo de búsqueda e identificación de estrellas similares a nuestro Sol en las cercanías de la Vía Láctea, o no tan cerca. El autor de dicho texto es nuestro editor de ciencia, Ricardo Zorzetto.

En el área de política científica y tecnológica, quiero recomendar el primero de una    serie de reportajes elaborada por el editor Fabrício Marques, dedicada a la trayectoria de grupos que reflejan la sana internacionalización de la investigación científica del estado de São Paulo, con el apoyo de una serie de iniciativas implementadas de manera decisiva por la FAPESP desde el año pasado.

Para concluir, destaco el texto de apertura de la sección de humanidades, con motivo de la exposición Rastros y razas de Louis Agassiz: fotografía, cuerpo y ciencia ayer y hoy, en el marco de la 29ª Bienal de Arte de São Paulo. El reportaje artículo por Carlos Haag pone al desnudo experimentos – racistas y repulsivos – realizados con esclavos negros en Brasil por Agassiz, rival de Darwin, según quien su colega “recababa datos para probar una teoría, en lugar de observar esos datos para desarrollar una teoría”. Y así entramos en el reino de las pasiones tristes.

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