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Especial

La seguridad en el área de energía nuclear está garantizada

El Cena avanza en el estudio de la mejora de plantas

Cuando fue creado, en 1966, el Centro de Energía Nuclear en la Agricultura (Cena) se convirtió en la primera institución en América Latina abocada exclusivamente a la utilización de energía nuclear en la investigación agrónoma. Entre sus líneas de investigación, se encuentra la mejora de plantas, con la obtención de nuevos linajes a través de la mejora genética, utilizando el bombardeo de partículas como método de transferencia genética, y por inducción de mutaciones, la producción y la conservación de alimentos y el estudio de los ecosistemas tropicales.

Para realizar estas investigaciones, el centro, que integra el campus de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq), necesita laboratorios y equipos modernos y seguros, ya que trabaja con elementos radioactivos. Transcurridos 35 años desde su fundación, el Cena acumulaba deficiencias físicas que afectaban a las investigaciones. La FAPESP, a través del Infra, invirtió 4.1 millones de reales en el Centro, destinados a la reestructuración de 19 laboratorios, además de la ejecución de obras y la adquisición de equipos.

Se llevó a cabo la reforma de los paneles de fuerza, con sustitución de disyuntores; el pararrayos acabó con la frecuente quema de equipos; se cambió el tejado con infiltraciones, poniendo fin a las goteras que inutilizaban los aparatos de investigación; y se instaló una nueva red hidráulica que ofrece ahora agua limpia. También la Casa de Vegetación fue recuperada, así como los depósitos de residuos químicos, donde se almacenan las sobras de todos los laboratorios. Este sector fue equipado con recipientes para clasificación, almacenamiento y reciclaje de los residuos. “Los impactos del Programa de Infraestructura fueron y serán útiles durante varios años”, dice el director del centro, Augusto Tulmann Neto. “La imagen fue muy positiva tanto en la cantidad como en la calidad de las investigaciones y en las actividades de extensión de la institución”, agrega.

Carbono 14
Uno de los 19 laboratorios reestructurados fue el del Carbono 14, responsable por determinar la edad de las muestras de suelo, carbón, madera, celulosa, colágeno de huesos, conchas, corales y una infinidad de materiales que contienen dicho elemento. Con base en la presencia de carbono -cuanto menor, más antigua es la muestra-, el laboratorio reconstruye ambientes pasados y puede incluso deducir transformaciones sufridas por la vegetación y por el clima de un determinado lugar. Su principal línea de investigación es el estudio de las paleovegetaciones brasileñas, desde el sur de Brasil hasta la región amazónica. Pocos grupos de investigación en el mundo realizan un trabajo semejante. En Brasil, tan solo el Cena.

Según el profesor Luiz Carlos Ruiz Pessenda, responsable del laboratorio, cerca de 800 mil reales, del millón de reales invertidos en este laboratorio en los últimos años, salieron del Programa de Infraestructura. El resto fue aportado por la Agencia Internacional de Energía Atómica, con sede en Viena, Austria. “La línea de síntesis de benceno, que es el corazón del laboratorio, nunca paró, gracias a los recursos de la FAPESP”, reconoce Pessenda. Cada año se datan entre 100 y 110 muestras. Cerca del 70% de ellas se refieren a la investigación, principalmente básica, desarrollada por los investigadores del centro, y el resto atiende a pedidos de arqueólogos y geólogos de universidades y empresas.

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