Un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Administración de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) analizó la penetración en la comunidad científica brasileña de las llamadas revistas predatorias, publicaciones periódicas internacionales de acceso abierto que adoptan criterios elásticos para seleccionar sus papers, bastando que los autores paguen para verlos publicados. En un artículo divulgado en julio en la revista Scientometrics, el grupo de investigadores compiló la producción científica del período de 2000 a 2015 de los brasileños con título de doctor registrados en la plataforma de currículos Lattes; el total fue de 2,3 millones de publicaciones de 102.969 investigadores. Sobre la base de esas informaciones, se efectuó el rastreo de los artículos difundidos en revistas sospechosas.
Un dato alentador indica que tales revistas seducen a una fracción pequeña de autores brasileños, entre un 0,26% y un 0,49% del total de artículos publicados, según los criterios adoptados. El grupo de la UFRGS seleccionó tres parámetros para identificar a las revistas con prácticas controvertidas. Uno de ellos fue la mención al título de la revista en un listado de más de 1.500 publicaciones sospechosas, producido entre 2010 y 2017 por el bibliotecónomo estadounidense Jeffrey Beall, de la Universidad de Colorado. Tan solo un 0,49% de los artículos se encontraban en ese índice. Tal criterio es, empero, polémico, en la medida en que el propio Beall, un crítico del acceso abierto, abolió la lista después de recibir amenazas por parte de editoriales que se sentían víctimas de injusticia.
Para evitar sesgos, los investigadores adoptaron cuidados adicionales. Primeramente, combinaron dos parámetros diferentes: no bastaba que la revista formara parte de la lista de Beall, sino que era necesario además que estuviera ausente del Directorio de Revistas de Acceso Abierto (Doaj), que exige a sus afiliados la adopción de normas básicas de calidad, como la revisión por pares de los manuscritos. Analizando esos dos criterios, el porcentaje de artículos brasileños divulgados en revistas posiblemente predatorias cayó al 0,44% del total. Finalmente, se asoció un tercer criterio, a saber, la inexistencia de evaluación del impacto de la publicación por medio de indicadores de citas como el Journal Citation Reports, vinculado a la base Web of Science, o el Scientific Journal Rankings, del grupo español Scimago; cuanto más precaria es la revista, menor suele ser la chance de que sea citada. Las publicaciones que se encajaban en las tres características representaron el 0,26% del total.
Pese a que la penetración de las revistas resultó restringida, el estudio apunta algunos motivos de preocupación. Uno de ellos indica que está creciendo el número de brasileños que recurren a esas publicaciones. “Entre 2010 y 2015, se triplicó la cantidad de artículos de brasileños en revistas listadas por Jeffrey Beall”, dice el ingeniero Denis Borenstein, experto en investigación operativa aplicada, uno de los autores del estudio. El dato más delicado es, sin embargo, que varias revistas señaladas como predatorias estaban presentes en el sistema Qualis Periódicos Científicos, de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), que clasifica alrededor de 30 mil publicaciones para evaluar la producción científica de los programas de posgrado de Brasil. “En todas las áreas del conocimiento, había revistas recomendadas por el Qualis que se encuadran en los tres criterios adoptados por nosotros para identificar prácticas predatorias. Ninguna de ellas tiene un concepto elevado, pero el hecho de que valgan algo en la evaluación estimula a investigadores a enviarles artículos”, explica Borenstein.
Evaluación cuadrienal
La clasificación del sistema Qualis Periódicos Científicos es anualmente actualizada por comités de expertos de 49 áreas, que son los responsables de la evaluación cuadrienal de los programas de posgrado brasileños. Talita Moreira da Silva, coordinadora general de actividades de apoyo al posgrado de la Capes, aclara que los miembros de esos comités hacen un esfuerzo continuo por identificar publicaciones predatorias y eliminan varias de ellas cada año. Así y todo, con la entrada constante de nuevas revistas, ese trabajo nunca termina. “Cuando una revista no está indexada en bases internacionales, intentamos evaluar de otras maneras si tiene calidad. Las comisiones de área tuvieron acceso y revaluaron algunas revistas en el Qualis entre 2013 y 2016 sobre la base de algunas listas de posibles medios de difusión predatorios, pero no existe una lista cerrada”, afirma. Según ella, el hecho de que algunas revistas sospechosas eventualmente escapen al filtro de los comités no significa que resulten en una evaluación ventajosa para quienes hayan publicado en ellas. “La clasificación del Qualis que tiene valor es aquella del año en que se hace la evaluación cuadrienal y la más reciente fue en 2016. Ya ocurrió, por ejemplo, en el área de zootecnia, que programas de posgrado tuvieran su nota reducida porque tenían muchas publicaciones en revistas apuntadas como predatorias; pero eso solo se descubrió en los momentos finales de la evaluación y los artículos fueron desconsiderados”, comenta.
Según los autores, de las cinco revistas sospechosas más utilizadas por los brasileños, tres son de agronomía: el American Journal of Plant Sciences, el International Journal of Food, Agriculture and Environment y el Agricultural Sciences. La lista se completa con una publicación de química, el American Journal of Analytical Chemistry, y otra de economía, el Journal of Academy of Business and Economics.
El interés del grupo de la UFRGS respecto al tema surgió hace cerca de cinco años. “Me llamó la atención el interés de algunos investigadores que conozco por publicar en una revista llamada African Journal of Business Management, que había sido incluida en el Journal Citation Reports, aunque con un factor de impacto bajo. Hice una averiguación y descubrí que había denuncias de prácticas predatorias. Les avisé a los colegas y envié una carta a la Capes comunicando el hallazgo”, relata Borenstein. La revista, que ya no está indexada en bases internacionales, está editada por la empresa nigeriana Academic Journals. Una alianza con otro investigador de la UFRGS, el experto en métodos cuantitativos Marcelo Perlin, permitió la recolección de datos de la plataforma Lattes y su análisis.
A partir del estudio se hicieron otras constataciones. No se confirmó la idea de que los investigadores jóvenes e inexpertos fueran el público principal de esas publicaciones. Se observó que, cuanto más antiguo fuera el título de doctor, mayor era la probabilidad de que el autor publicara en medios sospechosos. “La mala conducta está asociada a investigadores experimentados, que posiblemente tienen conocimiento de las prácticas oscuras, pero creen que pueden beneficiarse de ellas”, concluyen.
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