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La tarea más urgente

Los que no han tenido formación necesitan trabajo

-¿qué HACER para que Brasil CREZCA?
Focalizarse en la producción rural con valoragregado; centrar los esfuerzos en las exportaciones;desarrollar tecnología accesibley certificar la calidad de los productos; einvertir en infraestructura; todo eso parallevar a cabo la más urgente de las tareas actuales:ofertar trabajo.

El tema es absolutamente instigador y nos lleva mirar hacia el futuro. Pero el primer paso para pensar el Brasil de hoy es profundizar el análisis crítico del proceso histórico de nuestro desarrollo, en particular durante los últimos 50 años.En la década del 50, Brasil iniciaba su consolidación como nación industrial, con base en aquello que ya había sido realizado por la iniciativa privada en el transcurso de nuestra historia económica -a partir de la segunda mitad del siglo XIX, las actividades industriales se desarrollan, y cobran mayor fuerza a comienzos del siglo XX. En los años 20, cuando la industria de la alimentación se impuso, y en los años 30, cuando hubo un brote industrial, con un crecimiento promedio de más del 100% anual, preparamos el terreno para las importantes realizaciones de la década del 40 -tales como el surgimiento de compañías del porte de la Siderúrgica Nacional, Vale do Rio Doce y, principalmente, la central de Volta Redonda.

La creación del Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDE) anunciaba en 1952 el espectacular salto que el país daría en el gobierno de Juscelino Kubitschek, que implementó todo un programa de organización del proceso industrial brasileño. Aunque fue criticado por la ausencia de una verdadera política industrial y por la fuerte presencia del capital extranjero durante su gestión, Kubitschek realmente impulsó el proceso de industrialización en el país -y con tal impacto que disparó simultáneamente, y como una consecuencia natural, al sector comercial y al de servicios.Todas las políticas de desarrollo en Brasil en los últimos 50 años estuvieron focalizadas en lo urbano, esa es la cuestión.

Se privilegió fundamentalmente lo industrial, lo comercial, los servicios, las actividades desarrolladas lejos del campo. Esto produjo dos efectos perversos. Primero un lamentable factor cultural: todo lo que es rural es atrasado; ese concepto se convirtió en una creencia difícil de combatir. Segundo, una fortísima migración, no solamente del campo hacia pequeñas y medianas ciudades, sino también de éstas hacia las regiones metropolitanas de todo Brasil. No obstante, y mientras tanto, sin que hubiera ningún esfuerzo en ese sentido, la agricultura y la ganadería se desarrollaban de una manera extraordinaria. Tanto es así que en 2002 nada menos que el 43% de la balanza de exportaciones del país se refiere al producto de los agronegocios (producción agropecuaria + agregaciones de valor) -sin lugar a dudas, el negocio de Brasil.

A partir de mediados de la década del 80, con la globalización, la empresa brasileña, volcada tanto al mercado interno como al externo, fue sometida a una inédita exposición a la competitividad internacional. La globalización, apoyada en la formidable expansión de los medios de comunicación y de transporte, se dio en un escenario de automación. Todo el proceso de automación en la industria y en el comercio se produjo en simultáneo con la exigencia de un alto grado de capacitación para los agentes del sector de servicios, invadido por los autoservicios resultantes de la informatización. La incorporación de tantas novedades al proceso productivo llevó a una drástica reducción del empleo “urbano”, creó el desempleo estructural en los países de economía desarrollada y generó consecuencias aún más nefastas en los países económicamente menos sanos.

Si la industria brasileña hoy ya no es la misma, el obrero brasileño tampoco lo es: éste necesita hoy en día una serie de capacitaciones insospechadas a mediados del siglo XX, nuestro punto de partida en esta evaluación. La robótica reemplazó al hombre, y la alta tecnología comprometió la necesidad de mano de obra. Y no solamente en la industria, como es lógico. Estamos hablando de alteraciones fundamentales en todos los sectores de la economía: muchos menos trabajadores produciendo mucho más, con grados de eficiencia cada vez mayores. El grado de dificultad para la inclusión de nuevos trabajadores en el proceso productivo moderno se ve reflejado en el grado de desempleo actual en el país. Y viceversa.

La respuesta a ese cuadro es contundente: se debe tener humildad para entender la urgencia de ofertar trabajo a aquéllos que no tuvieron una preparación profesional adecuada. Eso implica un análisis de la estructura de la producción rural brasileña -hoy en día extremadamente competitiva, pero exportadora de materia prima.Ése es el primer punto.

Sobre la extraordinaria competencia del sector rural brasileño es posible establecer tranqueras virtuales en los municipios y en las regiones del interior del país, para proceder a hacer efectiva la máxima agregación de valor, mediante la transformación de productos -ya sea para consumoin natura como para su industrialización. Los productos deben salir listos y terminados de las áreas de producción. Ese concepto implica un gigantesco potencial de incorporación de aquella mano de obra que actualmente vive en la periferia de las pequeñas y microciudades del interior de Brasil.

El segundo punto: es imprescindible una objetiva y obstinada concentración en el comercio exterior. La crisis por la que pasa el mundo y Brasil no está permitiendo el aumento del consumo interno, con el fin de generar nuevos puestos de trabajo. La sola exportación puede crear un círculo virtuoso, porque amplia de inmediato el mercado de trabajo, y al mismo tiempo, al incorporar a los trabajadores parados, genera nuevos consumidores en el mercado interno. Existe por lo tanto un doble efecto benéfico del esfuerzo exportador.

En tanto, para que esto suceda, debe tenerse en cuenta un tercer punto, del cual dependen los dos anteriores. Es esencial un empeño profundo en el desarrollo tecnológico accesible e incorporable al esfuerzo exportador. Así se puede asegurar y mejorar la competitividad. Y más aún: se puede ofrecer la indispensable certificación de la calidad de los productos -ya sean éstos de electrónica de punta o de origen rural.

El cuarto y último punto, la vertiente que cierra el círculo virtuoso pretendido, es la infraestructura. Ésta debe ser entendida no solamente como una red física,sino como un complejo que incluye la mano de obra calificada para el ejercicio de las diversas etapas productivas, de las más simples a las más sofisticadas. En varias regiones brasileñas, como en São Paulo, la potencialidad de la producción rural se ve limitada al atolladero en la carretera: se produce solamente aquello que puede ser transportado.

Invertir en infraestructura (carreteras rurales, puentes rurales) es el requisito básico para asegurar la factibilidad económica de los productos alternativos, para la ampliación de la gama actual. Pero no basta, ni siquiera así. Es necesario ir más allá en el ámbito de la infraestructura, y crear las condiciones para efectuar operaciones de agregación de valor, de manera tal que se pueda hacer la selección, clasificación y empaque de productosin natura en los municipios o en las regiones; y transformar los productos destinados a la agroindustria con toda la tecnología que permita la certificación de su calidad.

La mencionada calificación del trabajador implica un factor sumamente importante. No referimos a la educación -en el más amplio sentido, que involucra a la enseñanza convencional, a las escuelas técnicas, a las universidades públicas y a las facultades de tecnología. Necesitamos urgentemente un impulso en el sistema educativo como un todo, con un ejemplar aumento de cupos, que contemple a la educación para el trabajo, de manera tal de asegurar la existencia de mano de obra capacitada para el sistema productivo bajo los moldes planteados.Para concluir, un abordaje final. La sostenibilidad del desarrollo económico se debe dar no solamente con relación al medio ambiente; queremos un desarrollo sostenible comprometido con las futuras generaciones y desde todos los puntos de vista, incluso el social.

Obviamente, el sistema de generación de innovación instalado en el país debe poner a disposición del mercado las tecnologías necesarias para la producción en armonía con el sistema ambiental. Pero el centro de nuestra atenciones está en el hombre: el poder público debe trabajar para mejorar la calidad de vida de la población -es una cuestión de foco. El desarrollo económico implica desarrollo social, con la incorporación continua y progresiva de nuevos agentes al proceso, con redistribución del ingreso, con acceso al mercado de bienes y servicios de una mayor parcela de la población, antes excluida. En otras palabras: Brasil únicamente puede crecer con la mejora de la calidad de vida de contingentes cada vez mayores de su población.

João Carlos de Souza Meirelles es secretario de Ciencia, Tecnología, Desarrollo Económico y Turismo del Estado de São Paulo, y está empeñado en implementar un nuevo modelo de desarrollo para São Paulo.

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