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Ecología

La vida en el lodo

Los cangrejos del mangle y los cazadores tradicionales dependen unos de los otros para sobrevivir

ANDRÉ ALVES

Entre las raíces circulan los cazadores y se esconden los cangrejos.ANDRÉ ALVES

Internarse en un manglar no es para cualquiera. Uno puede hundirse hasta el cuello y perder el calzado al primer paso, de no estar bien atados. Sin mencionar el fuerte hedor y los “mosquitos pólvora” que cubren enseguida cualquier parte expuesta del cuerpo. Con cada paso es preciso levantar el pie por encima del fango, con cuidado no tropezar con las raíces – son pneumatóforos, que emergen del lodo verticalmente como snorkels de centenares de buceadores y envían aire a las raíces sumergidas, y rizóforos, puntales que surgen del tronco dejando al mangle rojo o mangle zapatero (Rhizophora mangle) con más aspecto de araña que de árbol. Al dirigir la mirada hacia esa maraña todo parece mezclarse. Innumerables cangrejos de varias especies viven enterrados en el fango, entre las raíces, sobre ellas, o asimismo en los troncos o en las copas de los árboles. Algunos son frecuentes en el menú brasileño, sobretodo el cangrejo “uçá” (zumbá, Ucides cordatus). De ese ecosistema también es integrante el cazador de cangrejos. Son miles los brasileños que dependen del manglar para sobrevivir, pero son aún más invisibles que los cangrejos para el resto de la sociedad (ver Pesquisa FAPESP, edición nº 68). Según Jaime Doxsey, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes), los cangrejeros debieran ser reconocidos como parte del complejo turístico, como sucede con las cocineras capixabas (habitantes de Espirito Santo), ya que la cangrejada es uno de los platos más comentados de la cocina local.

Doxsey coordina el Proyecto Cangrejo que estudió la ecología de los cangrejos y cangrejeros en seis manglares de la Grande Vitória, en Espirito Santo. El proyecto culminó en 2005 y empleó nueve equipos, que evaluaron aspectos tales como la bio-ecología del cangrejo uçá, su comercialización, la situación socioeconómica y cultural de los cazadores de cangrejos y su salud. Y no se quedó sólo en la investigación: incluyó actividades de educación ambiental en las comunidades ribereñas, propuso modificaciones en la legislación de la caza y reglamentó el oficio de cazador. El investigador considera que los resultados demuestran como es posible mejorar la calidad de vida de los cazadores y al mismo tiempo proteger el manglar.

El cazador de cangrejos vive, idealmente, en las cercanías del manglar. En Mamanguape, zona de protección ambiental que alberga uno de los manglares más preservados de Paraíba, sucede así. En la Grande Vitória, no lo es, según Doxsey. Con la urbanización de las áreas de manglar, los pescadores tradicionales fueron trasladados de donde vivían y allí se establecieron personas sin actividades ligadas con el ecosistema. Igualmente, los cazadores pasan buena parte del tiempo en el manglar: generalmente cuatro días cazando cangrejos, que amarran de seis en seis. Esas cuerdas vienen dobles y forman un racimo con una docena de cangrejos. Durante el resto de los días venden su recolección a los acopiadores, quienes los distribuyen y se quedan con buena parte de las ganancias.

En los manglares se desarrolla buena parte del ciclo de vida de muchos animales marinos. Son aguas calmas, con gran cantidad de materia orgánica y baja salinidad. Su destrucción tiene un impacto económico intenso, pues se eliminan cangrejos, siris (pequeños cangrejitos de mar), peces, camarones y mejillones. Igualmente son considerados como bosques sucios e inhóspitos y acaban convirtiéndose en depósitos de fango, viveros de camarones, o terrenos para condominios a orillas del mar.

Por causa de la pérdida del ecosistema y de la polución, además de una enfermedad misteriosa y de la caza indiscriminada, los stocks de cangrejo uçá se hallan comprometidos en toda la costa brasileña. De acuerdo con Yara Schaeffer-Novelli, del Instituto Oceanográfico de la universidad de São Paulo (IO-USP), un cangrejo uçá demora nueve años para desarrollarse desde el huevo hasta el tamaño comercial. Por eso las poblaciones devastadas demoran mucho en recuperarse. El Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables (Ibama) establece el período de veda, que prohíbe la caza durante la época de reproducción y la de los cangrejos con caparazones menores que 6 centímetros. Pero esas medidas de protección con frecuencia son ineficaces. Rômulo Alves, de la Universidad estadual de Paraíba, considera que el mayor problema es ignorar a los cangrejeros. “El conocimiento tradicional es valioso para establecer planes de conservación y manejo. Diferentes trabajos han demostrado que la no inclusión de las comunidades tradicionales y sus conocimientos lleva a la ineficacia en los planes de manejo en todo el mundo”, afirma.

Los informes recogidos por los investigadores brasileños con cazadores de estuario del río Mamanguape, 70 kilómetros al norte de la capital de Paraíba, revelaron un conocimiento acerca de la influencia de las mareas y de la luna en la ecología del cangrejo que hasta entonces no se hallaba publicada como literatura científica. Esa sabiduría se pasa de una generación a otra, por tanto, es patrimonio de los cazadores tradicionales. Cangrejeros oportunistas, que ingresan al manglar cuando precisan completar su renta o su mesa, carecen de ese conocimiento y por eso cuentan con menor éxito en la captura y causan más daño al ecosistema. Conocer las señales de cambio, por ejemplo, son importantes porque en esa época del año el cangrejo produce mucho calcio y por ello su sabor es amargo. Y después de la muda son magros y menos sabrosos.

El Proyecto cangrejo de Doxsey demostró como la información local puede acarrear un gran impacto. Después de estudiar la ecología del cangrejo-uca, el grupo verificó que en Espírito santo la época de reproducción ocurre entre diciembre y abril. Es la “caminata”, cuando los cangrejos salen de sus refugios, y recorren el manglar en busca de compañero. Pero la caminata capixaba no se correspondía con el período de veda determinado por Ibama, que tuvo que corregirse.

ANDRÉ ALVES

El cangrejo uçá es esencial para el funcionamiento del manglar y en el menú de muchos brasileños.ANDRÉ ALVES

Pero proteger al cangrejo no basta. El relevamiento social realizado por el grupo de Alves en Mamanguape, reveló que los cazadores tradicionales, aquellos que subsisten con el manglar desde hace generaciones, son conscientes y concuerdan con la necesidad de imponer mayores límites a la recolección. Sólo así pueden garantizar la permanencia del recurso del que dependen. Pero si la caza fuera prohibida durante los meses de reproducción, los habitantes humanos del manglar no cuentan con ningún recurso alternativo.

Esa fue una gran conquista del Proyecto Cangrejo, que instruyó a los cazadores en cuanto a sus derechos, por medio de conferencias en las comunidades y distribuyó las gacetillas “Ciudadanía del pescador”. Los investigadores trabajaron con el Ibama local, Previsión Social y los puestos de salud para hacer del cangrejero un ciudadano. Antes del proyecto, la cédula de inscripción para pescadores profesionales no incluía la subcategoría “cazador de cangrejos”, de manera tal, que la actividad no existía oficialmente. Ahora las comunidades de cazadores de la Grande Vitória cuentan con derecho a un seguro por desempleo durante el período de veda.

La medida permite que los cazadores tradicionales protejan los recursos naturales. Pero aún no está resuelto el problema de la recolección desordenada, realizada en gran parte por cazadores oportunistas que no conocen la ecología del cangrejo y utilizan técnicas más destructivas de recolección. Alves sugiere que sería necesario detener la actividad durante el período de reproducción, empleando a los cazadores en el proceso de fiscalización.

Otro paso importante fue instruir a los profesionales de la salud locales en cuanto a las dolencias recurrentes en esa profesión. Un relevamiento realizado por el equipo del proyecto reveló que muchos cazadores padecen dolor en las costillas causados por las pesadas bolsas que cargan. Además de eso, cortes, escoriaciones y dermatosis resultan comunes debido a la actividad en medio de las raíces y pinzas de cangrejos, agravadas por el gasoil con que los cazadores se untan para ahuyentar a los insectos.

Los investigadores verificaron que a pesar de las 2 mil toneladas vendidas por año en Espírito Santo, los stock de cangrejo uçá permanecen estables, salvo en el manglar de la bahía de Vitória, donde habitan menos machos que lo esperado y los cangrejos son generalmente menores. Eso sucede porque las campañas resaltaron la mayor importancia de las hembras en la reproducción, por eso los cazadores prefieren la colecta de machos. “Las personas no compran racimos que posean muchas hembras”, explica Doxsey. Asimismo, con menos machos en los manglares, el número de hembras se ha incrementado en los racimos.

Parte del impacto se debe al método de recolección: a mano, aparejo o con red. Los cazadores tradicionales dominan las tres técnicas, que utilizan según las condiciones. Pero hacerlo a mano se estipula como el método tradicional, cuya maestría define al verdadero cazador, que hunde el brazo en la galería construida por el cangrejo hasta alcanzar a su habitante. La técnica presenta sus accidentes, pero los cazadores que se precian exhiben con orgullo las cicatrices de los ataques en las manos. La caza es selectiva, pues el profesional escoge los escoge según las características del caparazón. El macho del cangrejo uçá posee patas peludas que dejan rastros en la entrada y permiten a los cangrejeros escoger el sexo de su presa. Como el diámetro de la galería corresponde al de su morador, los cazadores no pierden tiempo buscando animales menores que el tamaño permitido. En un artículo publicado en 2005, en el Journal of Ethnobiology y Ethnomedicine, Alves relata que acompañó a los cazadores de Mamanguape y comparó expectativas y captura, y vio que de hecho, los especialistas del manglar poseen un alto porcentaje de acierto. Es por ello que esa técnica ocasiona un impacto menor en la población de cangrejos siendo también la que menos afecta el medio ambiente. En términos de productividad, sin embargo, el braceado, en promedio, rinde menos que las otras técnicas (46,3 % de eficacia) – y el éxito varía conforme a la experiencia del braceador. Como tienen que competir por el recurso, muchas veces los cazadores tradicionales son obligados a utilizar métodos más productivos.

Los ganchos se tallan en madera y su utilización depende de la pericia, pero fue la técnica más productiva para los cazadores acompañados por el Proyecto Cangrejo (63,8%). El problema es que el animal sufre una gran presión sobre el caparazón y por eso sobrevive menos luego de la captura. Esa mortalidad reduce el éxito comercial, pues los animales deben llegar vivos al punto final de venta. Por eso muchos acopiadores rechazan a los cangrejos capturados con gancho.

Las redes son el método de captura más utilizado por los no profesionales, aunque está prohibida por el Ibama. Son hilos plásticos obtenidos de las bolsas de papas, sujetos a las ramas o raíces en el lodo cercano a la entrada de la cueva. Una fuente de impacto en la vegetación está causada, justamente, por la quiebra de ramas en el manglar, en el momento de fijar las redes. Pero los daños más serios provienen de las redes olvidadas, comunes cuando el cazador es esporádico y no conoce muy bien el bosque. Las redes olvidadas contaminan el manglar y ocasionan la muerte indiscriminada de cualquier animal que sufra la desdicha de enredarse en ellas. Yara, del IO-USP, cuenta que esas redes van a parar al estuario, donde pueden ser comidas por tortugas y aves, resultando así nocivas, incluso fuera del manglar.

La recolección excesiva constituye una de las amenazas al cangrejo uçá en el litoral brasileño. Pero cada vez con mayor asiduidad se destaca la enfermedad del cangrejo letárgico, que ha diezmado poblaciones enteras. Muchos especialistas consideran que se trata de un hongo, y hay quien dice que los agroquímicos provenientes de los cañaverales producen la mortalidad. “Se escuchan muchas voces en nombre de la ciencia”, dice Doxsey. Yara confirma que aún no se halla probado los que ocasiona la enfermedad. Pero para ella lo más posible es que se trate del mismo virus que infecta los criaderos de camarones. “El hepato-páncreas del cangrejo moribundo o muerto presenta las mismas características que los camarones infectados”, explica. Ella considera que el hongo es una infección secundaria, que ataca a los cangrejos ya debilitados. El biólogo Renato de Almeida, de la Facultad Salesiana de Vitória, sostiene que la enfermedad se estableció en Brasil en la misma época en que la cría de camarones se instauró en el Nordeste brasileño en gran escala. Cuando visitó Bahía como parte del Proyecto Rondon – Operación Nordeste 2007, Doxsey observó que la enfermedad ya afectó a la región y los pescadores están capturando animales menores. Pero ella no se propagó por el Nordeste. “Contamos con motivos para considerar que el hongo viene siendo transportado por las corrientes marinas costeras, predominantemente en el sentido norte-sur”, alerta Almeida. Y ya alcanzó el norte de Espírito Santo.

En Ituberá, Bahía, Doxsey coordinó un “mini Proyecto Cangrejo”. Fue bien recibido y considera que la simiente de los beneficios que obtuvo el proyecto en Espírito Santo fue plantada en Bahía. Su trabajo, así como el del grupo de Alves, revela como los esfuerzos por la preservación deben contemplar, incluir y oír a las comunidades que forman parte del ecosistema. “El cazador profesional es la mejor garantía para un proyecto sustentable”, resume Doxsey.

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