La Red SciELO, un sistema de publicación electrónica de revistas científicas iberoamericanas de acceso abierto, celebró la marca de 200 títulos durante un encuentro realizado en Mérida, México, en octubre pasado. Representantes de la red en ocho países brindaron su testimonio del éxito de este modelo, que amplió la visibilidad de la ciencia y el número de citas de artículos de investigadores, y a su vez contribuyó a mejorar la calidad de las revistas. La meta es ahora consolidar la red mediante la incorporación de publicaciones de otros países y analizar la posibilidad de desarrollar un proyecto de una revista científica con artículos de todas las áreas del conocimiento, bajo los moldes de la estadounidense Science y de la inglesa Nature.
Creada en Brasil en 1996, en el marco de una iniciativa de la FAPESP e implantada en sociedad con el Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (Bireme) e instituciones nacionales e internacionales ligadas a la comunicación científica, la Red SciELO se consolidó como una solución eficiente para la proyección de la investigación científica de los países en desarrollo. Los artículos publicados en las 131 revistas brasileñas en la base SciELO, por ejemplo, registran mensualmente alrededor de un millón de accesos, y los artículos publicados en 48 títulos chilenos, unas 500 mil consultas mensuales. “El modelo de acceso abierto ha demostrado ser ideal para fomentar la producción científica en los países en desarrollo”, evalúa Abel Parker, director de Bireme. El número de accesos se ha elevado significativamente a partir de este año, luego de que el sitio de búsqueda Google indexó las páginas de Scielo.
La Red SciELO inició sus actividades con publicaciones brasileñas, pero evolucionó para incorporar luego revistas iberoamericanas, gracias a la visión internacionalista de Parker, tal como recuerda José Fernando Perez, director científico de la FAPESP. “El éxito sería tanto mayor cuanto más países pudiesen participar”, argumenta. Actualmente, al margen de Brasil y Chile, la Red SciELO cubre Cuba, con 14 revistas, y España, con 18, y reúne también colecciones de revistas de salud pública cuyos artículos en septiembre recibieron más de 172 mil consultas.
En la reunión de México quedó claro el potencial de expansión de la red. Estuvieron presentes en el encuentro 52 editores de revistas científicas de países donde el sistema opera o que se lo implantará: Argentina, Colombia, México, Perú y Venezuela. “El trabajo de integración latinoamericana quedó documentado en México”, subrayó Perez, quien estuvo presente en el encuentro. De acuerdo con la evaluación de Anna María Prat, asesora de la presidencia de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) de Chile, SciELO ha producido un fuerte impacto en las políticas de ciencia y tecnología de los países latinoamericanos.
En su país, comentó Prat, se ha iniciado la transferencia y la capacitación para operar con la metodología SciELO en las universidades que deseen publicar sus propias revistas, creando así una red nacional de información científica. Los editores chilenos, añadió, se muestran entusiasmados con la puesta en marcha de un sistema que les facilitará en un futuro próximo la publicación de artículos tan pronto como las revistas los acepten. Anna María comentó también que se encuentra en andadura un proyecto en sociedad con el Institut de L’information Scientifique et Technique (Inist) de Francia, que prevé la creación de un “sitio espejo” de SciELO en ese país.
Hooman Momen, editor del Boletín de la Organización Mundial de la Salud con sede en Ginebra, Suiza, afirmó que SciELO es “un proyecto victorioso” y destacó la calidad de las revistas que, según su evaluación, han presentado mejoras tanto en los aspectos formales como en su visibilidad y acceso. Propuso, a modo de promoción y marketing, que se difundan tanto entre los editores como en los medios de comunicación de los diversos países los datos existentes en la Red SciELO.Gladys Faba-Beaumont, directora del Centro de Información para Decisiones en Salud del Instituto Nacional de Salud Pública de México, comentó que comenzó a valorar SciELO en su carácter de usuaria. Definió a la red como un concepto editorial, ya que las líneas editoriales de SciELO, si bien se difunden en cada país, dotarán de legitimidad a la producción científica de la región.
Las publicaciones indexadas
El vigor de la actividad de investigación de un país se mide de acuerdo con el número de artículos publicados en periódicos científicos internacionales indexados y por el impacto de las publicaciones, evaluado acorde al número de citas. Los indicadores del Institute for Scientific Information (ISI) son los más prestigiosos entre la comunidad científica internacional. Pero en los alrededor de 8 mil periódicos indexados en la base del ISI, un máximo de 80 publicaciones son latinoamericanas. La gran mayoría de los títulos se refiere a publicaciones de Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Canadá y Holanda. En el conjunto de los periódicos latinoamericanos, Brasil ocupa un lugar destacado, con unas 20 revistas indexadas ISI, y todas también igualmente indexadas en la base SciELO, de acuerdo con Rogério Meneghini, coordinador del Núcleo de Estudios de Ciencia y Tecnología de SciELO. Meneghini y Abel Parker fueron los mentores de la red.
La parca participación de la investigación latinoamericana en el ISI, ante el número de periódicos de calidad indexados en la base SciELO, sugiere según la evaluación de Meneghini que de hecho existe una cierta ciencia escondida en los países en desarrollo. Y esta ciencia es precisamente lo que SciELO pretende exponer. “Nuestra meta es duplicar el número de títulos latinoamericanos en la base ISI. Pretendemos elaborar un dossier demostrando que en la base SciELO existen revistas mejores que muchas que figuran en el ISI. En tal sentido, estamos listando cuáles son las más interesantes.”
Acceso abierto
El éxito de SciELO obedece en gran medida al hecho de que brinda acceso abierto a las publicaciones indexadas en su base. La red cuenta con financiación de la FAPESP, es ejecutada por Bireme y cuenta también con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). Sin embargo, en la gran mayoría de los países la consulta se paga. “Las empresas que publican revistas científicas constituyen uno de los emprendimientos más rentables del mundo”, afirma Meneghini. En Estados Unidos, por ejemplo, el autor del artículo paga el costo de la inserción, suscribe el copyright y encima las editoriales le cobran la suscripción al lector y a las bibliotecas. “Existe un clima de descontento en la comunidad científica contra el acceso pagado”, comenta Meneghini. A comienzos de noviembre, éste participará en una reunión que se realizará en París, Francia, en su carácter de representante de la Academia Brasileña de Ciencias.
El encuentro, organizado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, tiene en pauta la forma de acceso a las publicaciones electrónicas. “La idea es que se pague la inserción, cuyo valor está previsto en el financiamiento a la investigación. Quienes ingresan no pagan. También se contempla la posibilidad de buscar patrocinios”, adelanta Menghini. En la mayoría de los países, las agencias de fomento solventan los gastos de publicación. Pero será necesario hallar la solución para el caso de los científicos que no cuentan con este tipo de subvención. “Este tema se debatirá en París. Cabe la posibilidad de crear un fondo para patrocinar publicaciones en los países donde los investigadores no cuentan con tal apoyo”, dice.
La producción se triplica
La NSF registra un incremento del número de publicaciones latinoamericanas
El número de artículos científicos publicados por investigadores de países latinoamericanos trepó de 5,6 mil en 1988 a 16,3 mil en 2001, de acuerdo con un estudio de la National Science Foundation (NSF) divulgado en octubre, con base en tabulaciones especiales e informaciones del ISI, de Science and Social Science Citation Indexes y CHI Research, Inc, al margen de datos del Banco Mundial.
Este crecimiento, equivalente al 191%, es muy superior al verificado en otras regiones y en países en desarrollo, como los del norte de África (el 86%), Asia (el 133%) o el Este Europeo, Rusia y las ex repúblicas soviéticas (disminución del 19%). La NSF constató que el buen desempeño de Latinoamérica se concentró en cuatro países: Brasil, Argentina, Chile y México, responsables del 90% de los artículos publicados en 2001. La agencia observó también que los investigadores de estos países pasaron a publicar más en periódicos de prestigio, como Nature y Science. “Se trata de una tendencia que indica que el antiguo deseo de tener una mayor diversidad geográfica con relación a la producción científica se está convirtiendo en realidad”, dijo Arden Bement, director de NSF, en un comunicado de la institución.
Entre los países latinoamericanos, el mayor incremento se registró en Brasil, donde el número de artículos publicados por los científicos se cuadruplicó en el período. Al tener en cuenta la producción per cápita, Argentina y Chile producen más que el conjunto de los países, con un promedio de 70 artículos por millón de habitantes entre 1999 y 2001. En Brasil, el promedio per cápita es de 39 artículos por millón de habitantes.
La mayor producción se concentró en el área de ingeniería y tecnología, seguida de la biología y salud en general. Las áreas de ciencias sociales presentaron una tasa de crecimiento inferior al promedio. Y junto a la producción científica también crecieron las citas de artículos de autores latinoamericanos. Entre 1988 y 2001, el número de citas de la literatura de la región se triplicó. En dicho período, América Latina trepó de un 14% a un 20% entre los bloques de países en desarrollo. “Este aumento podría explicarse por una mayor tendencia de parte de los autores a citar artículos de científicos de sus propios países. Pero los datos obtenidos indican que la mayor parte de ese crecimiento es el resultado de trabajos producidos en otras regiones que citan artículos latinoamericanos”, analiza Derek Hill, de la División de Estadísticas Científicas de la NSF y coordinador del estudio.
La agencia del gobierno estadounidense también constató un aumento significativo en el número de autores latinoamericanos que colaboran con investigadores de otras regiones. En 1988, el 23% de la producción de la región también tenía la firma de científicos extranjeros. En 2001 ese total se elevó al 43%. Los brasileños colaboraron con colegas de 46 países en 1998, y en 2001 dicha sociedad saltó a 103.
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