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EPIDEMIOLOGÍA

Las bacterias de la vida moderna

El patrón de infestación por está cambiando en Brasil, lo que implica serios riesgos para la salud pública

EDUARDO CESARTrabulsi, 40 años de investigación con E. coli: un alerta sobre el origen, la higiene y la cocción de los alimentosEDUARDO CESAR

Luiz Rachid Trabulsi, responsable del Laboratorio Especial de Microbiología del Instituto Butantan de São Paulo, es un perseguidor implacable de la bacteria Escherichia coli, causante de la diarrea infantil. Con la autoridad de quien lleva más de 40 años dedicados al estudio de dicho microorganismo, Trabulsi advierte: nuevas y peligrosas formas que se manifestaron primero en los países desarrollados están apareciendo cada vez más en Brasil. Son bacterias del tipo denominado emergente, asociado a la vida moderna: suelen estar presentes en alimentos industrializados y carnes mal cocidas.

Trabulsi, que continua estudiando el tema en el marco de un proyecto financiado por la FAPESP, no descarta la posibilidad de epidemias causadas por esas bacterias en Brasil y revela que nuevos linajes pueden provocar enfermedades mortales, si no son tratadas adecuadamente. “Cuando algunas Escherichia se tornan menos frecuentes, otras aparecen y ocupan su lugar. Es preciso que el sistema público de salud tome nota de esta nueva situación”, destaca el investigador.

Una de las mayores dificultades en el combate contra la Escherichia coli es el hecho de que ésta es muy diversificada. Algunos tipos ya han sido estudiados en profundidad, mientras que otros – precisamente los “emergentes” – apenas empiezan a ser comprendidos. Existen linajes que viven en simbiosis en el intestino de los seres vivos, en donde son incluso sintetizadoras de las vitaminas K y B. Con todo, cuando salen de ese hábitat natural y llegan otros órganos, pueden causar serios daños, entre ellos infección urinaria, meningitis infantil e incluso infección generalizada (septicemia).

Linajes patogénicos
Otros linajes no viven en los intestinos y, cuando llegan a éste, provocan diarreas e infecciones. Entre esos linajes patogénicos, existen tres grupos más comunes e importantes. El primero es el de las enteropatogénicos, conocidos por la sigla Epec y responsables por la diarrea infantil. En mayo, en una publicación especializada en nuevas enfermedades infecciosas – Emerging Infectious Diseases, del Center for Disease Control (CDC, centro de control y prevención de enfermedades, de Estados Unidos) -, Trabulsi publicó un artículo sobre las bacterias Epec típicas y atípicas, resaltando las características que las distinguen – como el antígeno, las características genéticas y los mecanismos relacionados con la virulencia.

Las enterotoxigénicas, del grupo Etec, son las que provocan la llamada diarrea del viajero, producto del consumo de alimentos que no forman parte de la dieta habitual del paciente. El tercer grupo es el Stec (Escherichia coli productora de toxina de Shiga), formado por bacterias que causan colitis hemorrágicas (diarreas con sangre) y, en situaciones extremas, el síndrome hemolítico urémico. Este síndrome, caracterizado por anemia, insuficiencia renal aguda y disminución del número de plaquetas, afecta principalmente a niños y ancianos y, si no es bien tratado, puede ocasionar la muerte. En el grupo Stec se encuentra el subgrupo Ehec, de las bacterias enterohemorrágicas, que actúan de la misma manera, pero están en general asociadas con situaciones más graves.

El primer caso
Trabulsi resalta una clave para entender esta cuestión: en el caso de la Epec típica – el primer tipo identificado, en la década de 1940 -, el único reservorio posible es el propio hombre. En todos los otros linajes citados, caracterizados más recientemente, tanto los seres humanos como los animales pueden servir de reservorio. Y es justamente por eso que están asociadas a hábitos de la modernidad, entre éstos el del fast food. “La constitución genética de las bacterias determina, en gran medida, los reservorios que en éstas podrán alcanzar”, explica.

El nuevo escenario que involucra a las Echerichia coli es conocido por los europeos y estadounidenses desde el final de la década del 70. La primera epidemia provocada por las Ehec se registró en 1982 en la ciudad de Pitsburgh, Estados Unidos, causada por el consumo de hamburguesas contaminadas. Después, otros brotes llegaron a Finlandia, Alemania, Inglaterra, Escocia, Canadá y Japón. El surgimiento de los nuevos linajes comenzó a llamar la atención de los investigadores brasileños al inicio de los años 90 – y, desde entonces, ya se han publicado varios estudios sobre el tema.

La edición del mes pasado de Emerging Infectious Diseases trajo también la descripción del primer caso registrado en Brasil de Escherichia coli productora de la toxina Shiga, asociada al síndrome hemolítico urémico. El texto lo firma Beatriz Ernestina Cabilio Guth, del Departamento de Microbiología de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), que relata el caso de un bebé de ocho meses que presentaba anemia, micción escasa (disminución del volumen de orina) y un cuadro previo de diarrea. Fue atendido en marzo de 2001 en el Hospital São Paulo, de la Unifesp, y se le diagnosticó el síndrome – los análisis de laboratorio apuntaron claramente la presencia de la E.coli productora de la toxina Shiga. El bebé fue sometido al tratamiento y se recuperó.

Pero, según Beatriz, no es fácil aclarar esos casos. La insuficiencia renal, cuando aparece, es una consecuencia de la acción de la toxina Shiga, y en la mayoría de los casos, no se logra aislar a la Escherichia para efectuar el diagnóstico. El uso de antibióticos también puede enmascarar la situación. “El descubrimiento del síndrome en un bebé constituye un alerta importante y refuerza los hallazgos que indican que esas bacterias están acá y pueden estar asociadas a los casos más graves”, subraya la investigadora.

Otro artículo de la edición de abril de la misma revista – producto de un trabajo realizado en asociación por el grupo de la Unifesp y el equipo del Instituto Adolfo Lutz – ya citaba la identificación, en el estado de São Paulo, de tres casos pioneros de diarrea causados por Ehec del mismo tipo que en 1982 provocó la epidemia de Pitsburgh. Las tres primeras situaciones de diarrea provocada por Stec habían sido relatadas al comienzo de los años 90 por el grupo del Butantan, en conjunto con el equipo de la Unifesp.

Típicas y atípicas
A los 74 años y jubilado dos veces – en 1988 en la Escuela Paulista de Medicina (hoy Unifesp) y en 1998 en la Universidad de São Paulo (USP), en calidad de profesor emérito -, Trabulsi continua en actividad, como lo prueba el artículo de mayo del Emerging, en el que caracteriza a las bacterias Epec típicas y atípicas. La primera gran distinción que realiza se refiere al reservorio que puede albergarlas: solamente el hombre en el caso de las típicas y también los animales para las atípicas. Y los dos tipos están formados por serotipos o antígenos diferentes. Las típicas tienen plásmidos (elementos genéticos extracromosómicos) que les permiten adherirse en bloque a la pared del intestino.

El potencial de virulencia de las bacterias está asociado al plásmido. Las atípicas, en las que el plásmido no se manifiesta, atacan el intestino dispersamente y producen toxinas. Genéticamente, las atípicas están más cerca de los grupos Ehec y Stec que de las típicas del propio grupo, el Epec. Por último, se sabe que los dos linajes producen tipos diversos de la proteína intimina – pero las consecuencias de ello aún deben estudiarse. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuál de los dos linajes puede causar más daños para la salud humana.

En Brasil, las bacterias Epec típicas dominaron el escenario hasta el final de la década del 80, cuando respondían por alrededor del 30% de los casos de diarrea infantil registrados en el país. Actualmente, según el investigador, ese índice ha caído al 1% ó 2%. En compensación, las diarreas en niños brasileños causadas por Epecs atípicas llegan al 7% del total. “Existe una clara tendencia de inversión en el comportamiento de las bacterias”, asegura Trabulsi.

Condiciones ideales
El investigador buscó las causas de la consolidación de ese nuevo escenario de infestación y concluyó lo siguiente: la sociedad moderna ha logrado, en buena medida, superar los problemas de higiene y de saneamiento básico que favorecían la transmisión de las antiguas bacterias Epec. Con todo, fueron creadas las condiciones ideales para que nuevos linajes se desarrollaran: cuanto mayor sea el consumo de alimentos industrializados y carnes mal cocidas, mayor será la posibilidad de que seamos sorprendidos por una Echerichia emergente.

El gran rebaño bovino y la importación de carnes son otros factores que favorecen la diseminación de esas bacterias en Brasil. Puede ser incluso que ya hayamos vivido una epidemia sin saberlo. “El problema es que nuestras autoridades sanitarias no se preocupan por identificar a los agentes causantes de las diarreas”, destaca Trabulsi, en cuyo homenaje, los investigadores del CDC norteamericano le dieron el nombre de Trabulsiella guamensis a una bacteria causante de infección hospitalaria.

Para Trabulsi, el combate contra las bacterias emergentes debe implicar una postura más activa por parte de las autoridades sanitarias y acciones individuales más responsables con relación al origen, la higiene y la cocción de los alimentos. También se deberían crear las condiciones para que los laboratorios analizaran más rápido las muestras de materia fecal de los pacientes. Una alternativa son las vacunas, algunas ya en fase de pruebas, que permitirían cortar el mal por la raíz.

Para acelerar los descubrimientos, el Butantan mantiene acuerdos con instituciones del exterior, como el Instituto Pasteur de París (Francia), el Imperial College of Science de Londres y el Institute of Child Health de Birmingham (Inglaterra), el Institute for Vacine Development de Baltimore (Estados Unidos) y el Robert Koch-Institute (Alemania). En Brasil, las relaciones más estrechas son con la Unifesp y el Adolfo Lutz, además del Instituto de Microbiología de Río de Janeiro.

A partir de septiembre, Trabulsi pretende concentrarse en la actualización de sus libros Microbiologia (3ª edición, 1996, Editora Ateneu, Río de Janeiro) y Microbiologia das Infecções Intestinais (1982, Ateneu). “Quiero dejar una contribución revisada y moderna sobre la E. coli”, dice. “Aun después de 40 años investigando, no me canso de esos bichitos”.

El Proyecto
Caracterización de Factores de Virulencia y Mecanismos de Patogenicidadde Algunos Serotipos Especiales de EPEC y EAEC
Modalidad
Línea regular de auxilio a la investigación
Coordinador
Luiz Rachid Trabulsi – Instituto Butantan
Inversión
R$ 144.200 y US$ 17.578

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