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BIOLOGÍA

Las labores del fondo del mar

Un equipo de la Unicamp muestra el modo de vida de los peces limpiadores

Los peces limpiadores, con el brillo de sus colores contrastantes -combinaciones de negro y amarillo o azul y blanco en general-, desfilan por los arrecifes coralinos en los que viven, exponiéndose ante peces mayores -sus clientes-, y ejecutando una limpieza en el cuerpo de éstos. Este trabajo incluye el retiro de crustáceos parásitos, de tejido necrosado o enfermo y de mucus, una secreción presente en toda la superficie del pez. Mientras transcurre esa tarea, leves toques de aletas por parte del limpiador producen un estímulo táctil en su cliente, que permanece en una posición poco común, como si estuviera en trance. Una regla fundamental: en la zona de limpieza, nadie es atacado. Sin embargo, fuera de ese escenario, el cliente puede transformarse en predador.

Poco se sabia hasta ahora sobre esa simbiosis de limpieza en los arrecifes de la costa brasileña, pero ahora llega una visión amplia y organizada de este fenómeno, de la mano de un trabajo coordinado por Ivan Sazima, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). Su equipo, integrado por Rodrigo Moura, Cristina Sazima, Ronaldo Francini-Filho y João Gasparini, estudió el tema in loco, desde la costa de Maranhão hasta la de Santa Catarina, con el propósito de evaluar la importancia de los limpiadores en la salud de los arrecifes, y sugerir una reglamentación para la pesca de peces ornamentales -ya que los peces limpiadores son vistos frecuentemente en comercios de peceras, como es el caso del gobio neón (Elacatinus figaro ). “La ausencia de limpiadores empobrece los arrecifes y lleva a que la población de peces enfermos crezca”, afirma Sazima.

Viejos conocidos
Los limpiadores atienden a peces de los arrecifes de variados tamaños: desde el pez mariposa (género Chaetodon ), de entre 7 y 13 centímetros en su edad adulta, hasta la raya manta (Manta ), de entre 1 y 7 metros de envergadura. Ésta es una de las interacciones básicas de las comunidades que viven en los arrecifes, en donde los limpiadores más especializados establecen estaciones de limpieza en sitios específicos, y los clientes incluso llegan a abrir las branquias y la boca para que los limpiadores ejecuten adecuadamente su labor. Existen indicios de que los clientes aprenden y memorizan el camino hacia la estación, por más que se desplacen de ambiente. “Se cree que el limpiador y sus clientes incluso se reconocen individualmente”, dice Cristina, hija de Ivan Sazima.

La ceremonia de limpieza tiene sus rituales: los peces grandes se yerguen, y muchas veces se acuestan de lado o sesgados con la cabeza inclinada hacia abajo o hacia arriba. Llegan incluso a cambiar de color para atraer a los limpiadores. Las sesiones duran desde algunos segundos hasta 15 minutos, como en el caso de la limpieza de un abadejo. El movimiento diario de clientes en las estaciones varía según la región: cada limpiador atiende a alrededor de cien clientes por día en el litoral sudeste, a unos 500 en el mar de Bahía y hasta mil en Fernando de Noronha. El mismo cliente puede recurrir a la estación de limpieza más de una vez al día.

Los limpiadores menores no ocupan más que un metro cuadrado en el espacio de su comunidad, y duermen en las grietas de las rocas y de los arrecifes. Los mayores no cubren más de 5 metros cuadrados. Salir de allí es un peligro. “Se mantienen protegidos en función de la limpieza, pues la estación es identificada por los predadores”, dice Cristina. “Al apartarse de la estación, el limpiador de un mero puede ser devorado por éste, que ya no lo respeta ni lo identifica en su función.”

Pequeños y coloridos
Los limpiadores tienen entre 2 y 12 centímetros de longitud y colores contrastantes, que sirven para llamar la atención de los clientes. “El fuerte efecto visual, sobre un fondo de coral o roca, funciona para que los limpiadores se destaquen en su ambiente, pues los peces son capaces de ver los colores”, explica Ivan Sazima. “En la base de su alimentación se encuentran el mucus y los minúsculos crustáceos ectoparásitos.”

Existen más de cien especies de peces limpiadores en otros mares, habituales u ocasionales: 30 especies en el Pacífico, 12 en el Mediterráneo y 20 en América Central y el Caribe. Con el tiempo, las investigaciones llegaron a los mares de Australia y Hawai. Hoy en día, el Labroides dimidiatus , un pez limpiador del Indo-Pacífico, es el limpiador más estudiado y ha originado la mayor parte del conocimiento sobre el tema.

Sazima esperaba encontrar entre diez y 12 especies en la costa brasileña, pero este pronóstico fue superado: registró 25 especies de limpiadores, ocho de las cuales tienen en común los colores negro y amarillo. “Son alrededor del 10% de los peces de los arrecifes conocidos, de los cuales se conocen entre 250 y 300 especies”, dice Sazima. “Es una proporción sorprendente”. El equipo de la Unicamp describió dos especies nuevas: el neón o gobio neón (Elacatinus figaro ), y el grama o loreto (Gramma brasiliensis ). La diversidad inesperada limitó el estudio, que fue profundizado solamente en cuatro especies: el pez ángel francés (Pomacanthus paru ), el bodião de noronha (Thalassoma noronhanum ), el gobio neón (Elacatinus figaro ) y el gobio (Elacatinus randalli ).

El menor de los limpiadores de la costa brasileña es el gobio neón, de alrededor de 4 centímetros de longitud, que ejerce su trabajo durante toda la vida. Entretanto, el pez ángel francés (Pomacanthus paru ) -que vive en la mayor parte de la costa, en las islas continentales y en algunas oceánicas, mide entre 20 y 60 milímetros -solamente es un limpiador cuando es joven. Luego abandona la actividad de limpieza y se alimenta de esponjas y algas. Su actividad de limpieza fue valorada tras los estudios del grupo. “El pez ángel francés puede ser comparado con el gobio neón, un limpiador muy especializado”, dice Ivan Sazima.

La actividad limpiadora del bodião-de-noronha, encontrado tanto en la costa como en localidades oceánicas, se ubica en un término medio: es un limpiador en la fase juvenil y la de adulto joven, cuando mide entre 20 y 50 milímetros de longitud. Lo que distingue efectivamente a esta especie de los otros limpiadores es su lugar de trabajo: este pez establece estaciones de limpieza en la columna de agua -es decir, arriba del sustrato marino de rocas y colonias de coral en donde operan los otros- y forma grandes agrupamientos circulares, que llegan a reunir hasta 450 individuos.

Para observar todo esto, los investigadores trabajaron con buceo autónomo, con tubos de aire comprimido. Durante cinco años, efectuaron centenas de buceos a entre 3 y 18 metros de profundidad, con una hora de duración promedio cada uno. Fue así que recorrieron los ambientes de los arrecifes de Parcel Manoel Luís (Maranhão) y del Archipiélago de Fernando de Noronha (Pernambuco), los arrecifes costeros de Tamandaré (Pernambuco), el Archipiélago de Abrolhos (Bahía), la Isla Escalvada y el Archipiélago de Tres Islas (Espírito Santo), la Isla do Papagaio y otras islas costeras en Cabo Frio (Río de Janeiro), Isla Anchieta, Isla da Vitória y Laje de Santos (São Paulo) e Isla do Arvoredo (Santa Catarina).

Ivan Sazima pretende continuar el estudio de la simbiosis de limpieza, que prácticamente se restringe a los océanos, pues en aguas dulces este fenómeno es poco conocido, pese a que se sabe que en África existen peces limpiadores de hipopótamos. El próximo foco del grupo serán los peces oportunistas que siguen a las rayas y a otros peces carnívoros que revuelven el fondo. Sazima sabe que su trabajo es urgente: el comercio de los coloridos peces y langostinos ornamentales marinos -en los mares, los langostinos también son limpiadores de peces- está alterando seriamente el equilibrio en los arrecifes brasileños.

El Proyecto
Peces Limpiadores del Atlántico Sur Occidental: Historia Natural, Distribución y Dinámica
Modalidad
Línea regular de auxilio a proyecto de investigación
Coordinador
Ivan Sazima – Unicamp
Inversión
R$ 74.824,85

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