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Carta de la editora | 208

Las materias primas para plasmar el futuro

Aquéllos a los que les atraen los estudios prospectivos, o que simplemente se deleitan con los vuelos de la imaginación sobre el futuro, encuentran en la nueva lista de 17 Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepids), anunciada por la FAPESP el 14 de mayo, una materia prima riquísima para delinear escenarios probables del panorama de la investigación científica en São Paulo dentro de 10 años. Por supuesto que siempre existe una cierta incertidumbre, e intervenciones de lo imponderable, aparte de la posibilidad de que surjan cambios en un derrotero determinado económica y políticamente, que inutilizan bosquejos surgidos del esfuerzo de atisbar en las brumas de lo que está por venir. Con todo, y una vez hecha tal salvedad, los 680 millones de reales en inversiones previstas cuyo destino está en esos centros, durante un lapso de hasta 11 años, de los cuales 370 millones de dólares son aportados por la FAPESP y otros 310 millones de dólares quedan a cargo de las instituciones sedes, y van a parar a los sueldos de los investigadores y técnicos participantes, sin duda diseñan una parte sustancial de lo que será la estructura y las grandes líneas de fuerza de la producción de conocimiento científico en este estado de São Paulo durante una década. Esto me parece que es una razón más que suficiente como para que el programa de los Cepids se erija en la portada obligatoria de esta edición de Pesquisa FAPESP.

En este campo descentralizado y burbujeante de producción de nuevos conocimientos que se está montado en territorio paulista, hay trabajos de áreas tan disímiles como la neuromatemática y la matemática aplicada a la industria, la neurociencia y la neurotecnología, el desarrollo de nuevas drogas y terapias celulares, las enfermedades inflamatorias, la obesidad y la biomedicina, vidrios y nuevos materiales cerámicos, óptica y fotónica, ciencia e ingeniería computacional, estudios de la metrópolis y estudios sobre la violencia, por mencionar tan sólo algunas. Esto crea un perfil riquísimo y multifacético para el sector de ciencia y tecnología de este estado brasileño, articulado con las grandes tendencias internacionales de la investigación científica y, simultáneamente, atento a las aflicciones locales que requieren su comprensión para superárselas (como en el caso del fenómeno de la violencia contemporánea). Y haciendo una ligazón entre todos los centros se encuentra en primer lugar el imperativo de cada Cepid por trabajar en la frontera del conocimiento. En segundo lugar se ubica su compromiso intrínseco con la creación de conocimiento, la generación de innovaciones resultantes de dicho conocimiento para su efectiva apropiación social y también la difusión de ese conocimiento y de las innovaciones en el seno de la sociedad, lo que enmarca la inserción de los Cepids entre las mejores políticas para la expansión de la cultura científica en Brasil.

Ésa era de antemano la filosofía del programa de los Cepids cuando tuvo inicio, en el año 2000, con el apoyo a 11 centros hasta 2012, totalizando recursos invertidos por un valor cercano a los 260 millones de reales. Y ahora la misma se expande, con el aliciente de una de las mayores inversiones que ya se hayan hecho en Brasil destinadas a programas de investigación científica a cargo de los organismos de fomento del sector. Cabe también destacar aquí que los Cepids de la lista recientemente anunciada –nueve de ellos efectivamente nuevos y ocho que se mantienen de la lista de 2000 tal como eran o remozados– movilizarán de entrada a 535 científicos de São Paulo y 69 de otros países, un equipo respetable para un esfuerzo notable de crecimiento y ampliación del impacto de la ciencia brasileña hecha en São Paulo. Muchos más detalles pueden leerse en el reportaje elaborado por nuestro editor de política científica y tecnológica Fabrício Marques, a partir de la página 16.

En esta edición quiero destacar también, en nuestra sección de tecnología, el reportaje elaborado por Bruno de Pierro, editor asistente de política, sobre las inversiones en investigaciones vinculadas a la caña de azúcar y al etanol que se llevan adelante en diversas empresas privadas, siguiendo un movimiento inaugurado por Monsanto en 2008. Y recomendar el sorprendente texto de Carlos Fioravanti, nuestro editor especial, sobre Paulo Vanzolini, en la página 52. ¡Les deseo una buena lectura!

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