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Ciencia

Las plantas que migran

La Sabana brasileña comparte más de la mitad de sus especies de árboles con el Bosque Atlántico y la Selva Amazónica

A olvidarse de que el alcornoque (Bowdichia virgilioides), un árbol de corteza gruesa y plagada de grietas, flores blancas o fucsia y hasta 20 metros de altura, es una especie autóctona del llamado Cerrado [la Sabana brasileña], por más que sea abundante en este tipo de vegetación de la región central de Brasil. El alcornoque “está allí” sí, al igual que la mayoría de especies de árboles y arbustos del Cerrado.

Sin embargo, tan solo el 41% de los árboles encontrados en esa vegetación, caracterizada por campos de gramíneas y árboles de pequeño y mediano porte, con troncos tortuosos con corteza gruesa y hojas espesas, son exclusivos de la zona. Este ecosistema, que llegó alguna vez a ocupar alrededor de 2 millones de kilómetros cuadrados, o casi el 25% del territorio nacional, comparte las demás especies de árboles con otros dos ecosistemas vecinos: el Bosque Atlántico y la Selva Amazónica, de acuerdo con un estudio coordinado por Raimundo Paulo Barros Henriques, de la Universidad de Brasilia (UnB), realizado junto con expertos de la estatal Embrapa-Cerrados, una de las divisiones de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria.

En el marco de este trabajo, publicado en la Revista Brasileira de Botânica, Henriques analizó las especies de árboles y arbustos de 12 localidades del Cerrado stricto sensu – que es su forma más característica –, situadas en áreas tan disímiles como Pedra Caída, estado de Maranhão; Chapada dos Guimarães, Mato Grosso; Araxá, Minas Gerais y Botucatú, São Paulo. De las 290 especies de árboles identificadas, solamente 119 eran exclusivas de la Sabana brasileña. Las restantes 171 también existen en el Bosque Atlántico, que se extiende hacia el este, y en la Selva Amazónica, al norte – en realidad, 130 forman parte tanto de la flora del Cerrado como de la vegetación atlántica, 4 están en la Sabana brasileña y en la Amazonia y 37 aparecen en las tres formaciones forestales.

Con todo, cabe preguntarse: ¿por qué algunas de esas especies se encuentran en ambientes tan distintos como el Cerrado, que es cálido y seco, y la Selva Amazónica, que registra una elevadísima humedad? Posiblemente esto se deba a una migración muy lenta, resultante de variaciones del clima acaecidas durante miles de años. Estudios sobre la dispersión de granos de polen y de esporos indican que en los últimos 60 mil años el clima en la región de la actual Sabana brasileña o Cerrado alternó entre períodos más secos y cálidos y otros más húmedos y fríos. De este modo, es probable que la elevación de la humedad haya creado el ambiente propicio para la diseminación de especies como la copaiba (Copaifera langsdorfii), un árbol de hasta 35 metros encontrado también en el Bosque Atlántico, o como la canela parda (Nectandra cuspidata ) y el cajá-mirim o jobo (Spondias lutea), que de la misma manera viven en la Selva Amazónica.

Henriques verificó también que la proporción de especies de árboles y arbustos de la Selva Amazónica disminuye de manera progresiva conforme aumenta la distancia entre el área estudiada y la Amazonia. En tanto, el número de especies del Bosque Atlántico halladas en el llamado Cerrado crece con la distancia, hasta alcanzar un máximo a unos 600 kilómetros de la frontera entre ambos ecosistemas, y luego disminuye. Otra conclusión del estudio indica que la variedad de especies compartidas entre el Cerrado y el Bosque Atlántico es mayor en las áreas donde el relieve del Cerrado es más elevado, a alrededor de entre 800 y 1.000 metros de altura.

Al menos tres factores ayudan a entender por qué la variedad de especies encontradas en el Cerrado y en el Bosque Atlántico (130) es tanto mayor que la de especies que existen en el Cerrado y en la Amazonia (4). La vegetación amazónica probablemente es más sensible al clima más seco y frío de la Sabana brasileña que las plantas de los bosques cercanos al Atlántico. El suelo pobre en nutrientes también es desfavorable al crecimiento de la vegetación de la Selva Amazónica. Asimismo, los árboles y los arbustos del Bosque Atlántico son más resistentes que los de la Amazonia a las quemas, frecuentes en el Cerrado. Este estudio puede colaborar con la preservación de las especies más amenazadas. “Parte de la biodiversidad de Bosque Atlántico, casi totalmente diezmado, existe aún en el Cerrado”, comenta Henriques. “Esto vuelve más importante la conservación de este ecosistema.”

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