CATARINA BESSELL
Dos estudios brasileños sobre divulgación científica, citados en primera mano en el marco de la Conferencia Mundial de Periodismo Científico 2011, realizada en Doha, Qatar, al final del mes de junio, ponen de manifiesto, al superponérselos, un panorama curiosamente inconexo para ese campo en el país: así como por una parte los periodistas científicos revelan un alto grado de satisfacción con su trabajo profesional, por otra, una elevada proporción de una muestra representativa de la población paulistana (el 76%) declara que nunca lee noticias científicas en los periódicos, revistas o en Internet. Y allí aparece lo más sorprendente: dentro del universo de los entrevistados escuchados en el estado de São Paulo en la segunda investigación, un 52.5% declaró – una gran admiración – por los periodistas y un 49.2% por los científicos, más allá de que pocos leen las noticias elaboradas por unos al respecto del trabajo de los otros. Éstos y otros datos provenientes de estos estudios generaron varios interrogantes para los estudiosos de la cultura científica nacional. Mencionamos uno, sólo para empezar: ¿la satisfacción profesional del periodista científico es independiente de que él llegue a destino con su producción, es decir, que llegue a los lectores, los telespectadores, los oyentes o, de una manera más general, el público?
La Conferencia Mundial, trasladada a último momento de El Cairo a Doha, debido a los disturbios políticos que tuvieron inicio en enero en Egipto, reunió a 726 periodistas de 81 países, quienes, durante cuatro días, debatieron desde el concepto central del periodismo científico, pasando por las múltiples formas de ejercerlo y sus dificultades, hasta los variados problemas de organización que afrontan estos profesionales en Asia, África, Europa, América del Norte o en América Latina, en los países más democráticos y en los más autoritarios. Una inquietud siempre presente en todos esos debates fue el desarrollo de la noción que indica que el quehacer del periodismo científico no es traducirle al público la información científica, sino que estaría más bien relacionado con hallar medios eficaces para narrar con lenguaje periodístico lo que dentro de la producción científica puede identificarse como noticia de interés para la sociedad. La próxima Conferencia Mundial se realizará en Finlandia en 2013.
El estudio que llama la atención por el alto grado de desinterés al respecto de las noticias de ciencia, presentado por uno de los representantes de la FAPESP en la conferencia, se denomina Percepción pública de la ciencia y la tecnología en el estado de São Paulo y constituyó el 12º capítulo de Indicadores de ciência, tecnologia e inovação em São Paulo – 2010, presentado por la FAPESP en el pasado mes de agosto. La investigación, elaborada por el equipo del Laboratorio de Estudios Avanzados en Periodismo de la Universidad Estadual de Campinas (Labjor-Unicamp) bajo la coordinación de su director, el lingüista Carlos Vogt, se basó en términos empíricos en un cuestionario compuesto por 44 preguntas aplicado a 1.076 personas de la ciudad de São Paulo, aparte de otras 749 en el interior y en el litoral del estado, en 2007. Por lo tanto, fueron 1.825 los entrevistados en 35 municipios, distribuidos entre las 15 regiones administrativas (Ras).
Cabe subrayar que éste constituyó la segunda investigación directa en una muestra de la población al respecto de su percepción de la ciencia realizado por el Labjor y ambos se hallaban integrados con un esfuerzo iberoamericano relacionado con la elaboración de indicadores capaces de reflejar la cultura científica de la región. La primera encuesta, realizada entre 2002 y 2003, incluyó muestras de las ciudades de Campinas, Buenos Aires y Montevideo, aparte de Salamanca y Valladolid, en España, y sus resultados fueron presentados en Indicadores de C, T & I em São Paulo – 2004, también publicado por la FAPESP. En tanto, en 2007, la investigación, realizada con una metodología perfeccionada y una muestra ampliada, incluyó a siete países, aparte de Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Venezuela, Panamá y España. El núcleo común del cuestionario estaba constituido por 39 preguntas y cada región podía desarrollar libremente otras preguntas.
El otro estudio brasileño presentado en Doha se denomina Periodismo científico en América Latina: para conocer mejor a los periodistas científicos de la región y, en rigor, todavía se encuentra en curso. Los resultados preliminares presentados se basaban en las respuestas a un cuestionario compuesto por 44 preguntas – desarrollado por la London School of Economics and Political Science (LSE) -, remitidas hasta el 21 de junio. Para ese entonces, más de 250 periodistas respondieron el cuestionario, entre ellos aproximadamente 80 brasileños, según su coordinadora, la periodista Luisa Massarani, directora de la Red Iberoamericana de Monitoreo y Capacitación en Periodismo Científico, la institución responsable por el estudio, en colaboración con el LSE. El estudio también cuenta con el apoyo de asociaciones de periodismo científico y otras instituciones relacionadas con el área de divulgación científica de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá y Venezuela.
El objetivo de este estudio, tal como el título lo indica, revela una inquietud por saber cuántos y quiénes son y qué percepción tienen de la ciencia los periodistas involucrados con la cobertura sistemática del área en Latinoamérica. “No contamos con una idea al respecto, ni siquiera sabemos cuántos periodistas científicos existen en Brasil y si ellos son o no representativos dentro de la categoría”, dice Luisa Massarani, quien también es directora del Museo de la Vida de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y coordinadora para América Latina de la Red de Ciencia y Desarrollo (SciDev.Net). Hasta hace poco, recuerda, “la Asociación Brasileña de Periodismo Científico (ABJC), basándose en su registro de socios, calculaba ese número en alrededor de 500, aunque eso en realidad incluía a científicos y otros profesionales interesados en la divulgación de la ciencia”. A propósito, la ABJC comenzará el mes que viene con el reempadronamiento de los socios, junto a una convocatoria a captar nuevos asociados, lo cual contribuirá para este censo de los periodistas científicos en Brasil.
La credibilidad de la ciencia
Mediante 46 gráficos y 55 tablas anexas que pueden ser cruzadas según el interés específico de cada estudioso, el estudio de percepción de la ciencia patrocinado por la FAPESP y coordinado por Vogt permite obtener una infinidad de conclusiones y nuevas hipótesis acerca de cómo la sociedad absorbe ciencia por los medios de comunicación o cómo el espectro de las clases sociales o económicas del estado de São Paulo reaccionan ante la exposición a noticias del área científica. Al propio coordinador, uno de los puntos que más le llamó la atención de los resultados de la investigación fue la relación inversa que ésta permite establecer entre la credibilidad de la ciencia y la información sobre ciencia. “El axioma sería: cuanto más información, menos credibilidad de la ciencia”, expresa. De esta manera, si se consulta el gráfico relacionado con el grado de consumo declarado de información científica versus la actitud en cuanto a los riesgos y beneficios de la ciencia (gráfico 12.11), se puede constatar que un 57% de los entrevistados que declaró un alto consumo considera que la ciencia y la tecnología pueden ofrecer simultáneamente muchos riesgos y beneficios y un 6,3% cree que pueden ofrecer muchos riesgos y pocos beneficios. En tanto, entre aquéllos que declararon un nulo consumo de información científica, el 42,9% observa simultáneamente muchos riesgos y beneficios y el 25,5% muchos riesgos y pocos beneficios. “Es decir que entre los más informados existe una alta proporción que percibe riesgos y beneficios en la ciencia al mismo tiempo”, destaca Vogt, presidente de la FAPESP entre 2002 y 2007 y actualmente coordinador de la Universidad Virtual del Estado de São Paulo (Univesp), indicando que ésa constituiría una visión realista. Obsérvese que el grado de pesimismo es mucho mayor entre los que declararon un nulo consumo de información científica: el 8,1% de ellos sostuvo que la ciencia no ofrece ningún riesgo y ningún beneficio, mientras que ese porcentaje fue de un 5,8% entre los que declararon un consumo bajo, de un 2,3% entre los que se situaron en un rango de consumo mediano o bajo, de un 0,7% en el rango mediano o alto y cero entre los altos consumidores de información científica.
CATARINA BESSELL
En la parte del trabajo referida al interés general en C&T, sorprende que el tema se encuentre situado por los entrevistados en promedio en un quinto lugar, detrás del deporte y antes que el cine, el arte y la cultura, entre las 10 temáticas usualmente cubiertas por los medios (gráfico 12.1). Pero, mientras que para el deporte un 30,5% de ellos se declaran muy interesados y un 34,9% interesados, en ciencia y tecnología son un 16,3% los muy interesados y un 47,1% los interesados, es decir, que la intensidad del interés es menor. Vale también observar cómo los diferentes grados de interés en C&T asemejan a la ciudad de São Paulo con Madrid y la alejan inmensamente de Bogotá (gráfico 12.2). De esta manera, un 15,4% de los entrevistados de São Paulo y un 16,7% de los entrevistados de Madrid se declararon muy interesados en C&T; en la categoría de los interesados, los porcentajes fueron del 49,6% y del 52,7%; para los pocos interesados, un 25,5% y un 24,8%, y para los nada interesados un 9,4% y un 5,9%, respectivamente. En tanto, en Bogotá, nada menos que un 47,5% se declaró muy interesado. Nadie sabe por qué. Los interesados totalizaron un 33,2%, los pocos interesados, un 15,3% y los nada interesados, un 4%.
No existe gran diferencia en los niveles de interés según las edades. Tanto jóvenes como gente de más edad se distribuyen democráticamente en los diversos grados considerados (gráfico 12.6ª). En cuanto al grado de escolaridad, ocurre exactamente lo contrario: entre los muy interesados en ciencia y tecnología, un 21,9% corresponde a graduados y posgraduados, un 53,9% a aquéllos con título de enseñanza media, un 21,5%, con primaria completa, un 1,7%, educación preescolar y un 1% no cuenta con ningún grado de escolaridad. En tanto, en la categoría – nada interesado – encontramos un 1,2% de graduados y posgraduados, un 26,3% de individuos con enseñanza media, un 47,4% con primaria, un 8,8% con preescolar y un 16,4% de gente que no cursó ningún tipo de escolaridad (gráfico 12.5).
Junto a todas las inferencias que permiten los resultados tabulados e interpretados de los cuestionarios, Vogt destaca que aunque la mayoría de la población no lee noticias científicas, al mismo tiempo se encuentra expuesta de manera más o menos pasiva a la información circulante sobre ciencia. “Cada vez que noticieros como el Jornal Nacional o el Globo Repórter mencionan, por ejemplo, algún dato sobre un alimento funcional, prácticamente la sociedad en su conjunto comienza a ocuparse del tema durante los días posteriores”, menciona. Vogt cree que las investigaciones de medios y frecuencia de los reportes científicos en la prensa pueden proveer parámetros indicativos para estudios que puedan complementar lo ya construido hasta ahora acerca de la percepción pública de la ciencia.
Profesionales satisfechos
Luisa Massarini sostiene que así como actualmente se ha avanzado en cuanto a los estudios de audiencia en muchos campos, especialmente para el caso de las telenovelas en Brasil, en el área del periodismo científico todavía no existen estudios capaces de indicar qué sucede en términos de percepción cuando la gente oye y ve una noticia del área en el noticiero Jornal Nacional. “¿La gente lo comprende? ¿La información suscita desconfianza? No lo sabemos”. De cualquier manera, en su comprensión permanece como algo de gran importancia el significado de hacer periodismo científico, en cuanto a su producción y en cuanto a su recepción.
Por el momento, el estudio que ella coordina ha logrado detectar que las mujeres resultan ser mayoría entre los periodistas científicos en Latinoamérica, un 61%, frente a un 39% de varones, y que esa es una especialidad en la que predominan los jóvenes: casi un 30% de la muestra se encuentra comprendida en el rango entre 31 y 40 años de edad, y un 23% tienen entre 21 y 30 años. En concordancia con este último dato, un 39% de los entrevistados trabaja desde hace menos de 5 años en periodismo científico y un 23% hace entre 6 y 10 años. Y, el dato más revelador, un 62% de ellos dicen que se encuentra satisfechos con su trabajo en periodismo científico, y más del 9%, muy satisfechos. Es probable que ello esté relacionado con el hecho de que un 60% cuenta con un empleo formal de tiempo completo en el área.
Por otra parte, aunque los periodistas científicos de América Latina no cuentan con muchas fuentes oficiales que les proporcionen un feedback de su trabajo, un 40% de ellos manifiestan estar seguros de que su rol es informar al público, un 26% piensa que su función es traducir material complejo, un 13% educar, y un 9% movilizar al público. Y evaluando el resultado de su trabajo, un 50% cree que el periodismo científico producido en Brasil es aceptable, un 21% bueno y solamente un 2% lo clasifica como muy bueno.
La mejor indicación de cuánto les agrada a los periodistas científicos su trabajo se expresa en la respuesta a la pregunta acerca de si les recomendarían a otros la carrera. Nada menos que la mitad respondió afirmativamente, sin dudar, mientras que un 40% respondió que probablemente sí. En cualquier caso, aún existe un camino por recorrer en cuanto a la definición del rol que cabe a los periodistas entre los actores que informan qué es y qué hace la ciencia. “¿Quiénes son esos actores?”, indaga Vogt. “Los científicos creían que eran ellos. Los gobiernos consideraban que eran ellos. Pero ahora decimos que es la sociedad. ¿Pero de qué manera?”
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