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Política C&T

Lo pasaron en el espacio

Los medios de comunicación brasileños amplían el espacio que dedican a la ciencia y la tecnología y se aprestan a lanzar una serie de nuevos productos en los próximos meses

La ciencia, la tecnología y la innovación son en la actualidad términos y temas frecuentes en los medios de comunicación brasileños, y en tal volumen y con tal naturalidad que llega a parecer al menos inquietante la indigencia de la cobertura que tenían hasta hace más o menos una década — con las excepciones de rigor, claro está.

Considerados como insumos estratégicos para el desarrollo socioeconómico, y en algunas como ocasiones elementos valiosos para determinadas creaciones de la cultura popular, los avances en el área de ciencia y tecnología — ya sea que se relacionen con los organismos transgénicos, la clonación, los tratamientos con células madre, la energía nuclear, la investigación y la exploración espacial u otros tantos campos — han logrado un considerable espacio extra en los últimos años en los diversos medios brasileños. Más aún: en el marco de ese proceso, la ciencia y la tecnología producidas en el país han dejado de ser discriminadas, cuando no han pasado a ser efectiva y francamente valoradas.

Este cambio puede notarse de manera clara en el Jornal Nacional [Noticiero Nacional] de la Red Globo, el informativo de mayor audiencia de la televisión brasileña, que llega diariamente a algunas decenas de millones de personas. Y ha sido también significativo en los dominios del periodismo gráfico donde, sumándose al incremento de espacio dedicado a la ciencia en los medios tradicionales, se han registrado en los últimos años lanzamientos de algunos títulos importantes, abocados exclusivamente a la ciencia y la tecnología.

Y como si esto fuera poco, nuevas publicaciones se aprestan por estos momentos a agitar el mercado editorial. El poderoso grupo Abril, por ejemplo, que publica la revista de mayor tiraje vinculada a la difusión de la ciencia — Superinteressante (con 400 mil ejemplares), que acaba de llegar a su edición número 200 —, ha agendado para el final de julio el lanzamiento de la revistaSapiens , con una tirada inicial de 40 mil ejemplares. Y por último, las publicaciones online componen un capítulo aparte de la reciente escalada nacional en el área de divulgación científica.

Con seguridad, diez de cada diez de los alrededor de 70 mil científicos brasileños, y también muchos otros profesionales que siguen más de cerca los temas científicos querrían saber qué es lo que logra transformar los datos y los resultados de la investigación científica en noticia del Jornal Nacional. Según su editor en jefe, el periodista William Bonner, se informa principalmente aquello que es nuevo — algún logro científico, novedades en el área de investigación —, aquello que puede tener aplicación inmediata o lo que es sin duda importante como un paso hacia la conquista de algo, como por ejemplo un medicamento o un determinado bien económico en un futuro próximo. “Si hiciésemos un análisis de todo lo que ha ido al aire en los últimos años, con seguridad los temas vinculados a la salud serían la mayoría; o los temas de interés circunstancial, como fue el caso de la crisis energética y las notas relativas a estudios tendientes al ahorro de energía o sobre fuentes alternativas.”

Bonner reconoce que la salud es efectivamente el tema más fácil de poner en el aire en televisión, en particular las noticias referentes a los nuevos caminos en dirección hacia la cura de las enfermedades. De cualquier manera, segundo el periodista, el menú de temas de ciencia del Jornal Nacional es dinámico. “No tenemos editores de ciencia, pero contamos con una lista de consultores, lo que constituye un cuidado básico a la hora de abordar temas científicos con calidad y rigor”. Por cierto, algunos criterios sugeridos por uno de estos consultores — el médico Caio Rosenthal, de São Paulo — al momento de la producción de un reportaje que salió al aire en el año 2000, se transformó en una especie de biblia para toda la redacción, comenta Bonner.

Ellos incluyen el chequeo obligatorio de cuatro items antes que un reportaje o una noticia salga al aire: verificar si el investigador utilizó la metodología científica en su experimento; si la investigación con seres humanos se rigió por el código de la comisión de ética; si los voluntarios que participan en el experimento firmaron términos que indiquen que estaban plenamente conscientes acerca de los riesgos implicados y si la investigación ya fue o será publicada y en qué revista científica de importancia.

Bonner admite que el hecho de que el “JN” se oriente a un público masivo, formado por grupos de diferentes niveles sociales y económicos, crea dificultades con relación a la forma más adecuada de abordar los temas de ciencia. “Debemos ser lo suficientemente claros ante el público de baja escolaridad, sin insultar la inteligencia de los que tienen mayor nivel de conocimientos. Ambos públicos son nuestros telespectadores”. Una estrategia de lenguaje empleada cosiste en trabajar siempre con analogías y con ejemplos del repertorio de conocimientos del público menos letrado.

Pero una información importante sobre la percepción del público referente a las cuestiones científicas surgió, según Bonner, de una gran encuesta cualitativa realizada a comienzos de este año para consumo interno en la red Globo, por la cual la emisora deseaba saber entre otras cosas hasta qué punto algunos temas complejos abordados en el noticiero habían sido comprendidos por parte del público masivo. “El resultado fue frustrante, pero, al mismo tiempo, fue productivo: en la serie sobre transgénicos, aunque usamos formas didácticas para abordar el tema, la comprensión fue muy baja. El espectador tiende a querer respuestas objetivas para los diversos temas y, en este caso, lo que restó fue la polémica existente sobre la cuestión de los organismos modificados. La constatación del fracaso al intentar lograr ese objetivo nos sirvió de aliciente como para intentar entender por qué el didactismo empleado no fue suficiente”, dice el periodista.

Una relación visceral
Pareciera existir una relación estrecha y esencial, e incluso obvia — en cierta medida — entre el notable incremento de la investigación científica en Brasil durante los últimos diez años (lea el reportaje de la página 28) y la expansión sistemática de la divulgación científica en el país al cabo de ese período. Y, cabe subrayarlo, esa expansión se verifica, por así decirlo, en toda la cadena de producción de informaciones inherentes a logros y resultados de la investigación científica: desde los medios más especializados y cercanos a los productores de ciencia, como lo son las agencias de noticias, los sitios web y las revistas de las universidades, las agencias de fomento y las asociaciones científicas, hasta los grandes medios de masivos comunicación, como es el caso de la televisión.

Lógicamente, se podría relatar una larga historia de la divulgación de la ciencia en Brasil, cuyas raíces se hunden en el siglo XIX. Sin lugar a dudas, José Reis, con su trabajo iniciado en la década del 40 del siglo XX en el diario Folha de S.Paulo, es el pionero incuestionable del periodismo científico brasileño.

Pero una observación más sistemática del panorama de divulgación científica muestra que fue en la década del 80 que se sentaron sus bases más sólidas, para que luego, a finales de la década del 90, esa difusión se ampliase de manera extraordinaria — casi como un reflejo de la evolución que se observaba en la producción científica nacional.

Así, la revista mensual Ciência Hoje, publicada por la Sociedad Brasileña para el Progreso del a Ciencia (SBPC), fue lanzada en 1982, llegó a tener tirajes de alrededor de 70 mil ejemplares durante la segunda mitad de la década y ventas cercanas a los 50 mil ejemplares.

También es de la segunda mitad de los años 80 la Revista Brasileira de Tecnologia, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), en su forma periodística, con tiradas de 25 mil ejemplares, gran parte de los cuales se vendían a los suscriptores — la revista desapareció en 1990, durante el gobierno de Collor de Mello.

En el ámbito de la gran prensa, la revista Superinteressante fue lanzada en 1987; Folha de S.Paulo lanzó en 1989 un suplemento semanal de ciencia que perduraría hasta 1992 (cuando el mismo dio lugar a la editoría de ciencia); y en 1990 se presentó otra revista mensual: Globo Ciência, posteriormente redenominada como Galileu. Cabe poner de relieve que Globo Ciência fue lanzado originalmente como un programa de televisión en 1984, lo que muestra el carácter pionero de la Red Globo en lo que concierne a la difusión científica en el poderoso ambiente televisivo.

La acumulación de capacidad científica en Brasil en el transcurso de los años 80 y 90 tuvo un influjo fundamental sobre el tamaño, las ambiciones y los logros de la investigación científica nacional cuando se acercaba el viraje del siglo XX hacia el siglo XXI. Y es posible entender hoy en día cómo dicho fenómeno produce un poderoso efecto sobre la divulgación científica en el país a partir de ese momento, componiendo paso a paso una especie de nueva cultura científica en el país, que continúa expandiéndose en la actualidad.

En la senda de esta propagación, al margen de la nueva revista del grupo Abril, habrá una serie de lanzamientos referentes a la difusión científica durante los próximos meses. Entre éstos se encuentra el programa TV Superinteressante, de una duración de 30 minutos, producido en la MTV y que saldrá al aire los domingos en el horario central del canal TV Cultura. El canal Discovery, conocido en el país por sus documentales científicos que se ven en la televisión por abono y en la Red Educativa, prepara su versión gráfica brasileña, de acuerdo con recientes informaciones publicadas en el noticiero Meio e Mensagem, información confirmada por el subeditor Marcelo Affiny, pero todavía guardada en secreto por la editora responsable.

En agosto, Dueto Editoral, que desde julio de 2002 publica la versión brasileña de Scientific American — la más antigua revista de divulgación científica a nivel mundial, lanzada en abril de 1845 —, ha de salir al mercado con un nuevo título: la revista Viver, Mente e Cérebro.

TV Cultura, que dicho sea de paso, tiene un rico historial de producciones de cuño científico — mantiene en su programación Repórter Eco, en el aire desde hace once años, al margen del jovenVer Ciência; y produjo en 1999 una serie de documentales relativos a los estudios llevados a cabo en el área de genómica con el apoyo de la FAPESP, que recientemente fue galardonada con la serie de documentales Minuto Científico yViver Ciência —, estrenará a finales de junio Científicos Brasileiros, una serie de 15 cortometrajes que enfocan personajes, grandes proyectos e institutos de investigación que se distribuirán entre los programas normales de la programación de la emisora, según informa Mário Borgneth, gerente de documentales de la emisora. Y hay una serie iniciativas en fase de planificación vinculadas a la radio y la televisión, cuyos responsables prefieren por ahora mantener en reserva.

Una nueva manera de comprender
La FAPESP tiene sin lugar a dudas un rol que aún está por ser correctamente evaluado y reconocido en las transformaciones que se están dando en el ámbito de la difusión científica en el Brasil de los últimos años. Primeramente cabe que destacar la creciente profesionalización de su trabajo de asesoría de comunicación — desde 1995 —, cuando la Fundación empezó a diversificar y a ampliar extraordinariamente el alcance de sus programas de apoyo a la investigación. Este trabajo obligó poco a poco a los periodistas de la prensa masiva a percatarse de la calidad y la importancia de la investigación científica y tecnológica desarrollada sistemáticamente en el estado de São Paulo.

De esta forma, cuando en 2000, por citar un ejemplo, la prensa internacional literalmente festejó el logro del secuenciamiento de la Xylella fastidiosa en Brasil, producto de la propuesta pionera y audaz de la FAPESP en el área de genómica, todos los medios brasileños, munidos de abundante información, ya se habían abocado exhaustivamente al tema y tan solo debieron asignarle una nueva repercusión. Era una diferencia notoria con relación a la indiferencia con la que se recibiera el lanzamiento del proyecto, en octubre de 1997.

En segundo lugar, es necesario destacar la importancia de Pesquisa FAPESP, que actualmente tiene un tiraje de 45 mil ejemplares, gestada a partir del boletín Notícias FAPESP, lanzado en agosto de 1995, como una fuente de referencia de peso para la prensa nacional, primeramente con relación a la investigación producida en el estado de São Paulo, y luego en todo el país.

Un estudio sistemático de las noticias transmitidas por la prensa con base en el material publicado por la revista muestra que en 2000, por ejemplo, 11 ediciones de Pesquisa FAPESP generaron 208 artículos en periódicos y revistas brasileños. A propósito de ello, cabe registrar un comentario de Muniz Sodré, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y uno de los más respetados teóricos de la comunicación del país, en un artículo publicado en el sitio Observatório da Imprensa el pasado 20 de enero de 2004, bajo el título “Un ejemplo de periodismo utilitario”. En sus palabras, Pesquisa FAPESP “se muestra como una de las mejores, sino la mejor publicación del género en nuestro país”. Y más: “Con ella la función periodística adquiere de hecho sentido pleno”, dice Sodré.

Por último, y con relación a las contribuciones de la Fundación para con la difusión científica, es imperioso destacar el nuevo paso dado en tal sentido en junio de 2003, con la creación de la Agência FAPESP, que diariamente envía noticias nacionales e internacionales de política científica, divulgación científica, ciencia y tecnología a 25 mil suscriptores de todo el país. Todo este complejo de divulgación en el que la FAPESP invierte resultó, durante el período comprendido entre el 1° de marzo y el 20 de mayo de este año en 424 citas del material producido por la Fundación en los medios gráficos brasileños. La agencia, específicamente, fue responsable en igual período por 183 noticias publicadas por periódicos de todo el país fuera del eje Río?São Paulo.

La inserción especial de la FAPESP y, en este caso, específicamente de Pesquisa FAPESP en el panorama de la difusión científica, en realidad había sido detectada en 2001 por ejecutivos extranjeros interesados en el mercado brasileño de divulgación científica. La Fundación recibió ese año la visita de uno de los directores de Scientific American de Estados Unidos, que proponían concretar una sociedad para la producción de una revista brasileña de divulgación científica.

Las tratativas avanzaron hasta cierto punto, pero la FAPESP no cedía en la cuestión de retener el 70% del material editorial de la revista vinculado a la producción científica brasileña, mientras que el posible socio pretendía tener de mínima el 50% del material originado en la producción internacional de Scientific American. De este modo, el acuerdo no se concretó y la publicación estadounidense salió en busca de otras alternativas para ingresar al mercado brasileño, algo que terminó haciéndose efectivo a través de Duetto Editorial.

Según Alfredo Nastari, director de dicha editorial, “pese a que Brasil tiene los peores índices de escolaridad y de miseria endémica, el potencial de mercado, valorado en entre 3 y 5 millones de lectores de publicaciones especializadas, hizo de Brasil un área más atractiva que el Este Europeo, que era otra opción del grupo deScientific American a la época, para el lanzamiento de una nueva edición internacional”. Con dos años de existencia, la edición brasileña se ubica actualmente en el quinto lugar en un ranking de 20 queScientific publica a nivel mundial.

En la opinión de Nastari, existe espacio para la revista informativa de ciencia, pese a que el público interesado en las diversas áreas del conocimiento dispone de diversas opciones electrónicas gratuitas. “El papel de una revista consiste en ordenar el universo de información abundante y libre mediante una edición y un lenguaje adecuados a la capacidad de comprensión del lector”, dice. Una búsqueda enGoogle por ejemplo ?añade?, aporta un exceso de fuentes y un nivel de inteligibilidad difícil de absorber. “El tratamiento de la noticia, y la claridad, la originalidad y la credibilidad del contenido son claves para ganarse al lector”, considera. Nastari resalta sin embrago que “la tragedia en nuestra área es la publicidad, que no está preparada para este perfil de publicación: no entiende su potencial de venta y dificulta la vida económica de estos proyectos”.

Pero existe demanda de parte del público para la información de ciencia en las revistas, y esto queda demostrado por el éxito de títulos tales como Superinteressante, orientada al público joven adulto, que ocupa el segundo lugar en circulación entre las revistas mensuales, solamente detrás de la revista femenina Claudia. El secreto del buen desempeño de la revista, desde su lanzamiento hace 17 años, radica en el foco, según su editor Dennis Russo. “No es una publicación dirigida a escolares, sino a personas interesadas en el conocimiento en general, jóvenes y adultos”. Russo sostiene que la Super, tal como suele llamársela, es una revista de conocimiento y no de periodismo científico. “Somos pautados por las inmensas ganas de sorprender, de hablar de cosas que la gente quiere saber, pero que aún no sabe. Esa pauta no tiene un compromiso con las noticias diarias, aunque no deja de estar atenta a la actualidad.”

Las publicaciones semanales e Internet
Entre las revistas informativas semanales, Época, de Editora Globo, ingresó al mercado en 1998 abriendo un espacio inédito para ciencia y tecnología. José Roberto Nassar, director de redacción durante su primer año y medio de publicación, asevera que la revista pretendía marcar una diferencia editorial que hiciera factible expandir el público de las revistas, y no compartir el público existente de los semanarios. Las ediciones tenían siempre un mínimo de 100 páginas editoriales, distribuidas de manera más o menos ecuánime entre las diversas editorías — lo que incluía el área de ciencia, tecnología e informática.

“De acuerdo con nuestra evaluación, ése era el camino para conquistar nuevos lectores. La experiencia del modelo estaba siendo sometida a pruebas en el exterior, donde se podía observar el interesante mercado explotado en publicaciones de Alemania y de Estados Unidos principalmente, en el transcurso de los años 1990”, recuerda Nassar.La revista Focus, en la cual se inspiró Época, tenía a la época de su creación en Alemania, en 1995, un tiraje de 800 mil ejemplares, mientras que Der Spiegel se mantuvo con un millón de ejemplares.

No hubo pérdida de lectores. Se creía que ese mismo fenómeno podría repetirse en Brasil, con una mezcla de lectores que incorporase al público joven, de por sí consumidor de tecnología. Pero, con la crisis económica, muchas cosas cambiaron en el mercado editorial.Más recientemente empezaron a proliferar los sitios de divulgación en internet. La FAPESP, por ejemplo, tiene tres: el institucional de la Fundación, el de la revista Pesquisa FAPESP y el de Agência FAPESP. La SBPC mantiene el JC Email, la versión electrónica diaria del Jornal da Ciência, la edición semanal. Surgieron también revistas electrónicas, como ComCiência, del Laboratorio de Periodismo de la Universidad Estadual de Campinas (Labjor) factible mediante un convenio con la SBPC.

Y se crearon portales como el Canal Ciência del Instituto Brasileño de Información en Ciencia y Tecnología (Ibict), un órgano dependiente del Ministro de Ciencia y Tecnología, y SciDev.Net. Asimismo, se están expandiendo los sitios específicos del área de comunicación, con especial relieve para el periodismo científico, como es el caso de Comtexto y del Observatório da Imprensa.

La oferta de difusión científica se está ampliando también en la televisión por abono: en el canal Futura están los programas Globo CiênciaMundo da Ciencia yPonto de Ebulição. En Globo News puede verse el programa Espaço Aberto: Ciência e Tecnologia, que se distribuye a lo largo de la programación.En medio a tal efervescencia, es difícil vaticinar más allá de algunos meses el despliegue del área de divulgación científica, en medio también a las ya discutidas crisis del periodismo y de los medios.

Si tomamos como ejemplo a la pionera de las revistas de difusión, Ciência Hoje, escuchamos de boca de Alicia Ivanissevich, su editora ejecutiva — quien, a propósito, se incorporó al staff en 1985, luego se encargó del área de ciencia del diario Jornal do Brasil, entre 1992 y 1997, para posteriormente regresar a la revista de la SBPC —, una afirmación sobre el mantenimiento de los objetivos originales de la publicación, tras más de 200 ediciones ininterrumpidas y del propósito de aumentar su tirada, que se redujo a 15 mil ejemplares, de los cuales alrededor del 70% corresponden a suscriptores: “La intención es viabilizar una distribución nacional más efectiva, pero los costos son elevados”, subraya Alicia.

De la original Ciência Hoje surgieron varias crías, algunas extraordinariamente exitosas en términos de público, como es el caso de la revista orientada al público infantil, Ciência Hoje das Crianças, para la franja de edades entre 7 y 12 años, que comenzó siendo un suplemento pero, a partir del número 16, adquirió vida propia y llegó a 1986 con un tiraje de 200 mil ejemplares. Actualmente el Ministerio de Educación adquiere 180 mil revistas y las distribuye en todas la bibliotecas escolares.

La periodista e investigadora Luisa Massarani, de la Fundación Oswaldo Cruz y responsable del sitio SciDev.Net América Latina, asevera que, en el futuro, “uno de los principales retos consistirá en hacer una divulgación científica más crítica, en la cual en lugar de focalizar exclusivamente las maravillas de la ciencia será importante considerar aspectos tales como los riesgos legales y éticos; la incertidumbre en el seno de la comunidad científica y el impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad”. En tanto, el editor de ciencia de Folha de S.Paulo, Marcelo Leite, advierte sobre el riesgo de una reducción del espacio destinado a un periodismo científico serio, que no cede ante las dificultades del tema cuando el mismo es socialmente relevante, debido a la tendencia existente de divulgar más y más temas de salud, bajo la forma facilista de una consejería descartable, en particular en las revistas semanales (lea el artículo de la página 62).

Por su parte, el director de periodismo de TV Cultura, Marco Antônio Coelho, considera que “la traducción del conocimiento científico a un lenguaje de televisión es de interés público y está en el mandato de TV Cultura”. Tal la línea de trabajo que la actual gestión imprime y seguirá imprimiendo, que tiene su inflexión en la pauta del periodismo diario según Coelho, para quien “la principal mercadería del futuro es la idea. Desarrollar el conocimiento es fundamental para el crecimiento social”. En el marco de esta concepción, añade Coelho, el periodismo desempeña un rol fundamental, y la difusión científica es parte integrante de éste. Coelho evalúa que el espacio ocupado por esta divulgación es aún pequeño — “quizá de un 5% de la programación” —, pero asevera que es un área en expansión.

La divulgación de la ciencia tiene un venturoso futuro asegurado también en el periodismo gráfico diario en lo que depende de los vaticinios del director de redacción de Folha de S.Paulo, tal como se desprende de la entrevista publicada en Pesquisa FAPESP número 95, de enero de 2004. Allí, Octavio Frias Filho decía que el interés periodístico en la ciencia no tiende sino a aumentar. “Primeramente porque la ciencia ejerce una influencia — aunque indirecta — muy grande en la vida de la gente”, lo que no tiende sino a aumentar en una civilización técnico-científica como la nuestra. Y en segundo lugar, “porque la ciencia ha empezado a ser vista por el público más joven como una de las puertas de acceso al hábito de leer diarios”. Un público que, como añade Frias Filho, es elenfant gâté de los periódicos hoy en día, debido a la gran a preocupación existente con la formación de nuevos lectores.

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