En el marco de un estudio comparativo que se llevó a cabo en 363 ciudades de nueve países latinoamericanos, se verificó que la expectativa de vida en estos lugares puede variar hasta en 14 años. En Brasil, donde la diferencia de longevidad según el municipio puede llegar a 10 años y la esperanza de vida aumenta de norte a sur, en el estudio se detectó que las disparidades entre las localidades se encuentran entre las más altas del continente, a la par de países como Perú y México.
En líneas generales, la investigación reveló que, en los países analizados, la expectativa de vida entre los varones disminuye conforme aumenta el tamaño de las ciudades, pero no ocurre lo mismo con las mujeres. Cuanto mayor es el municipio, crece la incidencia de muertes derivadas de causas violentas, siendo los varones jóvenes las víctimas principales. Además de las muertes violentas, también se computaron aquellas que son resultado de condiciones maternas, neonatales y nutricionales, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y crónicas no transmisibles y los accidentes.
Con la pandemia, la expectativa de vida de los brasileños se redujo 1,94 años
La expectativa de vida promedio de las mujeres que viven en las ciudades latinoamericanas puede variar en más de ocho años, de 74,4 a 82,7 años, y casi catorce años entre los varones, en este caso, de 63,5 a 77,4 años. El porcentaje de muertes violentas también exhibe fluctuaciones significativas, partiendo del 1 % y pudiendo llegar al 20 % del total, según el municipio analizado. “Normalmente, los estudios al respecto de la longevidad de la población se centran en el promedio de los países o en regiones específicas dentro de cada nación. En el caso de Brasil, la esperanza de vida media en 2018 era de 75,7 años, pero esta cifra esconde divergencias entre los municipios”, dice el coordinador del estudio, el epidemiólogo Usama Bilal, de la Escuela de Salud Pública Dornsife de la Universidad Drexel, en Pensilvania (EE. UU.), haciendo hincapié en que las ciudades latinoamericanas que registran una mayor longevidad en su población presentan expectativas de vida similares a las que se observan entre los países de altos ingresos, como por ejemplo, Suecia o Suiza.
Las mayores esperanzas de vida se identificaron en Panamá, Chile y Costa Rica, donde las mujeres viven, en promedio, entre 81 y 82 años y los varones, entre 75 y 77 años, según la ciudad. Entre la población femenina, la ciudad con mayor promedio de vida de sus habitantes es David (82,7 años), en Panamá. En tanto, Juliaca (74,4 años), en Perú, registró el valor menor. Entre los varones, el municipio con mayor expectativa de vida es Lima (Perú), con 77,4 años. La ciudad mexicana de Acapulco de Juárez registra el menor promedio (63,6 años). Las localidades con menor promedio de expectativa de vida entre las mujeres están en Brasil, México y Perú (77 a 78 años). Además de Brasil y México, también figura El Salvador entre los países con la menor esperanza de vida para los varones (71 años). Según surge del estudio, las mayores disparidades en la expectativa de vida femenina se dan en Brasil, con 6,4 años de diferencia según la ciudad, y en Perú (6,6 años). En este aspecto, los valores respectivos a los varones son 8,6 años en Brasil y 10,4 años en México. En cuanto a las ciudades brasileñas, Bento Gonçalves, en el estado de Rio Grande do Sul, registra la mayor expectativa de vida entre los varones (75 años) y también para las mujeres (82 años). Por otro lado, la localidad de Guarapuava, en el estado de Paraná, es la de menor esperanza de vida para las mujeres (75 años), mientras que Itabuna, en Bahía, ostenta la menor entre los varones (66,3 años).
En el artículo publicado en la revista Nature con los resultados del estudio también se comparan las causas de fallecimiento en los municipios, revelando algo que ya se conocía: las ciudades con los niveles más altos de educación, mejor acceso al agua potable y viviendas con infraestructura y servicios de saneamiento básico suelen registrar las mayores expectativas de vida y menos muertes por enfermedades infecciosas. En el caso de Brasil, la incidencia de las muertes varía de acuerdo con la región. Según el estudio, el país registra una mayor frecuencia de fallecimientos derivados de enfermedades transmisibles en la región norte, por violencia en el nordeste, como consecuencia de enfermedades no infecciosas y cardiovasculares en el sudeste y por cáncer en el sur. “Las causas de muerte van de la mano, en cierto modo, con los estándares socioeconómicos de cada región”, explica Bilal, en una entrevista realizada vía correo electrónico.
La médica Waleska Teixeira Caiaffa, de la Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y coordinadora del proyecto en Brasil, dice que, en general, la mayor incidencia de enfermedades transmisibles se relaciona con los peores niveles socioeconómicos, mientras que una mayor frecuencia de las infecciones crónicas, como el cáncer, está relacionada con los niveles más altos de longevidad. Según ella, Brasil viene registrando un historial de disminución de las muertes por enfermedades infecciosas y un aumento de aquellas derivadas de afecciones crónicas, como resultado de la ampliación de la expectativa de vida de su población. “Sin embargo, este panorama acusará el impacto del covid-19, que podría traducirse en un incremento en las cifras de incidencia de las enfermedades crónicas”, estima la investigadora.