No es conveniente endulzar el café recién filtrado o los pasteles que se van a hornear con sucralosa, el edulcorante artificial más utilizado en todo el mundo. Investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp), comprobaron que, a partir de los 98º Celsius, las moléculas del edulcorante empiezan a sufrir una transformación química y generan compuestos potencialmente tóxicos, capaces de acumularse en el organismo (Scientific Reports, 15 de abril). En la Unicamp, el farmacéutico Rodrigo Catharino y sus colaboradores Diogo de Oliveira y Maico de Menezes calentaron muestras de sucralosa a baño maría y emplearon dispositivos para medir los compuestos que iban surgiendo. La sucralosa, ampliamente utilizada por la población y por las industrias alimenticia y farmacéutica, presenta una estructura química similar a la de la sacarosa, el azúcar común. Ambas moléculas están formadas por carbono, hidrógeno y oxígeno. La sucralosa posee incluso tres átomos de cloro, lo que la dota de un mayor poder endulzante y facilita la alteración de su estructura.
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