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Los dolores de la exclusión

Un estudio muestra que las políticas de exenciones y descuentos implementadas por las grandes editoriales para la publicación de artículos científicos son restrictivas e ignoran las dificultades que enfrentan los autores de países como Brasil

Las instalaciones del Instituto de Tecnología de Eritrea, con sede en Asmara, su capital: en este país del nordeste de África, cuyo PIB per cápita es uno de los más bajos del mundo, los científicos están eximidos de pagar tarifas para publicar artículos científicos

Grullab / Wikimedia Commons

Un estudio realizado por investigadores de las universidades de São Paulo (USP) y Campinas (Unicamp) ha llamado la atención sobre un obstáculo al que se enfrentan los científicos de los países en desarrollo cuando buscan publicar sus artículos en revistas prestigiosas internacionales. Con el avance del modelo de acceso abierto, a través del cual los lectores tienen acceso libre vía internet al contenido de los artículos sin tener que abonar tasas o suscripciones de revistas, los costos de publicación pasaron a recaer sobre los autores de los papers y sus instituciones y organismos científicos de fomento, que se ven obligados a pagarles a las revistas montos a menudo exorbitantes. La investigación, publicada en marzo en el foro sobre publicaciones académicas The Scholarly Kitchen, revela que la solución al problema ofrecida por las editoriales científicas es ineficaz: las políticas de exenciones y descuentos concedidos por las revistas a los autores son sumamente restrictivas e inaccesibles para los científicos de los países con ingresos medios, como es el caso de Brasil.

Según el trabajo, si se toman en cuenta los criterios adoptados por Research4Life, una coalición de editoriales entre las que se cuentan Wiley, PLOS, Elsevier, Sage y Science, tan solo el 1,12 % de los artículos publicados entre 2012 y 2021, disponibles en la base de datos Scopus, sería beneficiado por exenciones, concedidas porque sus autores viven en naciones de muy bajos ingresos, principalmente en África, pero también en sitios que atraviesan conflictos, tales como Yemen, Siria o Afganistán. Otro 4,05 % podría acceder a descuentos de hasta un 50 % de las tarifas de edición de artículos porque corresponde a artículos procedentes de países con ingresos medianos bajos como, por ejemplo, los del norte de África, de Hispanoamérica y del sur de Asia. En un segundo escenario, las restricciones son aún mayores. Cuando se observan las normas establecidas por el Plan S, un programa de divulgación de acceso abierto que, en 2021, comenzó a adoptar un conjunto de organismos de financiación de países europeos e instituciones como la Fundación Bill & Melinda Gates, solo el 0,35 % de los artículos estaría exento del pago de tasas y el 1,32 % accedería a descuentos. En este caso, el límite de ingresos de los países se ajusta los estándares del Banco Mundial y actualmente es el modelo adoptado por editoriales como Springer Nature y Taylor&Francis.

“En mi especialidad, las revistas científicas cobran entre 3.000 y 5.000 dólares por publicar un artículo, pero hay casos extremos, como ocurre con las revistas de la colección Nature, en las que este costo supera los 11.000 dólares”, explica la bioquímica Alicia Kowaltowski, del Instituto de Química de la USP, autora principal del estudio, también firmado por el físico Paulo Nussenzveig y el biólogo Ariel Silber, ambos de la USP, y el ingeniero mecánico José Roberto Arruda, de la Unicamp.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

El análisis demuestra que el costo prohibitivo de los artículos perjudica a los países de renta mediana. En las naciones muy pobres, que tienen acceso a políticas de exención y descuentos según los criterios de Research4Life, el 52 % de los artículos de sus investigadores se encuentra disponible en acceso abierto. Entre los países ricos, el porcentaje es de un 45 %. Pero en países de ingresos medianos como Brasil, que no se benefician de exenciones y descuentos, la fracción de artículos en acceso abierto cae a un 32 %. “Estos países tienen presupuestos de investigación mucho más reducidos que las economías de altos ingresos, pero se espera que paguen las tarifas de procesamiento de artículos [APC]. Los datos muestran que, debido a lo elevado del costo, están quedando excluidos de este modelo de publicación”, dice Kowaltowski.

El documento propone ampliar las políticas de exención total de estas tasas como estrategia para incluir a los autores de países de renta baja y mediana baja, y aplicar descuentos del 50 % a todas las economías de ingresos medianos altos. “En la práctica, esto supondría conceder exenciones totales a alrededor de un 2 % de los autores y descuentos a aproximadamente el 25 %. Esto podría ser fácilmente absorbido por la mayoría de las editoriales, ya que los altos márgenes de utilidades del sector son bien conocidos, superiores al 30 %”, afirma Kowaltowski. Ella reconoce que muchas editoriales refieren que aceptan negociar solicitudes individuales de exenciones y descuentos. “Pero las peticiones personales tienen desventajas, como un menor poder de negociación. La FAPESP financia la publicación de artículos de investigadores beneficiarios de becas y proyectos de investigación, pero ha fijado un límite máximo de 12.000 reales, una cantidad que está más que bien pagada. Yo aprovecho este límite para pedirles descuentos a los editores, pero hay que enviar cinco o seis correos electrónicos antes de que alguien empiece a escuchar”, dice la investigadora.

La propuesta ha suscitado reacciones. El científico de la información y consultor estadounidense Phil Davis ha criticado la idea de ampliar las políticas de exenciones y descuentos, y su argumento es que podrían ahogar económicamente a las pequeñas editoriales regionales que atienden sobre todo a autores de países de ingresos medianos y bajos. “Quienes se apresuran a culpar a las editoriales comerciales de su monopolio del mercado y de sus ‘márgenes de ganancia excepcionalmente altos’ podrían sorprenderse al descubrir que su política, de adoptarse, solo conduciría al fortalecimiento de la publicación comercial”, escribió, en el foro de comentarios sobre el artículo.

En los países de ingresos medianos, el porcentaje de artículos publicados en acceso abierto es inferior al de las naciones de bajos ingresos, beneficiadas con descuentos y exenciones

Para Abel Packer, coordinador de la biblioteca de revistas científicas SciELO Brasil, el trabajo dirigido por Kowaltowski tiene el mérito de plantear el debate acerca del costo de las APC para los investigadores de los países en desarrollo, que ha venido siendo soslayado en las discusiones sobre el avance del acceso abierto. “Es necesario un enfoque más equitativo. Un investigador brasileño no puede pagar lo mismo que uno de Suecia. El poder adquisitivo local no condice con esas tarifas, es una cuestión de equidad”, sostiene.

No obstante, señala que el estudio abordó tan solo uno de los aspectos del problema. “También hay que cuestionar el sistema en su conjunto, sin olvidarse que la necesidad de los investigadores de publicar en una revista con APC cara se debe a las exigencias de los sistemas de evaluación para poder progresar en la carrera”. A propósito, él destaca la misión de la biblioteca SciELO, financiada durante los últimos 25 años por la FAPESP, dedicada a aportarle calificación a más de 300 revistas científicas de acceso abierto en Brasil, muchas de las cuales ni siquiera exigen el pago de tasas para divulgar la producción científica nacional, aunque estos títulos no posean el impacto y la visibilidad de las revistas de élite. “Tenemos revistas nacionales de alta calidad que están a disposición para publicar óptimos artículos de autores brasileños”, sostiene.

Para José Roberto Arruda, coautor del estudio, no es que se haya subestimado la importancia de las iniciativas de acceso abierto como SciELO, sino que se ha apuntado a exigir políticas de exenciones más eficaces a las grandes editoriales comerciales. “Esto es vital para permitirles a los investigadores de países de renta mediana alta seguir publicando en revistas científicas prestigiosas y de gran visibilidad mientras no cambien los modelos de acceso abierto basados en APC”, dijo. En respuesta a las críticas de Phil Davis, Arruda sostuvo que no se trata necesariamente de una reducción de los ingresos de las editoriales, sino de distribuir mejor los costos entre los investigadores de países con distintos niveles de ingresos y diferentes realidades de financiación de la investigación científica.

En teoría, el modelo de acceso abierto basado en APC de-bería cambiar pronto. En su concepción original, el Plan S establecía que todos los artículos resultantes de investigaciones financiadas por los organismos y países firmantes debían publicarse exclusivamente en revistas de acceso abierto a partir de 2020. La fecha de inicio de su implementación se pospuso para 2021 y se flexibilizaron las normas, al permitir, por ejemplo, la existencia hasta 2024 de modelos de publicación híbridos, en los que los autores pueden pagar por publicar artículos en revistas de acceso abierto que también venden suscripciones. A partir de 2025, este formato intermedio dejará de aceptarse y se espera que las editoriales publiquen artículos solamente en acceso abierto, celebrando acuerdos amplios con países, agencias o bibliotecas de instituciones, que reorientarían los montos desembolsados hoy en día con las suscripciones a revistas para el pago de las tarifas de publicación de los artículos y su oferta libre en internet.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Las perspectivas de que esto ocurra, explica Kowaltowski, aún son inciertas. “No está claro qué es lo que ocurrirá, ya que la adopción del Plan S se ha concentrado en Europa y es mínima en otros países”. China, por ejemplo, que ha superado a Estados Unidos en volumen de artículos científicos, no forma parte del acuerdo. El gobierno estadounidense, por su lado, estableció tardíamente a finales del año pasado que las agencias federales tendrán que crear políticas antes de 2025 para asegurar que todas las publicaciones que financien se pongan a disposición del público en acceso abierto. Aún no se ha definido el formato que se adoptará, que podría incluir el uso de repositorios de preprints. Cuando esto ocurra, la velocidad del cambio en el panorama internacional de la comunicación científica será más clara.

Hasta ahora Brasil se ha mantenido al margen de este debate, aunque en 2020 invirtió 380 millones de reales en contratos con editoriales científicas para liberarles el contenido de sus revistas a los científicos brasileños a través del Portal de Revistas Científicas de la Capes (Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior), el organismo del Ministerio de Educación responsable de evaluar y financiar programas de posgrado. Ahora esto ha empezado a cambiar. En un comunicado enviado a Pesquisa FAPESP, la Capes informó que “ha asumido el compromiso de llevar a cabo acuerdos transformadores con el propósito de ofrecerle a la comunidad académica, además de la suscripción a distintas publicaciones científicas, la posibilidad de publicar en acceso abierto”. Según dicha agencia, está liderando un movimiento en el país, con la colaboración de instituciones tales como la Academia Brasileña de Ciencias, la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico tendiente a que los investigadores puedan publicar a un precio acorde a la realidad socioeconómica del país.

El organismo ha puesto en marcha recientemente una encuesta sobre el tema en la comunidad científica y, en mayo, se llevará a cabo un taller conjunto para debatir la publicación de artículos en acceso abierto. “Uno de los puntos que se abordarán será el pago de tarifas de procesamiento de artículos en el marco de los contratos del Portal de Revistas”, se informa en la nota de la Capes. El tema se incorporó a la agenda de la agencia el pasado mes de noviembre, durante la celebración de la quinta edición del Seminario del Portal de Revistas. “Ahora, el objetivo del taller es darle continuidad a este tema y profundizar su debate en el seno de la comunidad académica”.

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