Imprimir Republish

Memoria

Los engranajes de la vida

En los años 1950 surgieron en Brasil las primeras máquinas que sustituyeron en sus funciones al sistema corazón-pulmón

Asociadas normalmente a los nombres tradicionales del área como Hugo Felipozzi, Euryclides Zerbini y Adib Jatene y a la calidad de la producción científica, las cirugías cardíacas brasileñas tienen una parte menos conocida, pero no por eso menos importante. Fue gracias en gran medida a la producción nacional de los aparatos utilizados en los quirófanos que la especialidad se desarrolló y obtuvo relevancia internacional. La realización de cirugías cardíacas a corazón abierto sólo se volvieron posibles con la construcción de la primera máquina de circulación extracorpórea en Brasil, en 1955.

A corazón abierto es la expresión que usan los médicos para designar a la cirugía en la que se opera el corazón por dentro. Para ello hay que hacerlo parar de latir manteniendo al paciente vivo. ¿Cómo resolver ese problema? La solución surgió en 1953, cuando el cirujano estadounidense John Gibbon inventó una bomba corazón-pulmón artificial, o máquina de circulación extracorpórea (CEC), que sustituía en sus funciones a los dos órganos mientras que se reparaban defectos en las estructuras del corazón.

Fue también en 1953 que el médico paulista Hugo Felipozzi conoció la máquina CEC, durante el período en que estaba en Estados Unidos para perfeccionarse en cirugía torácica. De regreso a São Paulo trajo fotografías y dibujos del aparato, pensando en construir algo similar acá, comenta Walter José Gomes, investigador, cirujano y docente de la materia Cirugía Cardiovascular, la cátedra que fue de Felipozzi en la Escuela Paulista de Medicina (EPM) de la Universidad Federal de São Paulo.

Con apoyo económico de la Fundación Anita Pastore D?Angelo, Felipozzi armó un equipo multidisciplinario de investigadores en régimen de dedicación exclusiva y empezó a trabajar en el Instituto de Cardiología Sabbado D’Angelo. Había profesionales de todas las áreas, de ingenieros a bioquímicos, quienes juntos construyeron la máquina de CEC nacional, dice Gomes. El 15 de octubre de 1955, un niño de 3 años fue el primer operado de la válvula pulmonar con uso de circulación extracorpórea parcial.  Y en noviembre de 1956 se hizo la primera operación con CEC total en Brasil, seguida de muchas otras. Ése fue tan sólo el primer producto del equipo de Felipozzi. Después otros fueron construidos, tales como prótesis valvares, tubos de materiales plásticos para sustitución de la arteria aorta y oxigenadores descartables de plástico, por ejemplo. Con el cierre del instituto, pocos años después de esas cirugías, el médico se trasladó a la EPM, pero no contó con el mismo apoyo para armar un centro de bioingeniería en los mismos moldes.

Euryclides Zerbini tuvo una suerte dispar. Su equipo, con Adib Jatene incluido, también construyó una máquina de CEC, usada por primera vez en 1958, y transformó en rutina a las cirugías a corazón abierto en el Hospital de Clínicas de la Universidad de São Paulo. Zerbini creó una caravana y viajó por el país con el aparato, operando en varias ciudades. En 1968 hizo el primer transplante de corazón en Brasil y aprovechó su fama para obtener fondos y construir el Instituto del Corazón (InCor, del HC/ USP).

Al igual que Felipozzi, Zerbini se dio cuenta de que era importante conocer, dominar  y producir acá la tecnología usada en las cirugías, y con ese objetivo creó el Taller Corazón-Pulmón al final de la década de 1950, que después se convirtió en la División de Bioingeniería, dice la investigadora Idágene Cestari, directora de Investigación  y Desarrollo de la División de Bioingeniería del InCor. Jatene hizo lo propio en el Instituto Dante Pazzanese de Cardiología e instaló en dicho edificio, ya en los años 1960, un avanzado centro de bioingeniería.

Republicar