La pandemia hizo sentir sus efectos en las inversiones del sector empresarial en el país
Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP
La pandemia ha tenido un efecto inhibidor en las actividades de investigación y desarrollo (I&D) en Brasil que se ha visto reflejado en una reducción de su financiación, que ya atravesaba una etapa de retracción. De acuerdo con la última edición de los Indicadores Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación, publicada en mayo por el gobierno federal con datos actualizados hasta 2020 o 2021, las inversiones en I&D cayeron de un 1,21 % del Producto Interno Bruto (PIB) en 2019 al 1,14 % en 2020: a valores actualizados, la caída fue de 95.300 a 87.100 millones de reales. Los datos indican que la merma se concentró en el gasto de las empresas, que pasó de 49.300 a 40.300 millones de reales de un año al otro, en tanto que, en el caso de la inversión pública, esta registró un leve aumento, pasando de 46.000 a 46.900 millones de reales entre 2019 y 2020. “Durante la pandemia hubo una desaceleración de las actividades del sector empresarial y esta caída estaría relacionada con el impacto del covid-19”, dice el sociólogo Marcelo Paiva, analista del Observatorio de Ciencia, Tecnología e Innovación del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (OCTI/CGEE).
La pronunciada caída despierta dudas entre los expertos familiarizados con estos análisis. “Resulta difícil entender cómo pudo variar tanto. De un 0,53 % del PIB en 2018, los gastos empresariales en I&D aumentaron al 0,58 % en 2019 y en 2020 cayeron nuevamente al 0,53 %. No es algo que suela ocurrir de un año a otro”, dice Renato Pedrosa, asesor de la FAPESP en el área de Indicadores de Ciencia, Tecnología e Innovación e investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (IEA-USP). A su juicio, la variación puede deberse a la falta de datos actualizados de la Encuesta de Innovación (Pintec), cuya última edición fue realizada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) en 2017.
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Los gastos en I&D constituyen una medida del esfuerzo de un país para estimular el desarrollo. Abarcan un conjunto de actividades que llevan a cabo las empresas, las universidades y otras instituciones científicas, que incluye los resultados de la investigación básica y aplicada, el lanzamiento de nuevos productos y la formación de investigadores y profesionales calificados. Los gastos del gobierno federal brasileño en I&D aumentaron, a valores corrientes (sin tener en cuenta la inflación), de 29.000 a 32.700 millones de reales entre 2019 y 2020, en particular las inversiones de los ministerios de Salud (de 1.900 a 3.000 millones de reales) y Ciencia, Tecnología e Innovación (de 5.300 a 8.100 millones de reales), que concentraron las erogaciones para investigar y hacer frente al covid-19. Pero se registró una caída de los desembolsos en I&D en carteras como Educación (de 17.900 a 17.700 millones de reales) y Agricultura (de 3.800 a 3.400 millones de reales).
Las inversiones por cuenta de los estados se mantuvieron estables. En 2020 sumaron 14.100 millones de reales a valores corrientes, prácticamente los mismos que en 2019, pero por debajo de los 17.000 millones de 2018. Algunos estados brasileños consiguieron aumentar las inversiones, como en el caso de Paraná (de 960 a 1.200 millones de reales entre un año y el otro). Otros perdieron brío, como Minas Gerais (con una merma de 293 a 248 millones de reales). Por su parte, São Paulo, pasó de 9.100 a 9.200 millones de reales.
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En términos absolutos, la producción científica de Brasil creció de 82.700 artículos publicados en 2019 a 89.200 en 2020 y 94.500 en 2021, según los registros de la base de datos Scopus, manteniendo el 13º puesto en el ranking de países, con el 2,7 % de la producción mundial. “Comparativamente, el país ocupa una posición intermedia dentro del grupo de los Brics [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica], con un crecimiento muy por debajo de China y la India, pero superando a Rusia y Sudáfrica”, dice Paiva, quien en un boletín reciente del OCTI/CGEE analizó la producción científica brasileña en otra base de datos: Web of Science.
“Nuestra producción ha crecido menos que la de países que han optado por financiar fuertemente a la ciencia. Si no volvemos a invertir, la tendencia marca que quedaremos cada vez más relegados”, dice Mariana Moura, directora del Departamento de Gestión Estratégica e Indicadores del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI), responsable de la producción y difusión anual de los Indicadores Nacionales. “La pandemia, por sí sola, no explica la pérdida de aliento del sistema: también preocupa la disminución de las inversiones en los últimos años”, sostiene en referencia a los recortes presupuestarios y a las restricciones en la financiación de la innovación que han venido produciéndose desde mediados de la década pasada.
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El impacto más evidente de la pandemia puede verse en las estadísticas de los programas de posgrado brasileños, con una caída de la cantidad de doctores titulados (de 24.400 en 2019 a poco más de 20.000 en 2020 y 2021) como así también de magísteres. Según señala Renato Pedrosa, hasta donde las estadísticas permiten presumir, la baja de la cifra de egresados no se ha traducido en una merma de los estudiantes de posgrado (véase el artículo Datos). “El número de másteres y doctores titulados ha descendido, pero la cantidad de estudiantes matriculados en las carreras de maestría y doctorado aumentaron en la misma proporción, lo que indica que solamente estaríamos ante un aplazamiento de la defensa de las tesinas y tesis debido a la pandemia”, dice.
Varios indicadores, si bien presentan oscilaciones, sugieren que el sistema de ciencia y tecnología del país es resiliente. En 2020, se registraron en Brasil 27.100 solicitudes de patentes, una caída discreta en comparación con los cuatro años anteriores, pero muy por debajo del nivel previo a la crisis económica de la década pasada (en 2015 se presentaron 33.000 solicitudes). La disminución de las inversiones empresariales en I&D también repitió el comportamiento histórico de años anteriores: en Brasil, al contrario de lo que ocurre en los países desarrollados, el gasto público suele superar al privado. “Lo cierto es que, desafortunadamente, las empresas brasileñas siempre han invertido poco en investigación y desarrollo, una realidad que se mantiene inalterable”, dice Soraya Smaili, exrectora de la Universidad Federal de Sao Paulo y coordinadora del Instituto Sou Ciência, un centro de estudios sobre ciencia y educación superior.
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Un análisis de las series históricas permite observar algunas transformaciones. Smaili pone de relieve un cambio en el perfil de los recursos humanos formados por los programas de posgrado: el aumento de la cantidad de doctores ha sido dispar entre las diferentes áreas del conocimiento. En el campo de las ingenierías, el total de doctores titulados se duplicó largamente entre 2000 y 2021: de 800 a 2.000 por año. La evolución, sin embargo, fue inferior a la de otras áreas como ciencias de la salud o humanidades. “El total de ingenieros es un indicador de gran importancia para el desarrollo de cualquier país y las dificultades que enfrenta Brasil en este campo merecen una mayor reflexión”, analiza Smaili.
Los Indicadores Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación proporcionan un diagnóstico amplio del desempeño de las instituciones públicas y las empresas, así como de los profesionales que realizan actividades de investigación en el país. Una dificultad destacada en la elaboración de la última investigación fue el faltante de algunos datos primarios, que han dejado de producirse o de recolectarse, y son fundamentales para poder actualizar las estadísticas.
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El ejemplo más grave está relacionado con la Pintec, que el IBGE publicaba cada tres años y servía como referencia para mostrar los esfuerzos de las empresas brasileñas innovadoras. La última Pintec fue publicada en 2020 con datos correspondientes al período 2015-2017 y, desde entonces, no se han vuelto a recabar datos de las empresas. “La Pintec es clave para que podamos entender la dinámica de la inversión empresarial en I&D y su discontinuidad supone todo un reto para nuestros técnicos”, explica Mariana Moura, del MCTI.
Según apunta ella, sin los datos actualizados, la solución consiste en extrapolar a partir de referencias más antiguas. “La sugerencia del IBGE consistió en reunir información sobre las empresas que han hecho uso de los mecanismos de estímulo a la innovación, como la Ley de Informática y la Ley del Bien, y utilizarla para volver a calcular la inversión empresarial en I&D con base en los datos de la última Pintec disponible. El problema radica en que, a medida que pasa el tiempo, ese punto de partida se va tornando cada vez menos representativo”, explica.
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El IBGE está poniendo a prueba una nueva metodología para producir una nueva encuesta sobre innovación en las empresas dos veces al año, la Pintec semestral, pero la muestra es más pequeña y hay menos parámetros evaluados. “La Pintec semestral no sustituye la investigación más amplia de la Pintec trienal, necesaria para poder generar datos comparativos a nivel internacional”, dice la directora del MCTI.
La falta de información incide sobre otros indicadores, como el de los investigadores brasileños en actividad. Un banco de datos que se actualizaba cada dos o tres años, el Directorio de Grupos de Investigación, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), dejó de recabar información en 2014. “Pretendemos colaborar más estrechamente con los responsables de recabar datos de otros organismos, tales como el CNPq, la Finep [Financiadora de Estudios y Proyectos] y el CGEE, para poder elaborar estadísticas precisas”, dice Mariana Moura.
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