Veridiana ScarpelliDos recientes estudios realizados en Europa sugieren que la diferencia entre el desempeño de varones y mujeres en la carrera científica ha decrecido a punto tal de hacerse imperceptible en algunas disciplinas y estratos, y que la tendencia apunta hacia un equilibrio, incluso en la cumbre de la profesión, donde la brecha todavía es ostensible. Uno de los estudios, liderado por la investigadora Hildrun Kretschmer, de la Universidad Humboldt, en Berlín, analizó el impacto y la productividad científica de hombres y mujeres que investigan en instituciones médicas de Alemania. La principal conclusión apunta que, dentro del grupo de los investigadores más productivos, aún subsiste una ventaja del grupo masculino. No obstante, en todos los segmentos por debajo, se percibe un cierto equilibrio, incluso con una ligera ventaja para las mujeres. “En estudios previos ya habíamos observado que la calidad de los artículos científicos no es sustancialmente diferente cuando se comparan ambos géneros”, escribieron sus autores.
El segundo trabajo analizó el desempeño de 852 investigadores de los campos de psicología y economía en Holanda. En la generación más joven existe equilibrio entre los géneros en cuanto al promedio de publicaciones (1,7 para los varones y 1,5 para las mujeres) y, en cuanto al impacto, medido según las citas de los artículos, en el segmento del 10% que conforma el grupo con mayor cantidad de citas, hay un poco más de mujeres que varones. En tanto, en el grupo de investigadores con su carrera consolidada, los hombres publican casi tres veces más que las mujeres, aunque la diferencia en el número de citas es muy pequeña. La performance general de las mujeres supera a la de los hombres entre los investigadores del área de psicología, pero se ubica por debajo en economía. “Las diferencias tienden a desaparecer con el tiempo. Incluso ya hay mujeres que superan el desempeño masculino”, dice Pleun van Arensbergen, investigadora del Instituto Hathenau, en La Haya, Holanda, y autora principal del estudio.
No existe ninguna duda en cuanto a que las mujeres están expandiendo rápidamente su espacio en el ámbito científico, aunque el avance sea más notable en algunos países –Brasil es un ejemplo– que en otros, incluso en aquéllos donde la ciencia se halla más consolidada, tal como ocurre en Japón. Datos del Directorio de Grupos de Investigación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) revelan que, en 2010, las mujeres ya eran mayoría entre los estudiantes de doctorado en Brasil, con un 55,7% del total (en 2000 eran el 49,1%). En cuanto al número de investigadores, representan exactamente la mitad del contingente brasileño. Con todo, en el rol de líderes de los grupos de investigación, aún son minoría. Ellas constituyen el 45% del total de los líderes, frente a un 39% en el año 2000. Un estudio llevado a cabo por la FAPESP el año pasado, también pone de manifiesto ese avance en el estado de São Paulo. En 2010, la Fundación recibió 19.678 solicitudes de apoyo por parte de investigadores, un 42% correspondía a mujeres. En 1990, el porcentaje era de un 30%. La calidad de las propuestas no distingue género. El índice de éxito, que está dado por la razón entre la cantidad de propuestas aprobadas y aquéllas presentadas, fue de un 61% para las mujeres y de un 60% para los varones.
Pero la conquista de ese espacio no significa que les será sencillo alcanzar el cenit de la carrera. Jacqueline Leta, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro, divisa un intrincado horizonte para las investigadoras. “No me arriesgaría a afirmar que ese escenario se modificará rápidamente. El desempeño y la presencia femenina varían mucho según las áreas del conocimiento. Estudios realizados en las denominadas ciencias duras tal vez muestren un panorama diferente al presentado en esos artículos provenientes de Alemania y Holanda”, afirma. El estudio realizado por la FAPESP revela que las mujeres presentaron mayor cantidad de solicitudes de apoyo que los varones en áreas tales como ciencias de la salud (un 54% del total) y humanidades (un 52%), pero son minoría en las ingenierías (un 22%), en las ciencias exactas y de la Tierra (un 26%) o en las ciencias sociales aplicadas (un 39%).
VERIDIANA SCARPELLIPolíticas afirmativas
Según Leta, la estructura académica todavía es ideada y formulada dentro de un consolidado patrón masculino. “Resulta natural que jóvenes investigadores de ambos sexos, sometidos a la misma presión por publicar, tengan un desempeño similar. Aunque eso no garantiza que las mujeres logren progresar en su carrera. Países tales como Alemania y Francia cuentan con políticas afirmativas para promover el ascenso de las mujeres en la carrera científica, pero éstas no ascienden. Creo que se necesitará un tiempo para que la ciencia incorpore nuevas prácticas y comportamientos más democráticos”, sostiene.
En 2010, Leta y Pablo Diniz Batista, investigador del Centro Brasileño de Investigaciones Físicas, publicaron un trabajo comparando el desempeño por género de los investigadores brasileños. La investigación comparó datos sobre publicaciones científicas contenidos en dos bases de datos: la Plataforma Lattes, que archiva los currículos y la producción de los investigadores brasileños, y la Web of Science, que registra más de 12 mil publicaciones científicas de 45 países. Se cruzó información de esos bancos de datos sobre un grupo de casi 19 mil investigadores brasileños. La principal conclusión apunta que la posibilidad de formar parte de la lista de los investigadores más productivos resulta mucho mayor para los hombres que para las mujeres, puesto que dentro del grupo de los 100 investigadores de ambos sexos con mayor producción, hay 86 hombres y 14 mujeres. Mientras que los 100 hombres más productivos publicaron 15.900 artículos, las 100 mujeres más productivas publicaron algo más de 8 mil. Sin embargo, en el 90% de la muestra, conformada por los investigadores que ostentan 50 publicaciones o menos, no existen diferencias entre ambos grupos.
En opinión de Maria Conceição da Costa, docente de la Unicamp y directora del Núcleo de Estudios de Género – Pagu, el modelo competitivo vigente en la carrera científica sigue siendo un obstáculo para las mujeres. “Las jóvenes profesionales postergan actualmente la decisión de casarse y tener hijos, dejan eso para más adelante, lo cual facilita el progreso al inicio de la carrera. Pero más tarde, cuando son sometidas a las mismas reglas que los varones, quedan en desventaja”, manifiesta. “Algunas no logran competir, mientras que otras no presentan interés por trabajar en un esquema ultracompetitivo. Ellas logran destacarse en disciplinas menos competitivas, pero no alcanzan el mismo desempeño de los hombres en el resto de las áreas”, afirma.
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