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Carta de la editora | 108

Los proceso evolutivos

Las especies amenazadas de extinción suelen poblar las listas de las organizaciones ambientalistas. Tan corrientes como éstas son las críticas a la acción del hombre, que ocupa y devasta sin miramientos los hábitats de animales que deberían preservarse. El artículo destacado en la portada de esta edición (en la página 32), que lleva la firma del editor especial Marcos Pivetta, muestra que el hombre contribuye en forma efectiva a tal extinción, pero no por ello deben endilgársele todas las heridas de la naturaleza. El texto en cuestión se refiere a los perezosos, unos simpáticos y parsimoniosos animales que habitan únicamente el continente americano. Mediante el análisis de su ADN (el ácido desoxirribonucleico), investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) descubrieron que la diversidad genética de esta especie es muy baja. Es decir, hay individuos con ADN casi igual en el seno de cada población y, al mismo tiempo, muy diferente del ADN de miembros de agrupamientos lejanos. Los expertos afirman que el proceso evolutivo puede haber llevado a que cada región diera origen a perezosos de linajes genéticos específicos.

En otras palabras, la baja variabilidad genética implica una amenaza extra para estos seres que deben escaparle a sus predadores naturales, a la caza ilegal y a la reducción de su territorio. El Bosque Atlántico, por ejemplo, que es uno de los lugares de Brasil habitados por los perezosos, cuanta actualmente con tan sólo un 7% de su cobertura original. La advertencia que se desprende de los análisis de los investigadores indica el peligro: la consanguinidad en las poblaciones pequeñas, ubicadas en distintas regiones, puede hacer inviable una especie, al provocar enfermedades recesivas e infertilidad. Los estudios no afirman expresamente que los animales se extinguirán como consecuencia de esta peculiaridad. Pero aportan un elemento más, que ha de considerarse cuando se analicen estrategias de preservación. En este caso, la acción humana no es la única responsable de tal situación.

Otras acciones nos han llevado más lejos –más precisamente, hasta Saturno. Ricardo Zorzetto, editor asistente de Ciencia, nos cuenta detalles aún poco conocidos de la misión de las naves Cassini y Huygens (en la página 46). Zorzetto explica de qué manera el trabajo cooperativo de una física brasileña y un astrónomo irlandés fue el primero que apuntó modificaciones importantes en el anillo F del planeta, confirmadas por la sonda Cassini. Ese anillo es precisamente el que más intriga a los expertos, que ahora tienen la posibilidad no solamente de confirmar antiguas y nuevas teorías, sino que pueden también ver imágenes de Titán, la mayor de las lunas de Saturno. La nave Huygens envió fotos que sugieren la existencia de nubes y ríos de metano. El interés en este satélite obedece a que el mismo reuniría en teoría condiciones similares a las que habrían dado origen a la vida en la Tierra hace miles de millones de años.

En tanto, otro trabajo que también monitorea los cielos, pero no tan ambicioso como la misión Cassini-Huygens, puede servir para salvar vidas. Para el verano de 2006 los habitantes del Gran São Paulo contarán con un eficiente sistema de pronóstico de lluvias, que ayudará a evitar inundaciones y muertes, como las registradas el mes pasado (en la página 66). El editor de Tecnología, Marcos de Oliveira, autor de este reportaje, explica que el objetivo es identificar y analizar la formación y el movimiento de nubes en la región, prever la intensidad de las lluvias y emitir alertas hasta tres días antes por los medios de comunicación, orientados a la Defensa Civil y a toda la población. El Sistema Integrado de Hidrometeorología del Estado de São Paulo forma parte de un programa de ciencia e innovación tecnológica que cuenta con financiación de la FAPESP, en asociación con el Consejo de Hidrometeorología de la Secretaría de Ciencia y Tecnología.

Por último, el editor de Humanidades, Carlos Haag, nos informa acerca de un tiempo en que algunos libros del siglo XIX se vendían por decenas de miles de ejemplares en Río de Janeiro, ciudad donde había a la época una gran población de analfabetos (en la página 82). Vale la pena leer ese poco conocido capítulo de la historia de la cultura brasileña.

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