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Emprendedorismo

Los talentos ocultos

Químico sugiere expandir el apoyo a los aspirantes a empresarios

NanoxEntre 1999 y 2002, cuando cursó la carrera de química en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), Gustavo Simões, en la actualidad con 32 años, comentaba con sus compañeros que quería ser empresario. Como en aquella época –y todavía hoy– la mayoría de las carreras de las universidades públicas no promovían el emprendedorismo, sus compañeros creían que él habría perdido la razón.

“Casi todos aspiraban a contar con alternativas laborales más seguras que la de ser empresario”, recuerda. “Como no contábamos con apoyo, el hecho de querer ser emprendedor parecía sumamente difícil y distante.”

Pero Simões no abdicó de su plan. Empezó el posgrado bajo supervisión de Elson Longo en el Instituto de Química de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en la ciudad de Araraquara, y, en 2005, a la mitad de la maestría, resolvió finalmente abrir su empresa.

“El laboratorio de Elson Longo era diferenciado, mantenía un contacto asiduo con las empresas, y la oportunidad de desarrollar nuevos productos surgió naturalmente”, comenta.

Desde 2005, Simões y otros dos químicos, Daniel Minozzi y André Araújo, producen en la nueva empresa ‒llamada Nanox, cuya sede se encuentra en la ciudad de São Carlos, interior paulista‒ materiales con partículas de plata capaces de eliminar hongos y bacterias.

“El primero apoyo que recibimos nos llegó por medio de un Pipe de la FAPESP”, dice. A los 24 años fui uno de los coordinadores más jóvenes de un proyecto Pipe”. Posteriormente recibió apoyo de una venture capital especializada en empresas de base tecnológica, y también financiaciones del gobierno federal.

Simões afirma que Nanox está creciendo –actualmente cuenta con 10 empleados– y para este mismo año planifica la apertura de una sucursal en Estados Unidos.

Con todo, en 10 años poco ha cambiado para los estudiantes de grado que desean abrir sus propias empresas. Las asignaturas vinculadas con el emprendedorismo siguen siendo raras en la universidad; una de ellas se dicta en las carreras de grado de ingeniería de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo.

“El ambiente ha mejorado, existe una mayor facilidad de acceso al capital de riesgo, pero las acciones de apoyo a los emprendedores todavía son suspiros en el ambiente académico”, sostiene Simões, quien terminó su doctorado en 2009, también bajo la dirección de Elson Longo.

Simões estima que la situación podría ser distinta si las carreras no apuntasen únicamente hacia la investigación científica y tecnológica, sino que estimulasen también la innovación orientada a las empresas. “Para ser emprendedor”, dice, “es necesario contar con apoyo, oportunidades y condiciones como para arriesgar. Sin eso, ser empresario es una locura o pura desesperación”.

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