Imprimir Republish

Ciencia

Los tonos de la diferencia

Las variaciones del canto de apareamiento del mosquito transmisor de la leishmaniosis visceral demuestran que puede existir más de una especie

Estudios realizados por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro sugieren que los mosquitos flebótomos, actualmente llamados Lutzomyia longipalpis, principales transmisores de la leishmaniosis visceral en seres humanos en las Américas, pueden pertenecer a varias especies hermanas de insectos hematófagos – y no solamente a una sola como se creía hasta ahora. El análisis del material genético de poblaciones diferentes, provenientes de distintos puntos del país, refuerza la tesis de que existen, como mínimo, tres tipos distintos, o quizás cuatro, de L. longipalpis.

Los investigadores aún no han logrado precisar si cada una de esas variedades de L. longipalpis, que prácticamente no se cruzan entre sí, podría ser rotulada como una nueva especie. No obstante, ellos están persuadidos de que todos los mosquitos no son exactamente iguales. “En Venezuela, ya se han recabado sólidas evidencias de que existen por lo menos dos especies hermanas de L. longipalpis“, dice Alexandre Peixoto, de la Fiocruz, coordinador de los estudios, que trabajó con flebótomos oriundos de las localidades de Sobral (Ceará), Jacobina (Bahía), Lapinha (Minas Gerais) y Natal (Río Grande do Norte.). “Y en Brasil parece que sucede lo mismo”. Este tipo de información taxonómica es importante en la lucha contra la enfermedad, pues el combate contra la leishmaniosis visceral requiere un mejor control – y conocimiento – de sus agentes transmisores.

Desde el punto de vista de la apariencia (morfología) no existen diferencias significativas entre los ejemplares del mosquito obtenidos en cada una de esas localidades, pero existen sí distinciones perceptibles desde el punto de vista molecular y comportamental. Después de secuenciar y analizar una región de un gen llamado period en poblaciones de L. longipalpis de esas cuatro regiones, Luiz Guilherme Bauzer, del grupo de Peixoto, observó que dicho material genético es bastante diferente en cada una de las muestras, una evidencia a favor de la idea de que se trata de cuatro especies disímiles.

Con la colaboración de colegas de dos universidades británicas (Keele y Leicester), y de Nataly de Souza (Fiocruz), Peixoto grabó y analizó el contenido del canto de los machos de L. longipalpis de esas diferentes localidades. Una vez más, el resultado apunta la existencia de entonaciones distintas, otro indicio de que puede existir un complejo de especies en torno al mosquito flebótomo transmisor de la leishmaniosis visceral. “Podemos estar frente a una situación semejante a la del mosquito Anopheles gambiae, que transmite la malaria en África”, dice Peixoto. Mediante una serie de estudios, los científicos descubrieron que existe un complejo de siete especies de mosquitos A. gambiae.

Si se comprueba que los mosquitos capaces de transmitir la leishmaniosis visceral pertenecen a un complejo de especies emparentadas, será necesario descubrir el papel de esas desconocidas variedades de L. longipalpis en la diseminación de la enfermedad. Cada una de esas potenciales nuevas especies puede tener un peso diferente en la propagación de dicha afección, caracterizada por fiebres de larga duración, pérdida de peso e hinchazón del baso y el hígado. Si los síntomas no son tratados, pueden llevar a la muerte en el lapso de uno o dos años.

“Más allá de ser fundamental para el estudio evolutivo de los flebótomos, la confirmación de la existencia de un complejo de especies hermanas en torno al L. longipalpis puede tener repercusiones en la epidemiología de la enfermedad”, evalúa Peixoto. La manera más común de que una persona contraiga leishmaniosis visceral es a través de la picadura de un L. longipalpis infectado por el protozoario Leishmania chagasi, el agente causante de la enfermedad. En Brasil se registran alrededor de dos mil nuevos casos de leishmaniosis visceral anualmente, con un índice de mortalidad de cerca del 10%, según cifras del Ministerio de Salud.

Republicar