Imágenes en ultravioleta o infrarrojo echan luz sobre tramos ininteligibles de papiros egipcios de más de dos mil años, y sacan a relucir a obras perdidas de grandes autores clásicos como Sófocles, Eurípides y Hesíodo. Los rayos X permiten conocer mejor las teorías matemáticas de Arquímedes, contenidas en copias oscuras de partes de sus escrituras originales de difícil comprensión hechas en el siglo X. Análisis químicos y de espectroscopía revelan a su vez la composición de los pigmentos empleados en el siglo XV por Johannes Gutenberg para ilustrar el primer libro hecho con tipos móviles: la Biblia. Como se podrá notar, las más variadas tecnologías están actualmente al servicio del estudio de textos antiguos, y llenan así lagunas de información hasta entonces inaccesibles a los más avezados comentaristas.
En la Universidad de Oxford, científicos británicos emplean un método creado por la Nasa para su uso en satélites, en la visualización de planetas y de objetos celestes: la imagen multiespectral, que es un aliado en el trabajo de estudiar los textos del proyecto Oxyrhynchus. Se trata de una colección de 400 mil fragmentos de manuscritos escritos por autores clásicos de Grecia y Roma hallados al final del siglo XIX entre despojos de la antigua ciudad egipcia de Oxyrhynchus. Estos papiros, que según algunos estudiosos pueden ampliar en un 20% la cantidad de textos clásicos, permanecieron durante mucho tiempo en contacto con el suelo, en medio a basuras de toda índole, en especial vidrio, y se oscurecieron, con lo cual se tornaron ilegibles en algunos fragmentos. Se perdió el contraste ente el pigmento usado en la escritura y el fondo de los papiros, que se ennegreció mucho.
La imagen multiespectral consiste en producir una sucesión de imágenes en diferentes longitudes de onda del objeto en estudio. De esta manera, una de las imágenes, o la yuxtaposición de algunas de ellas, puede hacer saltar a los ojos tramos hasta entonces invisibles del material analizado. “En líneas generales, puede decirse que no hay una longitud de onda mágica que haga que todos los escritos antiguos aparezcan”, dice el ingeniero Gregory Bearman, del Jet Propulsion Lab, de la Nasa, quien a comienzos de los años 1990 tuvo la idea de emplear la técnica en estudios de arqueología. “Todo depende del estado del documento y de lo que haya ocurrido con éste en el transcurso del tiempo”.
Tramos de los Manuscritos del Mar Muerto, un conjunto de 850 textos de alrededor de dos mil años de antigüedad hallados en cavernas de Israel entre1947 y 1956, fueron los primeros textos antiguos donde se empleó con éxito la imagen multiespectral . Posteriormente probaron el método en textos de Pompeya que sepultados y chamuscados por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d. C. Material carbonizado como el de Pompeya, y escritos no carbonizados, como los del proyecto Oxyrhynchus, suelen revelar detalles ocultos cuando se los somete a diferentes longitudes de onda. Según Dirk Obbink, experto en papiros y literatura griega de Oxford, algunos fragmentos de los documentos rescatados en la antigua ciudad de Egipto quedaron legibles luego de haberse generado imágenes en ultravioleta. En otros casos, el infrarrojo generó mejores resultados.
El quid de la cuestión
Para descifrar una transcripción de la Edad Media de los trabajos originales de Arquímedes (287 a.C – 212 a.C), fragmentos inéditos de la obra Método de los teoremas mecánicos, que sufrieron diferentes tipos de daños y adulteraciones en el transcurso del último milenio, físicos de la universidad estadounidense de Stanford, California, contaron con la ayuda de imágenes generadas por rayos X. Muchas de las alteraciones indebidas que sufrieron los pergaminos, como su raspaje y reutilización como soporte para el texto de un libro religioso en el siglo XIII, ya habían sido superadas con la adopción de otras técnicas. Pero faltaba sortear la última agresión sufrida por los documentos en el siglo XX, cuando se agregaron escritos modernos en la parte superior de algunas páginas, ocultando partes de los textos antiguos. La generación de imágenes por rayos X superó ese postrer obstáculo. Esto porque la exposición a la radiación resaltó los pigmentos ferrosos de los manuscritos originales en detrimento de la tinta moderna usada para alterar los pergaminos, según un artículo publicado a mediados de abril por el servicio noticioso de la revista Nature.
Y hablando de tintas: un grupo de investigadores europeos y estadounidenses determinó por primera vez los principales tipos de pigmentos usados para dibujar las figuras que adornan siete de las llamadas Biblias de Gutenberg, publicadas en el siglo XV. Además de recurrir a análisis químicos, los científicos emplearon en su trabajo de detectives la espectroscopía Raman, un método no invasivo mediante el cual un láser ilumina las páginas del libro y un sensor especial lee el patrón de luz generado. El origen de siete colores se determinó con precisión y el de dos de manera aproximada.
El rojo claro deriva del cinabrio (mineral compuesto de mercurio). El amarillo sale de compuestos con plomo y estaño. El negro se origina en el carbono, y el blanco, en el carbonato de calcio. El azul viene del empleo de azurita, un tipo de carbonato de cobre. El verde oliva, de la malaquita, de otro carbonato de cobre. El verde oscuro del etanoato de cobre (verdete). Con un origen incierto, los tonos dorados parecen provenir del propio oro, en tanto que los rojos, de pigmentos extraídos de plantas o insectos. “El estudio de las tintas representa un primero e importante paso en el marco de una estrategia apropiada de conservación y preservación de antiguas obras de arte”, afirma uno de los autores del estudio, Gregory D. Smith, del Buffalo State College, Estados Unidos. Divulgado para el público en general en abril, el estudio completo de los pigmentos de las Biblias gutenberguianas saldrá publicado en la edición del 1º de junio de la revista estadounidense Analytical Chemistry.
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