¿Cuándo llegó a América el hombre? Ésta es una cuestión polémica. Y ahora, los resultados de un estudio genético llevado a cabo por un equipo de investigadores ligados a nueve centros brasileños y uno peruano prometen calentar el debate. La investigación, que tomó como base el perfil de las mutaciones y la diversidad del llamado ADN mitocondrial de 30 aborígenes del continente, la mayoría de éstos perteneciente a etnias presentes en Brasil, sugiere que el Homo sapiens llegó a Alaska, proveniente de Asia, vía estrecho de Bering, hace cerca de 21 mil años y en una sola oleada migratoria. Esta conclusión, tal como informa Marcos Pivetta en el reportaje de portada de esta edición, contraría a la teoría clásica de la colonización de América, actualmente bastante cuestionada, según la cual se produjeron tres movimientos de entrada de grupos asiáticos en el continente, el primero de éstos hace cerca de 12 mil años. Pero, siguiendo en los dominios de la genética, más específicamente de la genómica, cabe destacar el reportaje sobre nuevos avances obtenidos por diferentes proyectos que forman parte del Programa Genoma-FAPESP y de una de sus ‘crías’, los Genomas Agronómicos y Ambientales (AEG), en especial la identificación de 200 nuevos genes del Schistosoma mansoni , causante de la esquistosomosis, una enfermedad típica del subdesarrollo, que afecta a 200 millones de personas en todo el mundo y a 10 millones en Brasil. En la sección Ciencia, con su movimiento por entre investigaciones que examinan el presente, proyectan el futuro o iluminan el pasado, merece mención el reportaje sobre recientes estudios que atestiguan la importancia de los terremotos ocurridos en los últimos 10 años en la formación del relieve brasileño.
La íntima articulación entre investigación y posibilidades de desarrollo socioeconómico del país aparece con fuerza en dos reportajes de la sección Tecnología de esta edición de Pesquisa FAPESP. En el primero, Yuri Vasconcelos anticipa la pequeña revolución que podría producirse en las centrales y destilerías de azúcar y alcohol de Brasil si las mismas incorporan una nova tecnología que, valiéndose del bagazo y sin ninguna alteración en la cantidad de la caña in natura utilizada, asegura un aumento de la producción de alcohol del orden del 30%. Está es, sin lugar a dudas, una hermosa noticia, en un momento en el cual se debate seriamente la posibilidad de reactivar el Proálcool, el programa de los años 70 que contenía una promesa de autosuficiencia nacional para un combustible renovable y poco contaminante, pero que sucumbió por errores estratégicos de administración. El otro reportaje, aprovechando la oportunidad de la reciente inauguración de la primera etapa de la unidad industrial de Embraer en Gavião Peixoto, São Paulo, muestra en qué estado se encuentran los proyectos de investigación que integran el programa de Asociación para la Innovación en Ciencia y Tecnología Aeroespacial (PICTA, sigla en portugués), apoyados por la FAPESP, que representan una contribución fundamental para la transformación de aquella región paulista en un gran polo de desarrollo aeronáutico. Por cierto, entre las razones por las cuales Embraer se ubica entre las cuatro mayores empresas fabricantes de aviones del mundo, la apuesta a la investigacióntecnológica no es, con seguridad, la menor de éstas, y esto queda claro a partir de la página 72.
Para finalizar, vale destacar en esta edición, en la sección Humanidades, el artículo referente a una investigación en ciencias de la religión que revela que, aun después de la separación entre la sinagoga y la iglesia, judíos y cristianos mantuvieron relaciones bilaterales hasta el siglo II de la era cristiana, en el marco de una comunión que era prácticamente desconocida hasta ahora.
Por lo demás, resuenan en esta edición los ecos del 40º aniversario de la FAPESP, cuando la Fundación, después del homenaje de la Orquesta Sinfónica del Estado (OSESP), con un Villa-Lobos magníficamente ejecutado, supo por boca del presidente de la República que recibiría un regalo que aumentará sobremanera su fuerza para financiar las investigaciones en São Paulo.
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