Sabemos intuitivamente que el contacto con las flores y las plantas le hace bien a la salud. Casi nadie duda de que la jardinería –o la mera contemplación de un bello paisaje– aporta una renovación física y mental. Pero, ¿cómo explicar tal efecto? En un estudio publicado en junio en el Journal of Environmental Psychology, Terry Hartig, de la Universidad de Uppsala, Suecia, arribó a la conclusión de que las personas se recuperan más rápidamente del estrés cuando entran en contacto con la naturaleza. Y, lo que es mejor: este restablecimiento se da en pocos segundos (The Wall Street Journal, 26 de agosto). Hartig sometió a 112 jóvenes a una serie de tareas estresantes – entre ellas, conducir un automóvil en un lugar desconocido.
Los participantes, que luego de la prueba descansaron en una sala con vista a un paisaje arborizado, para después pasear por un sitio lleno de árboles, recobraron el ánimo y experimentaron una reducción de la presión arterial en menos tiempo que las personas que se sentaron en una sala sin ventanas y luego caminaron por un área urbanizada. De acuerdo con otra investigación, la simple contemplación de paisajes naturales ayuda en la rehabilitación de personas recién operadas. Roger Ulrich, de la Universidad de Texas, Estados Unidos, constató que los pacientes internados en habitaciones con vista hacia la naturaleza se recuperan más rápidamente de las cirugías en comparación con aquéllos que permanecieron en un lugar sin tal vista privilegiada.
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