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Sociología

¿Macho ensimismado?

Auque el machismo aún sea dominante, las conquistas de las mujeres intimidan cada vez más a los hombres

La mujer urbana brasileña del siglo XXI habla de todo: se queja de su pareja, exige su derecho al placer, expresa sus preferencias sexuales y pretende sueldos iguales. Y hace de todo también: toma la iniciativa en las relaciones, trabaja y sustenta en soledad su familia cada vez más. Llega a dispensar cuota de alimentos, no le importa dividir la cuenta del restaurante o de los gastos de la casa al contrario, exige eso a veces. Ha sido así en escala creciente en las últimas tres décadas. Por otra parte, no reniega de cuidar a sus hijos y de ser romántica le encanta que se le abra la puerta, que le cedan el paso en el ascensor, etc.

¿Y el hombre?, Bueno, éste asiste al avance del sexo opuesto con una negación en la cabeza, la mayoría. Ora parece intimidado, ora acorralado. Admitir que es machista, jamás. No son pocos los que confrontan e intentan imponer su condición natural de dominador. Hablan alto, gritan, arremeten, matan. Hace tiempo, es frecuente la violencia física, sexual, psicológica y moral. O, más sutilmente, demarcan territorios, reivindican su papel de responsables por el sustento de la casa.

¿Se vive una guerra de los sexos? Hoy no, siempre. La diferencia tal vez sea la de que por primera vez, los machos no saben exactamente que hacer, como se observa día a día ? en las relaciones, en el ambiente de trabajo, en la cama. El problema reside en la dificultad que ellos tienen para admitir que los valores difundidos a lo largo de milenios son cada vez más cuestionados y abandonados.

Tan complejo como entender el surgimiento de términos como metrosexual hombre vanidoso, con hábitos femeninos es conceptuar el machismo o dimensionar su impacto negativo en la vida social y económica brasileña. El tema, por increíble que parezca, aún es poco estudiado en la universidad, aunque las relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres hayan sido objeto de algunas tesis de maestría y doctorado en la Universidad de São Pulo (USP), por ejemplo.

Rigor – Desde el punto de vista histórico, el término machismo está asociado al sistema social y familiar patriarcal, aún hoy difundido con rigor por la Biblia, por el Corán y por otros libros religiosos. Se predica que, como voluntad divina, el padre debe ser el líder de la familia bajo todos los aspectos. Otro concepto común es la creencia de que los hombres son superiores física e intelectualmente a las mujeres.

Algunos investigadores consideran complicado hablar de hombres acorralados, toda vez que, en el trabajo o en el hogar, la violencia contra la mujer no es novedad. De este modo, la ascensión femenina no ha causado reacción masculina o un contra ataque. El conflicto siempre existió, la novedad, tal vez, es que las mujeres van más y más conquistando y manteniendo espacios en cantidad y en calidad, afirma Elizabeth Cardoso, que defendió la maestría en la Escuela de Comunicaciones y Artes (ECA/ USP) sobre prensa femenina brasileña post-1975 y actualmente cursa el doctorado del Departamento de Teoría Literaria y Literatura Comparada de la FFLCH/ USP ?investiga los personajes femeninos de Lúcio Cardoso.

Para ella, en el ambiente de trabajo, algunos hombres continúan utilizando estratagemas torpes. Desde acoso sexual, hasta la descalificación constante de la mujer. La investigadora recomienda no obstante, que no se caiga en generalizaciones. Sabemos que el ser humano es complejo y que poseemos reacciones masculinas diversas ante la escalada femenina rumbo a la dirección y la presidencia de las empresas e instituciones. Asimismo, destaca como uno de los principales cambios motivados por la ascensión de la mujer en los medios productivos (fuera del hogar) la valorización del modo femenino de gerencia, de administrar. Se habla mucho de la flexibilidad femenina, de la capacidad de actuar en múltiples tareas simultáneamente, de diálogo, de lidiar con lo diferente, de la humanidad que las mujeres imprimen en sus relaciones profesionales. Pero debemos referir, hasta el agotamiento, que todo ese discurso elogioso hacia lo femenino no impide que las mujeres continúen teniendo menores salarios que los hombres y que ocupen cargos de jefatura con menos frecuencia.

Como observa Elizabeth, la independencia económica de la mujer fue vista durante los años 1970 y 1980 como el principal camino hacia su liberación social, sexual y cultural del control masculino. Pero los siglos de poder patriarcal han demostrado que sus raíces son profundas. A pesar de ello, está forzando al hombre a rever sus puntos de vista. Tal vez haga falta una lucha más colectiva, puesto que las mujeres pelean en guerras individuales, cotidianas, silenciosas, como consecuencia misma de los caminos que el movimiento feminista recorrió, pero esas conquistas se superponen y no se acumulan para percibir mejoras para todas y todos.

Maria de Fátima Cabral Barroso de Oliveira, en su doctorado defendido en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH), analizó las representaciones de las mujeres en periódicos canadienses de la década de 1990. La hipótesis central es que los medios, a través de un discurso que celebra la diversidad sexual, legitiman y marginan identidades. Ella considera que las confusiones de sexos que apuntan hoy, que tienen que ver con roles establecidos para los géneros que a veces contradicen la propia esencia del ser hombre o mujer. Yo conozco hombres que tienen una cabeza extremadamente fenmenina y viceversa. ¿Es así? ¿Qué sucede cuando los hombres no poseen aquellas cualidades supuestamente masculinas, lo mismo que ocurre con las mujeres?

Lo que ella percibió fue que el mundo masculino es el serio, importante, el mundo de los negocios, de la política. El de las mujeres es más color de rosa, sin mucha importancia. Los medios cristalizan a la mujer como madre, objeto sexual o la profesional, que es madre, esposa, joven, delgada y bella, o sea, supermujer, o como la víctima, subordinada y subyugada al mundo masculino. De ese modo, las homosexuales, las negras, las del Tercer Mundo, etc., son marginadas y/o excluidas. El hombre, en el proceso, es la norma, la regla, el modelo. Creo que tenemos que elegir si vamos a trabajar dentro de los estereotipos establecidos, tales como mujer que es fémina, madre, la caça, etc., valiendo lo mismo para el hombre; ¿cuáles son los atributos o cualidades inherentes al género masculino?

En su doctorado en la USP, Ellika Trindade investigó la perspectiva masculina de los temas paternidad, sexualidad y proyectos de vida. Entrevistó solamente hombres. A pesar de que ellos no han sido cuestionados en cuanto a la ocupación creciente de espacio por las mujeres, en modo general, contemplan la posibilidad de una mayor división de responsabilidades con ellas, inclusive en cuestiones financieras. Como algo benéfico y positivo para la relación y para ellos mismos, en la medida en que las presiones también son repartidas. Según ella, la crisis que muchos hombres viven en la mediana edad no necesariamente tiene relación con la dominación económica. Tiene más que ver con el lugar social ocupado por los hombres en el trabajo y con el significado que este universo del trabajo conlleva para el sexo masculino. El ser macho  aquél que ejecuta y comanda  puede ser vivido de modo crítico en la medida en que la jubilación se aproxima y la conciencia de que se está envejeciendo, con las pérdidas de ahí devenidas, es pensada. En el universo de los entrevistados, la crisis de la mediana edad fue recordada principalmente en relación al contacto con los hijos, con el percibir que éstos están ingresando en el mundo adulto, y también al universo del trabajo, a la aproximación de la jubilación.

Ellika observa que, para algunos hombres, convivir con mujeres en el mundo laboral puede ser visto como motivo de temor o de dificultad para las relaciones afectivas. No obstante, no se puede olvidar que la competencia con otros hombres, marca del mundo del trabajo, también puede ser motivo de temor. El hecho de que las mujeres trabajen fuera puede ser visto como algo negativo si es mantenido el modo de pensar a la educación como responsabilidad sólo de la madre? Otros actores sociales, empero, pueden desempeñar esta función, inclusive el padre. Lo que ocurre entonces es que con la mujer que es madre trabajando, se hace necesario revisar este modo de pensar y ampliar la perspectiva para que otras personas puedan realizar la tarea de educación de los hijos, desde miembros de la familia hasta instituciones educativas.

La evolución y las causas de la participación femenina en el mercado de trabajo brasileño fueron estudiadas por Luiz Guilherme Scorzafave en su doctorado en la USP. Él encontró un fuerte aumento de la participación femenina, principalmente de aquellas con 1 a 11 años de estudio, entre las cónyugues y las pertenecientes a todos los grupos raciales. Observó también los principales determinantes de la mujer y de su evolución. Concluyó que la educación jugó un papel fundamental en el crecimiento de las tasas de actividad femenina en los últimos años en Brasil. Además de este factor, destacó la importancia de la variable edad y de la variable binaria asociada a las mujeres cónyugues.

Scorzafave se concentró en la presencia de la mujer en el comportamiento de la economía y menos en los aspectos comportamentales. Él afirma que los estudios más recientes demuestran que la diferencia de salario entre hombres y mujeres de igual productividad ha disminuido en Brasil. Uno de los factores que explican eso  aún no hay consenso sería la reducción de la discriminación contra el sexo femenino. En especial en las generaciones más nuevas. Él recuerda que algunos teóricos argumentan que la contribución mayor de la mujer a la renta familiar, aumenta su poder de intercambio en la toma de decisiones dentro de la familia  en que se invertirá el dinero, quien va a trabajar, etc..

Hombres y mujeres viven hoy transformaciones en todos los niveles sociales, aunque en un primer momento, no sean percibidas de forma positiva. Son buenas noticias para todos. Basta observar la posición de opresión de las mujeres, de los negros, y de otras minorías sociales durante siglos. Es lo que afirma Ana Maria Capitanio, autora de la tesis ?Mujer, género y deporte: un análisis de la auto percepción de las desigualdades, de la USP.

Para la investigadora, con las conquistas femeninas, la socialización de los hombres tiende a cambiar también y la sensación de extrañeza se vuelve evidente. Con el tiempo, mientras tanto, las transformaciones tienden a acomodarse. Y esa dinámica no afecta a una sola de las partes. Y los conceptos de masculino y femenino también sufren cambios. No se piense que tampoco es (¿o era?) estresante para el hombre tener que corresponder a las expectativas sociales como ser el proveedor, ser el mejor, el más fuerte, el más competente, entre otros adjetivos exigidos por la sociedad o hasta en el mismo contexto deportivo.

Ana Maria dice que todo es cuestión de socialización. Si las mujeres toman iniciativas hasta para las relaciones, lo que tradicionalmente fue un papel masculino, causará confusión en la cabeza de los hombres el depender de cómo ambos fueron socializados. El hombre, en grandes rasgos, puede considerar que las mujeres más independientes y que toman la iniciativa son menos femeninas, por ejemplo. Dependerá de cual es el ideal de mujer que él tiene para sí. Y ella también deberá entender eso. Tal vez, añade, él se sienta amenazado por el hecho de que la mujer esté estudiando más, luchando por sus derechos, saliendo de casa para trabajar, tanto para ganar su sustento y el de la familia, como por satisfacción personal e intentando tener una postura de igual respecto del hombre.

Un libro que podría servir de contrapunto para comprender mejor el asunto en Brasil, es Machismo invisible, de la psicóloga mexicana Marina Castañeda, que acaba de ser lanzado en portugués por la editora La Jirafa. Basta leer algunas líneas, sin embargo, para percibir que, a pesar de la opresión ser más intensa contra las mexicanas, el problema aún es grave entre los brasileños. Por eso es una obra que fascina y asusta. En una entrevista telefónica, Marina afirma que el machismo se manifiesta de varias maneras, en las situaciones más triviales, siempre de forma sutil, lo que dificulta su percepción. No hablo de lo que es evidente, sino de las formas más sutiles que subsisten en todas las clases sociales.

¿Ejemplos? Los maridos ya no impiden que sus esposas trabajen, pero ejercen una vigilancia integral. Quieren saber donde están y requieren explicaciones todo el tiempo. Se observa aún que la ira no está permitida socialmente a la mujer, al contrario del llanto, del miedo, del temor, de la ternura. Si ellos son corajudos, ellas deben ser temerosas, en una relación de dependencia pre-establecida. En el mercado laboral, no es diferente. El machismo deja a las personas de ambos sexos ineptas. Según ella, las mujeres avanzaron en cuestión de derechos, pero los hombres no caminan paralelamente.

Sexo – Marina identifica con claridad la génesis del machismo en lo cotidiano. Los hombres pasan toda la vida atendidos por el sexo femenino y tienden a desarrollar una personalidad infantil porque son objeto de devoción. No aceptan críticas, no quieren ser desobedecidos y consideran que siempre tienen razón. En la era de la informática, asimismo, la fuerza física no cuenta mucho porque no tiene sentido dividir el trabajo así. Las fuerzas económicas y sociales globales van a llevar a un equilibrio de roles. No creo que se dirijan a la confrontación de los sexos, pero el machismo no es económicamente eficiente.

La psicóloga lamenta que la sociedad tienda a reproducir modelos estereotipados que no permiten a los hombres demostrar sentimientos. Sería un problema de educación, de formación familiar. Niños y niñas son orientados para ser completamente diferentes. Otra distorsión aparece entre las mujeres que ascienden a puestos de mando y devienen machistas: como el hombre, se muestran autoritarias, despóticas. Justificándose en que esa es la forma de sobrevivir. Ella cree que las parejas pueden ser más felices con más igualdades.  Es mucho mejor redistribuir roles y ser aliados. Al final, la vida ya es tan difícil, ¿por qué no unir fuerzas?

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