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Carta de la editora | 120

Más líneas en la televisión, más luz del sol

Hay cambios a la vista. En algunos meses más, llega al país una nueva televisión, con promesas de una imagen con mejor calidad, interactividad y posibilidades más amplias de difusión de los mensajes. En mismo este mes de febrero, el gobierno federal anunciaría las principales directrices del Sistema Brasileño de Televisión Digital (SBTVD) y los subsistemas que se adoptarán en relación con uno de las tres normas de esa tecnología de televisión existentes en el mundo, a saber: la estadounidense, la europea y la japonesa.

Muy bien ¿pero eso qué tiene que ver con la ciencia y la tecnología desarrollada en Brasil, si los sistemas son externos?  Tiene mucho más que ver que lo que se pueda imaginar, como lo muestra el editor de tecnología, Marcos de Oliveira, en el importante artículo estampado en la portada de esta edición de Pesquisa FAPESP, a partir de la página 64. Al cabo, para formatear el Sistema Brasileño que pone ahora la primera palada de cal sobre la transmisión analógica de televisión “aún debe mantenerse en pie, en un principio, durante los próximos 15 años, en convivencia armónica con la transmisión digital”, se erigió una red de investigación tecnológica tal vez sólo superada por la red montada a partir de São Paulo en 1997, para el desarrollo de los proyectos del genoma en el país. Nada menos  que 1.200 investigadores, representando a 75 instituciones, entre universidades, institutos de investigación y empresas, se reunieron entre 2004 y 2005 para formatear el sistema dentro de las especificidades culturales, sociales y tecnológicas del país. ¿Eso tendrá un profundo impacto? En lo tecnológico, sí, nadie lo duda. En relación con los efectos culturales, los expertos se dividen. Para entender por qué, lo más aconsejable es leer ese reportaje elaborado cuidadosamente.

En tiempos de pequeñas revoluciones tecnológicas, capaces de producir algún efecto en la sociedad brasileña, el debate sobre la ciudadanía, entendida como la participación del individuo en la creación de su sociedad, también ayuda a tener una percepción más aguda de qué país efectivamente formamos. Algunos estudios sociológicos recientes plantean que la incredulidad en las instituciones, generada por la crisis política actual, no constituye precisamente una novedad, tal como informa el editor de humanidades Carlos Haag, a partir de la página 80.

Por eso se tiene que ir un poco más atrás para entender por qué la ciudadanía se ha desarrollado poco entre nosotros. O por qué en un país con tantas desigualdades e insatisfacciones nunca hubo un movimiento popular capaz de promover una reforma en la vida nacional.

Hay males que se repiten con tanta frecuencia que se puede sospechar que el organismo en que los mismos se manifiestan esté fuera de un patrón común. Pero no siempre los médicos tienen la sensibilidad ni la atención suficiente como para llegar a esa conclusión. Es eso lo que ocurre, por ejemplo, con las inmunodeficiencias primarias, verificadas sobre todo entre niños de hasta tress años, cuando un defecto genético congénito provoca una repetición preocupante de episodios de neumonía, otitis y otras infecciones graves y, aún así, son muchas veces confundidas con problemas comunes de la infancia. Estudios que abordan esa cuestión son el objeto del reportaje de Ricardo Zorzetto, editor asistente de ciencia, y Francisco Bicudo, a partir de la página 36.

Para finalizar, merece destaque el reportaje de Alessandra Pereira, sobre una investigación sumamente interesante que revela patrones del comportamiento de las hormigas del Bosque Atlántico, y el texto de Gonçalo Junior, con respecto a una tesis apasionada sobre el simbolismo solar en las composiciones de Caetano Veloso. Sí, es eso mismo. ¿Recuerda? “Luz del sol que la hoja traga y traduce de verde nuevamente en hoja, en gracia, en vida, en luz”. Más verano imposible.

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