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Redes sociales

Me gusta, lo comparto

Una nueva ola de herramientas digitales causa impacto en el modo de trabajo de los investigadores

BRUNO NOGUEIRAEl cotidiano de los investigadores está sufriendo el impacto de una nueva ola de herramientas digitales, tales como las redes sociales, software online y blogs, con las cuales se fomentan nuevas asociaciones y se acelera el intercambio de información, o se asegura el acceso instantáneo a los datos científicos de interés. El éxito de la red social ResearchGate constituye el más reciente ejemplo de esta tendencia. Más de un millón y medio de investigadores de diversos países –35 mil en Brasil– ya se encuentra inscrito en la red, cuyo propósito es facilitar la comunicación y el intercambio de experiencias entre gente que actúa en una misma área. Los perfiles de los participantes aparecen de manera similar a un currículum científico, lo cual ayuda a la búsqueda de usuarios por área de trabajo. Un calendario informa sobre los eventos científicos en todo el mundo y una bolsa de trabajo ofrece más de 13 mil vacantes en diversas áreas de la ciencia. “Las redes sociales están especializándose y ofrecen nuevas funcionalidades. ResearchGate, entre otros ejemplos, permite que los investigadores realicen algunas de sus actividades en forma más rápida, económica y eficiente”, dice Ewout ter Haar, docente del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (USP) y uno de los administradores de Stoa, una red social que agrupa a 40 mil profesores, estudiantes y no docentes de la Universidad de São Paulo.

ResearchGate combina elementos de redes sociales exitosas, tales como Facebook o Twitter, o la profesional LinkedIn, con perfiles de sus miembros, comentarios, grupos y los botones “me gusta” y “compartir”, aunque no hay espacio, tal como aclaró en un reportaje el periódico The New York Times, para las “fotos de bebés, videos de gatos y autoelogios”. Los científicos solamente pueden formular o responder preguntas, ya que los temas de discusión tratan, frecuentemente, sobre temáticas áridas para el gusto del público lego. Los usuarios se presentan con sus nombres reales, datos profesionales y lista de publicaciones, y la red utiliza esos datos para sugerir conexiones con otros miembros. “ResearchGate constituye una buena vidriera profesional para contactarse con colegas, y en el exterior sirve fundamentalmente para hallar investigadores. En Brasil, esa utilización tal vez sea menos importante que en otros países porque contamos con una herramienta que es única en el mundo, la Plataforma Lattes”, menciona el biólogo Átila Iamarino, editor de la red de blogs científicos ScienceBlogs y miembro de ResearchGate desde hace cuatro meses. La Plataforma Lattes, un servicio a cargo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), contiene 1,8 millones de currículum vítae de investigadores y estudiantes de todo el país.

Los usuarios de la red social pueden crear grupos públicos o privados de discusión y compartir artículos o material de interés científico. ReserachGate estimula a sus participantes a transformar sus perfiles en un archivo de su producción científica, incluso cuando sus artículos no se encuentren disponibles en internet, dado que muchos periódicos vinculados con grandes editoriales permiten que los autores divulguen sus trabajos en páginas personales. Como resultado de ell, la plataforma ya alberga 350 mil artículos. Tan sólo durante 2011, se compartieron allí 842.179 publicaciones. Algunos usuarios advierten, no obstante, que la plataforma tiene mucho por mejorar. “Las herramientas para insertar los trabajos aún presentan muchas fallas, y no reconocen trabajos repetidos. Creo que es interesante, pero aún es una herramienta en desarrollo”, dice Marcelo Knobel, docente del Instituto de Física Gleb Wataghin, de la Unicamp, y prorrector de Carrera de Grado de la institución, usuario ocasional de ResearchGate. “De añadírsele un calendario de conferencias y si se facilita el modo de acceder o insertar referencias, creo que podrá convertirse en algo muy interesante. Usualmente utilizo Facebook para contactarme con colegas, amigos y otras redes”, explica.

ResearchGate está cobrando relevancia entre una lista de otras redes, tales como UniPHY, enfocada en físicos e ingenieros, Labroots, del área de medicina e ingeniería, o Academia.edu, sólo por citar algunos ejemplos. “La lucha es por ver cuál será la dominante, tal como sucede con el resto de las redes sociales”, dice Átila Iamarino, quien dicta una cátedra sobre herramientas online para investigadores.

Otras herramientas están ganando espacio ofreciendo funciones especiales. Un ejemplo es Mendeley, que surgió como un software administrativo para referencias bibliográficas, pero está asumiendo aspecto de red social. Mendeley fue creado para organizar la biblioteca de artículos de interés para un investigador, tales como los textos que necesitará para citar como referencia en sus trabajos científicos. Al migrar a internet, Mendeley se transformó en una red social con la cual es posible saber qué artículos están siendo mayormente explorados por los investigadores de determinada área, o también, lo que determinado investigador está leyendo y recomendando a sus colegas. “En la práctica, se convirtió en un filtro social. Los investigadores son bombardeados por un volumen gigantesco de información, y entonces ayuda a administrar la importancia, revelando quién leyó y compartió”, afirma Átila, quien eventualmente utiliza otro recurso para buscar buenas referencias científicas: la popular biblioteca Wikipedia. “Aunque los textos de Wikipedia pueden sufrir adulteraciones, las referencias científicas en general son útiles, pues quienes las agregan son buenos investigadores, especializados en el área”, explica.

032-035_Facebook_195Es natural que, en primera instancia, estas funcionalidades conquisten principalmente a los jóvenes investigadores. “Éstos cuentan con mayor facilidad y motivación. Los científicos que ya cuentan con un cierto nivel en la carrera no necesitan tantas herramientas para establecer contactos, más allá de que, por naturaleza, son más conservadores”, afirma Ewout ter Haar, de la USP.

Pero, ¿cuál es el potencial de las herramientas digitales para transformar el trabajo de los investigadores tal como actualmente lo conocemos? La respuesta a esa pregunta es compleja. Por un lado, la transformación ya es palpable, por ejemplo, con la proliferación de blogs de científicos, que cada vez con mayor frecuencia comparten los resultados de sus trabajos incluso antes de ser publicados en periódicos. “Aquí en Brasil, los blogs científicos actúan principalmente en el campo de la difusión, pero en Estados Unidos funcionan como una red en la cual los investigadores comentan sus trabajos y el de sus colegas”, dice Rafael Bento, doctor en biotecnología de la USP y uno de los autores del blog ARN mensajero. “PLOS, por ejemplo, Está utilizando citas de artículos en blogs para sus estadísticas, complementando con las citas de la literatura oficial”, afirma. En el blog cooperativo MathOverflow, los matemáticos aportan a una solución conjunta de problemas. En otro experimento denominado Polymath Project, comentarios de matemáticos en el blog del ganador de la Medalla Fields en 2009, Timothy Gower, concluyeron en una nueva prueba para un teorema particularmente complejo en tan sólo seis semanas.

El intercambio entre investigadores mediante blogs, redes sociales y foros en internet funciona en ciertas situaciones como una especie de evaluación por pares instantánea. Eso fue lo que ocurrió en 2010 con un polémico anuncio realizado por la astrobióloga de la Nasa, Felisa Wolfe-Simon, en un artículo de la revista Science, que describe un linaje de bacterias capaz de utilizar arsénico en lugar de fósforo para sobrevivir. Algunos resultados del artículo fueron cuestionados instantáneamente por investigadores y blogueros científicos. Science seleccionó las principales críticas y publicó ocho de ellas en una edición posterior. El artículo sigue en debate.

Otro ejemplo de la transformación son los archivos de acceso abierto tales como arXiv, en el cual físicos, matemáticos y biólogos divulgan datos de sus investigaciones, sometiéndolos al análisis de colegas antes de ser publicados. Datos generados por el acelerador de partículas del Cern, por ejemplo, se lanzaron en primera instancia en el arXiv, que se consagró como una herramienta de intercambio de información entre los expertos en física de altas energías. Pablo Ortellado, docente de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP, apunta una tendencia en lo que hace al recurso de compartir datos sobre investigaciones. “El surgimiento de nuevas formas de revisión por pares también refleja un ostensible aumento de la producción científica, generada mediante una estrategia de incentivo a la publicación, que inundó la industria de la divulgación científica con artículos de escasa calidad. El resultado de ello es que ya no se logran elaborar artículos de revisión en ciertos temas, porque es humanamente imposible leer todo lo que se ha publicado al respecto”, afirma. “Además, la revisión por pares es un proceso continuo que no está circunscrito a la publicación en periódicos. Cuando presenta su trabajo en un congreso, el investigador también está sometiéndolo a la evaluación por pares”, sostiene.

Sin embargo, eso no significa que el peer review tradicional, aquél practicado por los periódicos científicos, sea reemplazado por un esquema alternativo. “Cuando busco un artículo científico, espero tener la garantía de que la metodología y resultados fueron evaluados y aprobados. Si no hubiera alguna seguridad al respecto, ¿cómo confiaría en lo que está escrito?”, dice Rogério Meneghini, coordinador científico de la biblioteca electrónica SciELO Brasil, que reúne centenares de publicaciones con acceso abierto y revisión por pares. “Asimismo, sigue siendo esencial publicar en periódicos con revisión por pares y con el mayor impacto posible, fundamentalmente para seguir las reglas y progresar en la carrera. La evaluación de las carreras de posgrado realizada por la Capes, por ejemplo, amplió tales exigencias”, afirma.

Con todo, las herramientas digitales han tenido éxito al rivalizar, en forma gratuita, con los esquemas comerciales consolidados. Cada vez es mayor la cantidad de investigadores con perfil en Google Académico, la plataforma de Google que reúne datos sobre todas las publicaciones científicas disponibles en internet, incluso con sus citas. Desde el final del año pasado, los investigadores pueden crear perfiles e incluir publicaciones y citas, que son localizadas por Google Académico. Mediante Google Scholar Citations, se pueden ver las estadísticas sobre citas de sus trabajos, incluso con información sobre el denominado Índice H, que señala el impacto del conjunto de la producción científica de un investigador. Tan pronto como son detectadas en la red, se agregan nuevas citas a los trabajos. “Google Académico cuenta con un método bastante riguroso para estimar las citas de artículos que, al abarcar todo lo que se encuentra en la red, generalmente es mayor que las de bases de datos, como por ejemplo Thomson Reuters y Scopus”, dice Rogério Meneghini. “Es pronto para saber si algún día reemplazará a los actuales, aunque está ganando espacio”. En su caso particular, él observó que su perfil en Google Scholar es similar al de Thomson Reuters en relación con su trabajo como investigador en el área de química y bioquímica. En tanto, en lo referente a su campo de estudios actual, la ciencia de la información, Google Scholar es más completo. “Sucede que Thomson Reuters no incluye demasiadas publicaciones de cienciometría”, afirma.

Ewout ter Haar, de la USP, sugiere que la consolidada Plataforma Lattes, del CNPq, incorpore funciones de las redes sociales científicas. “Sería perfecto si los investigadores pudiesen interactuar más por intermedio de Lattes”, señala. La plataforma Lattes se está modificando, aunque no exactamente en esa dirección. El CNPq decidió agregar dos nuevas pestañas a los currículum vítae. En una de ellas, los científicos brasileños informarán sobre la innovación de sus proyectos o investigaciones, y en la otra, deberán describir iniciativas de divulgación y de educación científica. “Los blogueros, como es mi caso, podrán incluir referencias a su trabajo en el currículum científico, lo cual antes no era posible”, dice Rafael Bento, del blog ARN mensajero, quien acaba de concluir un posdoctorado en neurociencia en la USP pero está decidido a retirarse de los laboratorios para dedicarse a la carrera de divulgador de la ciencia.

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