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Historia

¿Médicos o monstruos?

La esclavitud impulsó el desarrollo de la medicina tropical

Estamos cerca del mayor flagelo al que yo me refería de los moradores de estas Minas; una dolencia sobre la que ciertamente se engañan todos los principiantes en este clima, tanto los cirujanos como los médicos porque, al hacer aquello que estudiaron, y que los autores les enseñaron, no ven ningún efecto en sus diligencias. O, si llegan a verlo en un enfermo, no lo ven en un ciento. Hablo como experimentado y como alguien que también se engañó, y estuve muy triste en aquel principio, viendo que esta enfermedad era muy común y que morían tantos esclavos, y se perdía tanto oro en unos pocos días, apuntó en 1735, Luís Gomes Ferreira en su Erário mineral, sus anotaciones sobre enfermedades vivenciadas u observadas en las Minas Gerais en el siglo XVIII. Ferreira era un de los muchos cirujanos o médicos prácticos que trabajaban en Brasil, y cuya formación adquirieran en la labor diaria con los enfermos. Al contrario de los médicos, que los había en cantidad muy inferior, y más respetados por su formación académica europea, los prácticos, como Ferreira, lidiaban con el cotidiano de las dolencias coloniales, experimentando y muchas veces engañándose. Cuando esto sucedía, quedaban muy tristes. Al fin y al cabo, un esclavo muerto era oro perdido.

Así, los cirujanos fueron ampliamente empleados en Brasil, y utilizaban mucho del conocimiento tradicional de la medicina de las diferentes comunidades (los negros, los bandeirantes, etc.), mezclándolos con los conocimientos de la medicina occidental. ?Del exotismo de las enfermedades que aparecen en las expediciones y conquistas, de la necesidad de improvisar terapéuticas y remedios, de la carencias físicas en las nuevas tierras y del vasto experimentalismo de los cirujanos resultaron ciertas guías para la práctica médica valoradas en la metrópoli y en las colonias, como lo fue el Erário mineral?, explica Maria Cristina Cortez Wissenbach, quien en su tesis doctoral, intitulada Materia médica, esclavitud y tráfico en Brasil, apoyada por la FAPESP, analizó los así llamados manuales de medicina práctica. Éstos, si en un principio se destinaron al tratamiento de los esclavos, que servían de cobayos, más tarde se emplearon para tratar al resto de la población. Sorprendentemente, la medicina nacional le debe algo a esta escasamente altruista preocupación de mantener a los esclavos vivos para trabajar.

Y lo que es peor: estos cirujanos contribuyeron también a la optimización del tráfico esclavista, escogiendo a los mejores individuos y cuidando a los muchos de ellos que dormían en el viaje de África a Brasil. Buena parte de la medicina tropical nació a bordo de los barcos negreros, afirma Cristina. Una cuna poco noble. Pero necesaria, en un mundo movido por la esclavitud. Al fin y al cabo, en un trayecto de 60 días, era común que más de la mitad de los entre 500 y 800 negros amontonados en los almacenes muriera de viruela. Aun bajo la supervisión de los cirujanos, la mortalidad en los navíos era de entre el 10% y el 20%. Pero, al cuidar de una de las fases más importantes de la comercialización de los esclavos, los cirujanos se convertían en agudos observadores de las cualidades y de los defectos físicos, de las evidencias de la edad, de los síntomas de las enfermedades o de las predisposiciones mórbidas, que muchas veces los mercaderes procuraban esconder, dice la historiadora. Sin embargo, vale la pena resaltarlo, esta preocupación por conocer las enfermedades de los negros se inclinaba más hacia el lado del mercado que al lado humano. Cada pérdida de un esclavo significaba una disminución de las ganancias, así en la tierra como en el mar.

Era más barato explotar al esclavo al máximo y reemplazarlo cuando se enfermaba, explica la historiadora. Los cirujanos se valían del conocimiento adquirido en la práctica pues, como participantes activos del comercio negrero, le agregaban valor a las así llamadas piezas de rezago. Observé detenidamente en aquel país que había hombres de pocas pertenencias, que se abocaban a comprar los remanentes de la esclavitud, cuando el Comisario no tenía ya compradores (…), llevándoselos a casa, medicándolos y proveyéndoles el sustento y la indumentaria necesaria, y haciéndoles cambiar de aires; convaleciendo de esa misma esclavitud despreciada, en poco tiempo más los revendían como sanos, robustos y fuertes, y a muy buen precio: en ese tráfico seguían, entregándose así a un nuevo género de industria, informó Luís Antônio de Oliveira Mendes en un texto dirigido a la Academia Real de Ciencias de Lisboa, en las postrimerías del siglo XVIII.

Estos recursos les daban a los cirujanos la posibilidad de elevar sus réditos, ya que muchas veces ellos eran el único medio para aliviar el dolor de los enfermos, dada la escasez de médicos graduados provenientes de Europa. Una vez afincados, estos prácticos se transformaban en señores de ingenio, comerciantes pudientes o mercaderes o dueños de tierras, y el ejercicio de las funciones ligadas a la salud aparece muchas veces en forma circunstancial, posiblemente como imposición de una sociedad carente que demandaba sus servicios, aclara la investigadora. Ayudaba también a su enriquecimiento el difícil acceso a los medicamentos en la colonia, lo que llevó a Brasil a absorber fácilmente la mano de obra de los llamados prácticos de la salud, ya que ellos atendían las demandas y asimilaban los conocimientos locales. Poco a poco, productos europeos y orientales de la medicina tradicional dejaron su lugar a otros, de la farmacopea local. Una característica común entre ellos es la poca distinción que había entre el conocimiento científico y popular, un mosaico de enseñanza de la medicina popular ibérica, indígena, africana, de baquianos paulistas y jesuitas.

A pesar de que la historiadora sostiene que es imposible dimensionar la proporción existente entre médicos y cirujanos en el país entre los siglos XVII y XVIII, algunos relatos indican que había sólo tres cirujanos para 30 mil personas que habitaban Recife a comienzos del 1700, o no más de dos médicos y siete cirujanos en Belém a finales del mismo siglo, entre una población de 11 mil habitantes. En las haciendas, sin embargo, los escritos de los cirujanos tenían un lugar reservado en los estantes, como era el caso del tratado de José Antonio Mendes, de 1770, Governo de mineiros mui necessário para os que vivem distantes de profesores seis, oito, dez ou más légoas, o posteriormente, en el siglo XIX, el Diccionario de medicina popular e das sciencias acessórias para uso das famílias contendo a descrição das causas, symtomas e tratamento das moléstias; as receitas para cada moléstia (1842), de Pedro Luís Chernoviz. De la pluma de esos prácticos surgieron, fruto de la experimentación al calor de la hora, las guías para las nuevas generaciones de hombres de la salud. A expensas de su origen más bien pragmático, estas publicaciones terminaron transformándose en la base de la medicina tropical, y sus observaciones, enriquecidas con el tránsito de cirujanos por Angola, Costa da Mina, el Caribe y Brasil, permitieron una intensa circulación de conocimientos, recetas y terapias.

Basta con recordar que, al informar que el escorbuto era fruto de una carencia de vitamina C, los manuales enseñaron a los comandantes de los barcos negreros a abastecerse de verduras y jugos de frutas cítricas para evitar la enfermedad. Pero no solamente a ellos: el mundo colonial se pudo expandir en sus fronteras marítimas, beneficiado por este conocimiento. Un saber que, en poco tiempo más, se vio enriquecido con otras experiencias similares, llevadas a cabo en otras partes del globo. La investigadora, en la comparación entre las diversas obras analizadas en su tesis, observó sus inflexiones en el conocimiento médico que, si bien hasta la primera mitad del siglo XVIII se limitaba a las experiencias portuguesas y luso-brasileñas, a partir de las últimas décadas de dicho siglo pasó también a absorber el conocimiento inherente a las enfermedades de las demás áreas coloniales. El círculo vicioso, con el tiempo y el fin de la esclavitud, se transformó en virtuoso, salvando vidas, sin importar el color de su piel. La medicina superaba así al pragmatismo de la rentabilidad.

El Proyecto
Materia médica, esclavitud y tráfico en Brasil (1683-1850)
Modalidad
Beca de Posdoctorado
Supervisión
Silvia Lara – Departamento de Historia/ USP
Inversión
R$ 65.160,00 (FAPESP)

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