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Cultura

Menos transpiración y más inspiración

La economía creativa puede erigirse en una nueva forma de actividad ante el cambio del perfil productivo de las ciudades

THATYANA ESPERANZA / FOTOARENA / FOLHAPRESSLa moda como economíaTHATYANA ESPERANZA / FOTOARENA / FOLHAPRESS

Economía de la cultura o economía creativa son términos que, si bien no son sinónimos, procuran dar cuenta de la prometedora unión de dos campos: el de la economía y el de la cultura. Juntos han producido importantes transformaciones en la economía de las ciudades, ya que involucran actividades cuyo principal insumo es la creatividad humana, pues engloban sectores industriales y prestadores de servicios tales como la arquitectura, la moda, el diseño, el software, el mercado editorial, la televisión, los filmes y videos, las artes visuales, la música, la publicidad, las expresiones culturales y las artes escénicas. Fue catalogada como la tercera industria del mundo, detrás solamente de las del petróleo y la de armamentos. Y todo se basa en la creatividad. Una investigación realizada en 2008 por la Federación Industrial de Río de Janeiro, la Firjan, estimó que la “nueva economía” mueve alrededor de 380 millones de reales anuales en Brasil (el 16,4% del PIB). Datos del Banco Mundial indican que la economía de la cultura responde por el 7% del PIB mundial. No sin razón, la nueva gestión del Ministerio de Cultura creó una secretaria dedicada ésta, a cargo de la socióloga Cláudia Leitão, que había desarrollado estudios sobre el tema en el Grupo de Investigación sobre Políticas Públicas e Industrias Creativas de la Universidad Estadual de Ceará. Pero la discusión tardó 17 años para llegar a Brasil.

Para salir de ese atraso, universidades y profesionales de la cultura han puesto manos a la obra para difundir el concepto en el marco de iniciativas tales como la realización del Primer Seminario Internacional de Economía Creativa: Nuevas Perspectivas, organizado por la Fundación Getúlio Vargas (FGV) en Río. Al mismo tiempo, acaba de darse a conocer una investigación sobre economía creativa realizada por la Fundación del Desarrollo Administrativo a pedido de la secretaría de gobierno de la Municipalidad de São Paulo, lo que revela el peso significativo del área en la economía paulista y también a nivel nacional. De acuerdo con la metodología implementada en el estudio para la Municipalidad, la participación del empleo formal creativo corresponde al 1,87% del total del empleo formal en Brasil; al 2,21% en la región sudeste; al 2,46% en el estado de São Paulo y al 3,47% en el municipio de São Paulo. Comparada con otros sectores considerados importantes como empleadores, la economía creativa se destaca no solamente por su capacidad de generar puestos de trabajo, sino también por la calidad y la remuneración de los mismos. De 2006 a 2009, la tasa anual promedio de crecimiento del empleo formal en el sector llegó al 8,3% en el estado de São Paulo y al 9,1% en el municipio, mientras que en el total de la economía llegaba al 5,5% en el estado y al 5,8% en la ciudad.

En Río, Manoel Marcondes Neto, profesor adjunto de la Facultad de Administración y Finanzas de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj) y líder del grupo de investigación Gestión y Marketing en Cultura del CNPq, también trabajó con las cifras de la cultura y acaba de publicar Economia da cultura: contribuições para a construção do campo e histórico da gestão de organizações culturais no Brasil (editorial Ciencia Moderna), junto a Lusia Angelete. “Los economistas no quieren saber nada con relación a esto y los artistas se asustan cuando aparecen términos tales como economía o administración”, dice el investigador. “Existe un gran prejuicio en las universidades. Muchos mantienen el rechazo adorniano a la producción mercantil de bienes y servicios culturales, lo que les impide reconocer que, hoy en día, la idea de la cultura como “recurso” va mucho más allá de la transformación de la cultura en mercadería”, analiza Paulo Miguez, docente de la Universidad Federal de Recôncavo da Bahia (UFRB) y autor de la investigación Economía creativa: en busca de paradigmas, apoyada por la Fapesb.

El tema es fundamental en la actual discusión acerca de la sostenibilidad del crecimiento brasileño. “La economía creativa es un camino interesante debido a su capacidad de generar empleos, en especial entre los jóvenes que, cuando cuentan con articulación y apoyo, se convierten en propulsores de la innovación y de la ampliación de la capacidad productiva”, cree la economista Lídia Goldenstein, ex profesora de la Unicamp, quien actualmente trabaja en el nuevo campo en su consultora. “La sostenibilidad del crecimiento actual pasa necesariamente por el fortalecimiento de la economía creativa, pues ésta puede asegurar la generación de un ambiente innovador robusto, creando instrumentos para el fortalecimiento del sector manufacturero”. Un estudio reciente realizado por el economista Aurílio Caiado, investigador de la Fundación Sistema Estadual de Análisis de Datos (Seade), parece corroborar la hipótesis: el 44,7% de los brasileños empleados en el sector creativo están registrados, ante el 37% en esa situación en el promedio total. Los sueldos del área son un 51% más altos que los del promedio nacional. “Éste puede ser el camino para destrabar la baja inversión en innovación de las empresas brasileñas y poner fin al dilema de la innovación que ora culpa a las empresas, ora al aislamiento de las universidades. Brasil es un ambiente ideal para desarrollar industrias creativas, y con ellas elevar el valor agregado del sector de servicios y del sector industrial”, evalúa Lídia.

G. EVANGELISTA / OPÇÃO BRASIL IMAGENSEjemplo de una mezcla entre el arte y el espacio urbanoG. EVANGELISTA / OPÇÃO BRASIL IMAGENS

Iconomía
Están incluso aquéllos que, con base en el desarrollo del área, proponen renovar el concepto de economía y decir “iconomía”. “Si economía tiene su origen en oikos, casa, la iconomía se basa en icos, que dio origen a la palabra ícono. Lo que genera valor hoy en día no es, como en los modelos económicos tradicionales, la utilidad de la cosa o la energía que se gasta en su construcción, sino una construcción que combina la cosa, el ser y el símbolo. El conocimiento es siempre algo simbólico, intangible. La evaluación de lo intangible creativo remite directamente al concepto de industrias creativas, de economía creativa. Es el capitalismo 3.0, no solamente material, sino también creativo”, sostiene el economista Gilson Schwartz, director académico de la Ciudad del Conocimiento, un proyecto del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (USP). Según éste, basta con ver la importancia que la sostenibilidad asume en los negocios de una empresa, por ejemplo. La gente ya no dará más valor a los productos que no estén asociados con la sostenibilidad, con la creatividad y con otros factores intangibles. En 2003, en medio de una investigación sobre innovaciones en los modelos de inclusión digital, Schwartz y sus dirigidos dieron inicio a un proyecto sobre una moneda alternativa, para responder a la siguiente cuestión: “Si necesitamos medir lo intangible, si la red en que estamos trabajando es una red cultural, ¿cuál es la medida del gasto en este ambiente?” En Rio Grande do Norte imprimieron y distribuyeron una moneda que pasó a circular en el sector de turismo y entre los estudiantes. “Con base en eso, desarrollamos un modelo que es la moneda del saber: el que no la gasta se queda en la ignorancia, pierde saber; el que la gasta, gana aún más en saber”, comenta.

“En 2009, en el Primer Fórum de Inclusión Financiera, el Banco Central otorgó reconocimiento a esta iniciativa y actualmente se refiere a las monedas sociales, es decir, medios de pago creados de abajo hacia arriba, cuyo lastre es el capital social local. Las monedas creativas son monedas cuyo capital o ‘lastre’ es cultural. Son las monedas de la economía creativa”, sostiene el investigador. Es el mismo espíritu que rige el trabajo de la Secretaria de Economía Creativa, que tiene por objeto valerse de la diversidad cultural para estimular la generación de puestos de trabajo y renta. De acuerdo con la nueva secretaría, el énfasis en la producción local puede realzar el valor de iniciativas regionales en detrimento de la producción masiva, y éste es uno de los fuertes de la economía creativa. La meta es tratar a la cultura como industria, lo que permitiría la emancipación del mundo de la creación, librándolo de los polémicos vicios de las leyes de incentivo estatal. El proceso se amplía aún más cuando se piensa en el concepto de “ciudades creativas”, generado a partir de la economía creativa. “Fue de la economía de la cultura y de sus intentos de organizar un campo mensurable de negocios que surgió la economía creativa, producto del proceso de ‘desendustrialización’ de muchas economías, que perdieron actividades industriales debido a la alta capacidad de fragmentación de la cadena de producción y a la volatilidad del capital. Las ‘ciudades creativas’ son aquéllas que están recuperando sus economías mediante actividades vinculadas a la creatividad y son ejemplos del modo en que la creación puede florecer y tener impacto sobre las relaciones urbanas”, explica la economista Ana Carla Fonseca Reis, docente de la FGV-SP y de la Universidad Cândido Mendes, asesora en economía creativa de la ONU. “Las ciudades que pretenden mantener economías vigorosas tienen que ofrecer cultura, integración social y empleo, incluso en el caso de la retención de talentos calificados, lo que ha llevado a varios gobiernos a valorar la creatividad en el ambiente urbano”, afirma. Según Fonseca Reais, en momentos en que la economía es cada vez menos industrial y más de servicios, varios países han observado sus cuentas nacionales para ver en dónde estarían las ventajas competitivas de sus economías e, invariablemente, han descubierto que no se trataba de pelear por commodities, sino por la creatividad agregada a productos y servicios. Los ejemplos son contundentes: Londres, Barcelona, Bilbao y Ámsterdam, entre otras, e incluso Bogotá.

Diseño
“El proceso transcurre en varios niveles: en el impacto de la generación de empleo, renta y tributos; en la agregación de valor a sectores económicos tradicionales (basta pensar en la competitividad que la moda aporta a la industria textil y de confecciones, o lo que genera el diseño en diversos sectores); y al generar un ambiente favorable a una mirada alternativa, favorable a su vez a una apertura a lo nuevo”, explica Ana. Ninguna ciudad sería más creativa que la otra, pero el índice de trabajadores creativos que cada una atraerá es lo que marcará la diferencia y las transformará en centros de capacitación creativa. “La atracción de gente creativa y más calificada sería la política más eficaz de desarrollo regional. Las regiones con calidad de vida, con una vida cultural más desarrollada y una sociedad diversificada exhiben una tendencia a atraer gente calificadas y creativa”, sostuvo el economista André Golgher, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) en su investigación sobre “ciudades creativas”. Golgher relaciona esa atracción y la concentración de personas calificadas y creativas con el desarrollo de las ciudades y regiones. De este modo, el Distrito Federal (Brasilia), Río de Janeiro y São Paulo exhiben valores superiores al promedio nacional, con un 21,7%: (DF), un 15,2% (RJ) y 14,7% (SP). Por otro lado, en estados tales como Alagoas, Maranhão y Piauí, los valores son muy inferiores, entre el 5,1% y el 5,5%. El geógrafo Valnei Pereira, de la FAU-USP, en su investigación sobre “ciudades creativas”, va más allá y afirma que las ciudades pueden recrearse en función de la economía creativa, pero necesitan políticas públicas que aprovechen esas dinámicas. De este modo, el espacio urbano no es más únicamente una “dimensión física inmutable”, sino que se ve impregnado por la “nueva economía cultural del espacio”.

“Nuestra ciudades se han vuelto grandes básicamente debido a la industria, que es una actividad que se está acabando, lo que obliga a muchas de ellas reinventarse en el siglo XXI. Ahora es fácil transferir tecnología y capital, y lo que agrega valor a una mercadería no es más la producción en sí misma, sino el concepto de las cosas”, analiza el economista André Urani, investigador del Instituto de Estudios del Trabajo y la Sociedad. Pero urge extremar los cuidados. “Hay que superar el aparato ideológico institucional y político de las oligarquías e invertir en un modelo volcado a las pequeñas empresas y a la oferta de servicios que absorban la creatividad en los procesos productivos, el modelo de un “sector quinario””, advierte. En Río de Janeiro, los Juegos Olímpicos de 2016 forman parte de un gran movimiento de recuperación de la ciudad por la vía de la economía creativa, en los moldes del concepto de “ciudades creativas”. “Pero se requiere de una nueva dinámica que ponga a los proyectos a favor de las ciudades, y no al contrario. Es necesario ir más allá de la creación de infraestructuras para reforzar un modelo de gobernanza compartido y se requiere de un arreglo institucional que favorezca a la sociedad civil, que fortalezca a las instituciones”, evalúa Ana. “La creatividad impulsa la búsqueda de nuevos acuerdos de gobernanza entre lo público, lo privado y la sociedad civil; releva formas alternativas de financiamiento, más volcadas al capital de conocimiento que a las garantías físicas; aporta innovaciones en la gestión de la ciudad y, por último, engendra modelos colaborativos en donde todos ganan, en vez de ser competitivos, que es cuando uno gana a corto plazo y todos pierden”, sostiene la investigadora.

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