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Edición de cartas

Metodología epistolar

Un proyecto francobrasileño establece criterios para la publicación de correspondencia intelectual

Cartas BNDigital | Fotos youtube.com (reproducción)

La publicación de cartas, algo tradicional en algunos países, como en el caso de Francia, particularmente entre escritores, es una actividad editorial que sólo en épocas recientes, a partir del comienzo de este siglo, cobró regularidad en Brasil. Un estudio de las publicaciones de correspondencia entre intelectuales brasileños, elaborado por el investigador Marcos Antonio de Moraes, del Instituto de Estudios Brasileños, de la Universidad de São Paulo (IEB-USP), reportó que, entre 1872 y el mes de noviembre de 2017 se publicaron 301 títulos, de los cuales 125 corresponden al 2000 en adelante.

La constatación de que el crecimiento de ese filón editorial no vino acompañado de un esfuerzo metodológico correspondiente fue uno de los motivos que condujeron a la creación del proyecto “Artífices de la correspondencia: Procedimientos teóricos, metodológicos y críticos en la edición de cartas”, que estuvo coordinado por los investigadores Marcos Antonio de Moraes y Antonio Dimas, también del IEB, ambos, profesores de literatura brasileña, y por Claudia Poncioni, docente del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Sorbona Nueva – París 3. El estudio congregó, entre 2013 y 2016, a estudiosos brasileños, portugueses y franceses dedicados a la epistolografía –el estudio de cartas y correspondencias–, con el apoyo de la Prorrectoría de Investigación de la USP y del Comité Francés de Evaluación de la Cooperación Universitaria con Brasil.

“Una de las metas consistió en definir los supuestos metodológicos acerca de los procedimientos de determinación de los textos de las cartas y de la potenciación de la nota editorial”, comenta Moraes. Existen parámetros metodológicos generales, tales como la actualización de la ortografía y la realización de determinado tipo de notas, y otros más específicos que se definen dependiendo del lector al que se desea llegar con la edición, pues lo que le interesa a filólogos e historiadores podría no ser relevante para los lectores legos. Eso significa valorar la legibilidad del texto y su contextualización histórica y lingüística. Otro de los ejes se enfocó en el “estudio de la carta como objeto y como fuente de investigación”, para lo cual contribuyeron expertos en filología y crítica textual, así como de otras diversas áreas de estudios. Se tomaron como parámetro los estudios que se efectuaron a partir de mediados de los años 1960 en Francia, que ampliaron el interés literario más allá de la lectura estructural de los textos predominante hasta entonces, y avanzando hacia el campo de la crítica cultural. De acuerdo con Eneida Maria de Souza, docente de teoría de la literatura de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), “la crítica cultural vino a llenar un vacío en lo atinente al abordaje de la obra de determinado autor, volcándose a otros campos del ejercicio de la escritura, tales como la correspondencia, los diarios, la producción de una vida literaria y el aspecto histórico y contextual de la obra de determinado autor”.

Si bien ésa es una tendencia que en Brasil recién empezó a cobrar impulso en la década de 1980, Moraes destaca que el contexto de la producción de obras literarias siempre fue importante en el área de las letras de la USP gracias a la influencia del crítico literario Antonio Candido. En un estudio sobre Mário de Andrade, de 1946, Candido afirmaba que “su correspondencia llenará varios tomos y acaso será la mayor gloria del género en lengua portuguesa: tendrá devotos fervorosos y tan sólo así podrá hacerse un enfoque integral de su obra y de su espíritu”.

 

En este caso, Moraes, quien toma como “la labor de su vida” ordenar y divulgar la “correspondencia acumulada” de Mário de Andrade, dispersa en archivos que se encuentran en Brasil y en el exterior, encaró como una suerte de estímulo para la creación del proyecto “Artífices de la correspondencia” la convivencia con el archivo epistolar del escritor, en el IEB. Bajo la coordinación de la profesora Telê Ancona Lopez, el instituto comenzó a compaginar la Serie Correspondencia del escritor en 1989, cuando se estaban por conmemorar los 50 años de su muerte, un plazo estipulado en una carta que él dejara como testamento. “De Andrade conservó aquello pensando probablemente en que ello fuera testigo de la configuración de una intensa red de sociabilidad entre los modernistas”, supone Moraes, recordando que el escritor se ocupó de cuestiones estéticas y sociales en su correspondencia con los poetas Carlos Drummond de Andrade y Manuel Bandeira, así como con las artistas plásticas Anita Malfatti y Tarsila do Amaral. Actualmente, la bibliografía con la correspondencia de Mário de Andrade suma más de 40 tomos, y el primero de ellos data de 1958, compaginado por Bandeira.

Algo que Moraes nota es que en muchas de las ediciones de la correspondencia del autor de Macunaíma, así como en otras publicaciones del género, había problemas de autenticidad a partir de fragilidades metodológicas e incluso de recortes de los textos sin que esas intervenciones fueran informadas al lector. Incluso Bandeira apeló a ese recurso al publicar su correspondencia con Mário de Andrade, pero aclarándolo en el prefacio.

Ante esa eventualidad, e intercambiando opiniones con investigadores franceses del campo de la epistolografía, el grupo afincado en el IEB comenzó a proponer nuevas metodologías. “En general, el lector requiere de cierta ayuda, como son las notas, para poder entender palabras, expresiones de época y el contexto histórico”, dice Moraes. Como la publicación de cartas en el formato de libros no recupera totalmente la complejidad del manuscrito, comenzó a otorgarse importancia a la materialidad de los documentos. En el caso de Bandeira, por ejemplo, éste redactó una carta en el papel de un envoltorio de pan, incluyendo caligrafía, intervenciones gráficas de los interlocutores, timbres, filigranas, etc. Moraes evoca al experto francés Philippe Lejeune, abocado al estudio de las “escrituras de uno mismo” (autobiografías, diarios, etc.), para quien una carta es un objeto, un texto y un acto. Por eso, para hacer explícitos los aspectos materiales recomienda que las ediciones sean acompañadas de facsímiles.

“El proyecto que más tarde se denominó ‘Artífices de la correspondencia’ se originó en los trabajos vinculados con la edición de los diálogos epistolares de Mário de Andrade, que vienen divulgándose en la colección Correspondência Mário de Andrade. Se trata de ediciones realizadas por diversos investigadores, siguiendo principios metodológicos consistentes, a los que podríamos denominar científicos, permitiendo que las cartas sean tanto objeto como fuente fiable de estudios”, relata Moraes. Las cartas de Mário de Andrade suponen ciertos retos, como es el mantenimiento del uso heterodoxo de la lengua. Él escribía, por ejemplo, “eu sube”, en lugar de “eu soube” [la forma gramatical correcta en portugués para decir “yo supe”]. “Si esa forma de experimentalismo lingüístico no fuera respetada en las ediciones, se pierde algo muy importante, que es la intención del autor de crear un nuevo tipo de expresión literaria acorde con su proyecto nacionalista”.

Generalmente, el lector necesita aclaraciones, tales como notas al pié, para entender expresiones y contexto

Por otro lado, ciertas expresiones ortográficas antiguas –tales como “ph” en lugar de “f”– deben actualizarse, a no ser que se trate de una edición enfocada específicamente para filólogos. El uso de la cursiva para los términos extranjeros supuso, en el caso de las correspondencias entre modernistas, un cuidado especial. Para las expresiones francesas se evitó el resaltado gráfico, teniendo en cuenta la manera informal en que surgen las cartas, por tratarse de un idioma casi cotidiano para la elite intelectual brasileña de la época. El empleo de la cursiva daría la idea de que el uso de esos vocablos era algo excepcional y, eventualmente, irónico.

De ahí emana la importancia de las notas explicativas. Hoy en día, los editores saben que el desconocimiento de una palabra puede ser resuelto por el lector mediante una búsqueda en internet, pero es preciso explicar el porqué de la referencia, si eso no estuviera claro en el texto. Lo mismo vale para ciertos códigos lingüísticos perdidos, tal como el presente en una carta de la poeta Cecilia Meirelles a sus hijas en la cual hace uso de la expresión “da pontinha”, haciendo referencia a la expresión coloquial “da pontinha da orelha” [para chuparse los dedos], que calificaba a algo muy bueno.

En determinados casos, la ausencia de conocimiento cultural o filológico puede ser proclive a una sucesión de malentendidos. “Los textos epistolares suelen ir siendo modificados por el editor de la compilación”, explica Moraes. “Suele ocurrir que alguien no conozca una palabra y en su lugar ponga otra que sí conoce”. Esto puede aliarse a las dificultades con la caligrafía del redactor de la misiva. Una carta de Machado de Assis a quien entonces era su novia, Carolina, incluyó durante mucho tiempo, en sus ediciones bajo el formato de libro, la expresión “queimaremos o mundo” [incendiaremos el mundo], enigmática y contraria al temperamento del escritor. Una revisión de los originales llevó a la conclusión de que la frase correcta era “recorreremos el mundo”.

Un dato interesante sobre la correspondencia de Mário de Andrade es que el escritor guardó las cartas recibidas, pero raramente conservó copias de aquéllas que escribía. Hoy en día se conocen las más de 7 mil cartas que él recibió, pero “tan sólo” 2.500 enviadas. No obstante, lo que se conserva, alcanza para poder esbozar o complementar un perfil muy completo del escritor, aunque esto exija ciertas precauciones. “Mário de Andrade no escribió una autobiografía ni dejó un diario”, recuerda Moraes. “En las cartas se da la construcción de un sujeto muy peculiar, modelado a lo largo del tiempo; es decir, un ‘personaje’ no exento de contradicciones, desde una perspectiva diacrónica”, prosigue. “Incluso cuando él les escribe a dos o tres personas en un mismo día, se nota que existe una serie de ‘escenificaciones’ de sí mismo. El lenguaje se ajusta en relación con el otro”. Por ende, tomar los textos de las cartas como una expresión fáctica de una biografía “es un peligro”, advierte el investigador.

Un caso que interpela es el de dos cartas redactadas por De Andrade en los años 1940 para el futuro político Carlos Lacerda, que por entonces era un joven intelectual. Ese material fue analizado por el estudioso del IEB, Rodrigo Jorge Ribeiro Neves, quien colaboró con Moraes en la publicación de un dosier derivado del proyecto “Artífices de la correspondencia”, que fue publicado este año en la Revista do IEB. Neves llegó a la conclusión de que las cartas nunca fueron enviadas. Los textos revelan cierto malestar del escritor en relación con las críticas a su obra realizadas por el pretendido destinatario, así como dilemas en relación con su propia actividad política, provocados por Lacerda. Mário de Andrade era un crítico del autoritarismo del Estado Novo (1937-1945), si bien simultáneamente trabajó para varios organismos públicos.

“Algo presente en el recorrido entre la redacción y el lacrado del sobre ocurrió en la relación del autor con lo que se manifiesta en la carta”, supone Neves. Para el investigador, uno de los aspectos más importantes del informe fue, “en varios casos, darle continuidad a proyectos que ya vienen siendo desarrollados por estudiosos de otras instituciones más allá del IEB, que no necesariamente trabajan con los archivos originales”. Entre los centros de estudio que tradicionalmente se vuelcan a la epistolografía él menciona a la UFMG, que conserva la correspondencia de autores mineros, la Fundación Casa de Rui Barbosa (FCRB), en Río de Janeiro, y la Academia Brasileira de Letras, que en este siglo publicó cuatro tomos de la correspondencia de Machado de Assis.

Con un trabajo previo en la FCRB, la investigadora Ieda Lebensztayn, también del IEB, llevó a cabo un estudio de cartas inéditas de Graciliano Ramos que fue descrito en la revista del instituto, que conserva el archivo del autor. Algunos de esos textos revelan la estrategia del escritor para encarar, de entrada, algunas de sus novelas como colecciones de cuentos relacionados, algo que puede verificarse, entre otros libros, en Vidas secas. Ella también se abocó al estudio de las cartas enviadas y recibidas por Graciliano Ramos con interlocutores franceses al respecto de la publicación de sus obras en Francia. En ellas, el escritor deja en evidencia su admiración por el legado de Honoré de Balzac. La correspondencia revela el perfil jovial de un hombre generalmente considerado taciturno. En 1931, al dirigirse al joven poeta Aloísio Branco, Graciliano Ramos escribió: “Usted no me envió direcciones, naturalmente, pues vives fuera del mundo. Desafortunadamente el cartero no llega a esos lugares por donde andas, y yo me veo obligado a elegir una zona intermedia, la Librería Católica.”

Proyectos
1.
Correspondencias generales, correspondencia recopilada: Supuestos metodológicos, críticos e interpretativos (nº 13/21659-0); Modalidad Beca de Investigación en el Exterior; Investigador responsable Marcos Antonio de Moraes (USP); Inversión R$ 32.738,58
2. Entre letras y luchas: Edición de texto fidedigno y notas de la correspondencia de Mário de Andrade y Carlos Lacerda (nº 16/18804-7); Modalidad Beca de Posdoctorado; Investigador responsable Marcos Antonio de Moraes (USP); Becario Rodrigo Jorge Ribeiro Neves; Inversión R$ 201.573,18
3. El estilo de Graça en sus cartas. Organización y estudio de la Série Correspondência de Graciliano Ramos en el Instituto de Estudos Brasileiros-USP (nº 10/12034-9); Modalidad Beca de Posdoctorado; Investigador responsable Marco Antonio de Moraes (USP); Becaria Ieda Lebensztayn; Inversión R$ 205.769,04

Artículo científico
Dossiê Artífices da correspondência. Revista do Instituto de Estudos Brasileiros. v. 1, p. 103-220, 240-74. 2017.

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