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Geología

Montañas de historias

Rocas de hasta 250 millones de años cuentan sobre la formación del Brasil y los movimientos de la corteza terrestre

En el viaje entre São Paulo y Río de Janeiro, un paisaje que se destaca son las montañas con 2 mil metros de altura en las proximidades de las ciudades de Ingeniero Passos y de Itatiaia. Lo que muchos viajantes tal vez no sepan es que esas montañas de la sierra de la Mantequera representan a dos de las principales ocurrencias de rocas magmáticas alcalinas del Brasil. Resultantes del enfriamiento del magma del interior de la Tierra, esas rocas de coloración oscura se formaron hace millones de años y son ricas en sodio y potasio y en minerales como el feldespato.

Las rocas alcalinas son mensajeras de tiempos remotos, dice Celso de Barros Gomes, profesor del Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo (USP). Ellas revelan detalles sobre el magmatismo que ocurrió en nuestro continente a partir del inicio de la Era Mesozoica, hace 250 millones de años, ofrecen informaciones preciosas sobre la formación geológica del territorio brasileño y ayuda, incluyendo el momento en que el Brasil se separaba de África.

Después de casi 20 años de investigaciones, Gomes y su equipo produjeron un mapa que indica en donde aparecen las rocas magmáticas alcalinas en Brasil. Según ese levantamiento, que incluye el Paraguay, el Uruguay y  Bolivia, esas rocas están distribuidas en 15 provincias geográficas con dimensiones bastante variables. Además de las ocurrencias de Itatiaia, con 220 kilómetros cuadrados, y de Pasa Cuatro, con 165 kilómetros cuadrados, se destaca la ocurrencia de Pozos de Caldas, la mayor área de exposición del país, con cerca de 800 kilómetros cuadrados. En algunos puntos del Paraguay ese tipo de roca es encontrado en la forma de pequeños cuerpos, que cubren pocos metros cuadrados, dice Gomes. El libro Mesozoic to cenozoic alkaline magmatism in the brazilian platform, producido en asociación con la Universidad de Trieste, de la Italia, muestra que la edad de las rocas también puede variar bastante  de 50 millones de años en las proximidades de Cabo Frío, en Río de Janeiro, y en las inmediaciones de la Asunción, capital del Paraguay, a 250 millones en algunas regiones a lo largo del río Paraguay

El análisis químico sugiere que las rocas se formaron a partir de un magma heterogéneo que ocupaba la región del manto, la camada interna pastosa del interior de la Tierra cuya temperatura puede alcanzar 1.200ºC. La profundidad no seria tan grande: ese magma estaría próximo a la zona de transición para la litosfera, la estructura superficial del planeta, con cerca de 100 kilómetros de espesura, que incluye la corteza terrestre, que forma los continentes. El magma, viscoso e incandescente, fue enriquecido por elementos fluidos, principalmente agua, calcio y flúor, además de metales alcalinos terrosos como magnesio, el berilio y el bario. Aún después de resfriadas las rocas alcalinas magmáticas continúan hasta hoy localizadas a algunas decenas de kilómetros de profundidad, aunque pueda aflorar a la superficie. El municipio goiano de Santo Antonio de la Barra es uno de los locales en donde las formaciones llegan a  destacarse en el suelo, principalmente por cuenta de la erosión (ver Pesquisa FAPESP nº 15).

Rupturas bruscas y repentinas
Las conclusiones sobre el origen del magma refuerzan la idea, aún no consensual entre los geólogos, de que el material incandescente habría subido y se había aproximado a la superficie, estimulado por fracturas ocurridas en la corteza terrestre. Como esas rupturas habrían sido muy bruscas y repentinas, la presión y a temperatura del manto se elevaron rápidamente, empujando y expulsando el magma que, distante de las zonas de calor intenso, alojado en la base de la corteza terrestre, se resfriaría y daría origen a las rocas.

Ese trabajo parece reforçar esas evidencias, pués gran parte del material analisado corresponde, en términos de edad, al momento de fragmentación del supercontinente Gondwana, cuando varias placas terrestres, hasta entonces reunidas, se estaban rompiendo y alejándose  incluyendo la porción oriental del Brasil y el litoral occidental del África. Equipos del Museo de historia Natural de Londres ya localizaron en países africanos como Angola y Namibia rocas magmáticas alcalinas con composiciones y edades semejantes a las del Brasil. Puede ser una evidencia más, pero no apenas de la remota unión territorial entre Brasil y África, sino también del origen de las rocas.

A pesar de su importancia, las rocas alcalinas representan cerca del 1% del total de las magmáticas del planeta. Quedan en segundo plano en relación a sus parientes más próximos y populares: los basaltos, con poco potasio y muchos silicatos, responsables por la formación de suelos fértiles conocidos como tierras violetas, y los granitos, ricos en cuarzo y mica, usados como piezas de revestimiento, en empedrados y en lápidas de cementerio.

Aunque que siendo una especie de prima pobre de los basaltos y de los granitos, las magmáticas alcalinas, especialmente las carbonatitos, presentan un alto potencial económico. En las regiones de Jacupiranga, en São Paulo, de Araxá y de Tapira, en Minas Gerais, y de Catalán, en Goiás, esas rocas aparecen asociadas al fosfato, muy usado en la industria de fertilizantes. Araxá, además las de reservas de fosfato, concentra el mayor yacimiento mundial de niobio, un metal bastante resistente y usado en la construcción de ligas para la industria de la aeronáutica y  la espacial.

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