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Memoria

Movido por pasiones

José Leite Lopes falleció a los 87 años dejando un vasto abanico de realizaciones

En 1986, a los 68 años, el físico José Leite Lopes recibió un homenaje en la Universidad Federal de Pernambuco, y al momento de agradecer hizo un discurso cuyo título resumía su vida y sus pasiones: “Pernambuco, ciencia y cultura”. Los amigos dicen que su estado natal era una referencia permanente. No le importaba en ello estar en Princeton, París, Ciudad de México o Río de Janeiro. La ciencia fue un amor a primera vista, cultivada desde siempre y ejercida al más alto nivel. La cultura fue consecuencia de una vida entre hombres y mujeres de espíritu, y algo que se empeñó en diseminar donde fuera que estuviera. Al morir a los 87 años, en la mañana del pasado 12 de junio en razón de una falencia múltiple de órganos, el físico dejó una obra científica consistente y un vasto abanico de realizaciones institucionales.

La carrera de Leite Lopes empezó a despuntar ya en la ciudad Recife donde nació, cuando cursaba la carrera de química industrial en la Escuela de Ingeniería de Pernambuco, donde se recibió en 1939. Influido por el profesor Luiz Freire, decidió estudiar física en la Facultad Nacional de Filosofía (FNFi) de la Universidad de Brasil, actual Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). En 1942, ya graduado, empezó a trabajar en el Instituto de Biofísica mediante una invitación de Carlos Chagas Filho. Pero fue sólo durante algunos meses, hasta trasladarse, con la ayuda del propio Chagas, al estimulante ambiente creado por el físico ucraniano naturalizado italiano Gleb Wataghin en São Paulo. En la Universidad de São Paulo (USP) se reunían talentos como Mario Schenberg, Marcello Damy de Souza Santos, César Lattes, Paulus Aulus Pompéia, Oscar Sala y Roberto Salmeron, entre tantos otros. “Todos venían a este ambiente creado por Wataghin. Vino Lattes y mucha gente, y se produjeron cosas nuevas”, le comentó a Pesquisa FAPESP en entrevista publicada en noviembre de 2000 (en la edición 59).

Lopes era hijo de José Ferreira Lopes y Beatriz Coelho Leite. El padre era propietario de un comercio de herrajes en Recife. La madre murió tres días después de su nacimiento, afectada por la gripe española, lo que hizo que Leite Lopes y sus hermanos Arlindo y Abelardo fueran criados por la abuela paterna, Claudina. Casi todas las carreras que hizo se las costeó con becas obtenidas en industrias y fundaciones de Brasil y del exterior -algo importante, dada la falta de recursos de la familia. En 1944, Lopes logró una más, en este caso, del gobierno estadounidense, y se fue a la Universidad de Princeton a concluir el posgrado que iniciara en la USP. Allí asistió a seminarios de algunos de los más grandes científicos de la época, como Albert Einstein, el matemático suizo Joseph Maria Jauch y el físico austríaco Wolfgang Pauli (Nobel de 1945), uno de los fundadores de la mecánica cuántica. Dos años después se doctoró con dirección de tesis del propio Pauli y, de regreso a Río, fue designado profesor de física teórica en la FNFi.

En ese período, Leite Lopes se desplazó al centro de la política científica brasileña -y allí se quedó durante varias décadas, sin abandonar por ello la investigación y la docencia. En 1947 y 1948, César Lattes adquirió notoriedad con sus descubrimientos sobre el mesón pi, realizados en colaboración con físicos de Inglaterra, Italia y Estados Unidos. Lattes pensaba en crear un centro de investigación en física en Río y contaba con el apoyo entusiasta de Lopes, amigo e interlocutor asiduo. En 1949 ambos ayudaron, con otros investigadores, a fundar el Centro Brasileño de Investigaciones Físicas (CBPF, sigla en portugués), con el auxilio de João Alberto Lins e Barros, uno de los líderes de la Revolución del -30 y en aquel momento ministro de Itamaraty. Participaron también en la articulación para la creación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), en 1951.

En los años siguientes, Lopes siguió trabajando y publicando. En 1953, con el influjo del artista plástico Adolfo Soares, empezó a pintar. Pese a no ser religioso, las catedrales e iglesias barrocas le fascinaban y están presentes en muchos de sus lienzos. En 1956 pasó una temporada en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), Estados Unidos, donde permaneció hasta 1957. En dicho período murió Carmita, su primera mujer, con quien tuvo dos hijos, José Sérgio y Sylvio Ricardo. Al año siguiente, ya en Brasil, publicó sus trabajos más importantes.

En la entrevista de 2000 a Pesquisa FAPESP, el científico explicó cuál entre sus  descubrimientos consideraba que era el más significativo: “Hice un trabajo en 1958 donde planteé una relación entre el bosón y el fotón, y a partir de allí una  igualdad entre la interacción débil y la constante electromagnética que es dada por la carga del electrón. Cuando formulé está hipótesis, obtuve el valor de la masa de los bosones w+ y w-, en el orden de las 60 masas del protón. Eso fue una novedad, y C. N. Yang [físico chino de la Universidad de Princeton, Nobel de 1957] no lo creyó. Yang creía que la masa del bosón sería apenas superior a la del protón. Planteé en el mismo trabajo la existencia de un bosón neutro, que actualmente se llama Z0 (z-cero), que se debía buscar en la interacción de los electrones con los neutrones”. Ese bosón neutro vaticinado por Lopes recién se descubrió en la década de 1980. “Pero poca gente había leído mi trabajo, aunque hubiera sido editado en Nuclear Physics, una publicación importante”, dijo Lopes.

Uno de sus ideales era la diseminación de una fuerte enseñanza de la física en América Latina. En 1959 fundó la Escuela Latinoamericana de Física con Marcos Moshinsky, de México, y Juan José Giambiagi, de Argentina, con actividades anuales rotativas en los tres países. También coordinó la comisión de consejeros invitados para estructurar la física en la futura Universidad de Brasilia, que empezaría a funcionar en 1962, aunque no haya trabajado allá. Con el golpe militar de 1964, Lopes aceptó la invitación para ser profesor visitante de la Facultad de Ciencias de Orsay, en París. Regresó en 1967 para organizar el nuevo Instituto de Física de la UFRJ. Pero la tranquilidad no duró mucho: en 1969 fue uno de los cesanteados por el Acto Institucional nº 5. Con su segunda mujer, Maria Laura, y su hija Ângela, partió rumbo a la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Estados Unidos. Durante los años siguientes dictó clases en la Universidad Louis Pasteur de Estrasburgo, Francia, en la Universidad Central de Venezuela y en México.

En 1974 se abolió una antigua ley que prohibía a los extranjeros convertirse en docentes titulares en universidades francesas. La nueva ley, firmada por el presidente Giscard d?Estaing meses antes del fin del contrato de Lopes como profesor asociado, hizo que la Universidad Louis Pasteur pidiera su ascenso a docente titular con contrato permanente. Ocupó la vicedirección del Centro de Investigaciones Nucleares, órgano del Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS, por su sigla original), donde se quedó hasta 1978. Recién regresó definitivamente a Brasil en 1986, invitado por el entonces ministro de Ciencia y Tecnología, Renato Archer, para dirigir la misma institución que ayudó a fundar, el CBPF.

Leite Lopes escribió 22 libros, más de 80 artículos científicos y un centenar de textos sobre educación y política científica. “La fuerza que él tenía para hacer política científica provenía de su capacidad como científico”, asevera Amélia Hamburger, investigadora del Instituto de Física de la USP con trabajos en historia de la ciencia. Amigo de Lopes durante 60 años, el también físico Roberto Salmeron pone de relieve la influencia ejercida por sobre la física brasileña. “Entre los físicos de mi generación fue uno de los que desempeñaron un papel sumamente importante, incuestionable, en el desarrollo de nuestra física, aún incipiente cuando iniciamos nuestras carreras”, declara.

De acuerdo con Salmeron, su influencia se hizo sentir en varios aspectos. Como profesor, dictaba excelentes cursos, y escribió buenos libros didácticos. “Algunos fueron los primeros sobre física moderna escritos en portugués”. Fue también un buen director de jóvenes en comienzo de carrera y un animador de programas de enseñanza e investigación. “Al comenzar las actividades del CBPF, tuvo un rol fundamental en la invitación a eminentes físicos extranjeros para pasar temporadas en Brasil y en el intercambio del instituto con físicos de otros estados brasileños”, comenta.

Otro amigo de Lopes, Francisco Caruso, investigador del CBPF y editor de José Leite Lopes, idéias y paixões (Editora CBPF, 1999), guardó una imagen más personal del físico. En un texto publicado en el diario Folha de S.Paulo, Caruso escribió: “Si lo tuviera que definir con un solo adjetivo, elegiría el de apasionado. Su pasión era trascendente; superaba en mucho las fronteras de la ciencia, esparciéndose por la educación, la cultura, el arte y, por qué no decirlo, por las mujeres y por la vida. Esa pasión siempre nutrió su intelecto vivaz y contagiante”.

Leite Lopes: el poliedro y el albatros
Amós Troper*

Leite Lopes es una  figura poliédrica, polfacética.

Físico teórico de los más brillantes de su generación, es también un gran profesor que a través de sus libros ha tenido influjo sobre toda una generación de científicos. Ha sido además a lo largo de su vida un agitador cultural y político, combatiendo el buen combate tendiente a la implantación de un ambiente de investigación científica en Brasil -la clave de su verdadera emancipación nacional.

Leite Lopes es un apóstol del hombre total concebido en el Iluminismo, interconectando el trabajo científico, político y artístico en una actividad coherente y unificada.

Su pintura no es un simples pendant de su actividad científica; antes más bien se constituye en una sociedad entre arte y ciencia que apunta a exaltar la civilización y la vida, clamando contra la “desespiritualización” moderna y la muerte.

La pintura de Leite Lopes tiene esencialmente dos leitmotiven -las jangadas y as catedrales que se interpenetran- que reflejan experiencias fundamentales de su vida: su infancia y adolescencia pasadas en Recife y su exilio en la madurez, en Estrasburgo.

En  sus trabajos abstractos, los colores vivos reflejan la luz firme de Recife, con lo cual se observa una furtiva remembranza de la fase parisina de su coterráneo Cícero Dias.

No ha de pensarse que sus cuadros se bastan al exhibir un colorismo fácil y superficial. En el crisol de la impaciencia y la desesperación, por el fracaso de la soñada Utopía, Leite Lopes forja otra Obra en que se insinúan maravillas y misterios del mundo de los vivos, vistos desde las alturas como por un albatros baudelaireano.

 

Amós Troper es investigador del CBPF. Este texto consta en el catálogo de la exposición Construção e desconstrução: o mundo cósmico de Leite Lopes, realizada en la Academia Brasileña de Ciencias, en Río de Janeiro, en 2003.

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