En marzo de este año, el investigador Carlos Edmundo Salas Bravo, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), tuvo acceso en Chile a una nueva prueba de que avanza por la senda correcta en sus investigaciones con la planta Carica candamarcensis , una especie de papayo nativo de la costa oeste de Sudamérica. Salas realizó un seguimiento de los resultados presentados por una pomada elaborada con el látex del pequeño papayo que cicatrizó la piel quemada de una paciente diabética chilena que había probado antes, infructuosamente, todos los tratamientos convencionales.
Salas, un chileno de nacimiento, comenzó a estudiar las propiedades cicatrizantes de la planta a finales de la década de 1980. Y desde entonces se le han ido sumamdo la investigadora Míriam Teresa Paz Lopes, también de la UFMG, y el farmacéutico chileno Abrahan Schnaiderman.
Los tres científicos presentaron en 2002 una solicitud de registro de patente en Estados Unidos para las propiedades terapéuticas de las sustancias existentes en el látex del papayo. Los principios activos de la planta están en algunas proteasas, un tipo de proteína que tiene la función de romper otras proteínas, con el objetivo de activarlas o desactivarlas, favoreciendo en esos casos los mecanismos de proliferación celular.
Este producto ha sido probado en animales. Ahora los investigadores esperan que alguna institución o empresa farmacéutica se interese en la patente y en efectuar los ensayos en seres humanos. Los estudios muestran que las sustancias encontradas en el látex del fruto del C. candamarcensis tienen potencial de cura para diferentes tipos de heridas cutáneas y pueden ser sumamente eficaces en las heridas crónicas o de difícil cicatrización, como aquéllas que son comunes en los portadores de diabetes; las escaras (heridas que aparecen aquellos pacientes que permanecen en cama o en la misma posición durante largos períodos) y las provocadas por quemaduras.
Lesiones gástricas
Las proteasas también fueron probadas en lesiones gástricas y demostraron mayor eficacia contra las úlceras que el Omeprazol y la Ranitidina, medicamentos utilizados en el tratamiento de este problema y en las gastritis. Para las heridas de la piel, los estudios se efectuaron en lauchas Hairless (sin pelos), y para las heridas gástricas, las pruebas se hicieron en ratones. En seres humanos las pruebas por ahora son aisladas, y se realizan únicamente en casos como el de la chilena que autorizó el uso de la sustancia en sus heridas.
El interés en el alto tenor de proteasas presentes en el látex de C. candamarcensis hizo que Salas, investigador con doctorado en Bioquímica, con títulos de las Universidades de Chile y de Michigan, Estados Unidos, iniciase sus estudios con el fruto en 1988. La presencia de esas sustancias en este tipo de papaya impide su consumo in natura , tal como se hace con nuestra papaya (Carica papaya ) y la vuelve indigesta si no se la cuece.
En la continuación de los estudios, en 1991, en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), Salas conoció a la biomédica Míriam Lopes, profesora del Laboratorio de Oncología Experimental que se abocaba a la época a la investigación en el área de desarrollo celular, en especial en la proliferación de células tumorales. Ambos terminar casándose y en 1992 se trasladaron a la UFMG, con sede en Belo Horizonte. Allí son profesores del Instituto de Ciencias Biológicas (ICB).
Con el desarrollo de los estudios con las proteasas, los investigadores empezaron a estudiar la acción del látex de la C. candamarcensis en heridas de animales, iniciando los ensayos en ratones. “Empezamos observando de qué manera las enzimas actuaban sobre as células de mamíferos, pues ya habíamos observado la coagulación que se produce en el fruto cuando éste sufre un daño”, comenta Míriam.
En alrededor de 50 ratones con heridas en la piel, los científicos observaron que fracciones de ese látex promovían la cicatrización e impulsaban la división celular en las regiones adyacentes, no afectadas por la herida, al margen de promover la limpieza del tejido lesionado. Los investigadores habían verificado en experimentos de laboratorio anteriores que las sustancias presentes en el látex favorecen la proliferación de fibroblastos (el tejido más profundo de la piel) y de células epiteliales (más superficiales), fundamentales en el proceso de cicatrización.
Míriam explica que el proceso de cicatrización de un herida se produce cuando el tejido afectado es reemplazado por otro. Esto parece sencillo, pero solamente las personas portadoras de heridas crónicas o de difícil cicatrización saben sobre el sacrificio al que son sometidas. Normalmente las sustancias cicatrizantes actúan en la limpieza de la herida, favoreciendo el trabajo de reproducción de nuevas células por parte del propio organismo, que no siempre logra hacerlo. “En el caso de la cicatrización con la proteasa de la C. candamarcensis , el proceso es más rápido que el convencional; pero lo más importante es la buena calidad de la reconstrucción del tejido lesionado”, dice.
Estudio toxicológico
La investigación se concretó prácticamente sin ningún apoyo financiero de parte de las agencias de fomento a la investigación científica. “Estamos llevando adelante este proyecto a la velocidad que podemos. En la fase inicial, entre 1994 y 1996, contamos con el apoyo financiero del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). Gran parte del proyecto se realizó con recursos existentes en los laboratorios de la UFMG”, explica Míriam. Además de Schnaiderman, el socio chileno, hay otro científico trabajando en España. El investigador Arturo Anadón, de la Universidad Complutense de Madrid, está realizando estudios toxicológicos en animales.
La expectativa en el sentido de producir el medicamento en Brasil tropieza ante la dificultad para cultivar la planta, que no es típica del clima brasileño. “La solución en este caso sería encontrar un microclima adecuado para el cultivo del papayo C. candamarcensis o producir la sustancia en laboratorio mediante clonación y la expresión de la proteasa en bacterias”, explica Míriam. Los investigadores están ahora a la expectativa de poder darle continuidad al trabajo, especialmente aquel referido a la realización de los ensayos clínicos en seres humanos. “Estamos abiertos a las negociaciones, incluso con laboratorios farmacéuticos; porque un medicamento con ese potencial seguramente tendrá una excelente aceptación en el mercado”, concluye Salas.
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