Las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos emitieron un informe de 311 páginas que plantea una apertura del debate sobre los impactos del acoso sexual a las mujeres en el ámbito científico al apuntar, simultáneamente, la dimensión del problema y la debilidad de las estrategias adoptadas para enfrentarlo, más allá de enumerar un conjunto de recomendaciones tendientes lograr una modificación de la cultura en las instituciones. El documento, resultado de dos años de trabajo de un comité integrado por 21 expertos, perfila tres tipos principales de acoso sexual en la academia.
El de mayor prevalencia es más bien de carácter moral que sexual. Se trata de lo que se denomina violencia de género, que se caracteriza por las hostilidades verbales y físicas padecidas por las alumnas, a las que se las trata como inferiores o incapaces. El informe tuvo en cuenta datos recabados en dos estudios que se efectuaron en 36 campus de las universidades de Texas y del estado de Pensilvania. Esas referencias revelan que el 25% de las estudiantes de ingeniería y el 50% de las de medicina refirieron que sufren permanentemente ofensas de índole sexista, en forma de bromas o insinuaciones acerca de que las mujeres no tendrían capacidad suficiente como para desempeñarse en el área científica. “Gran parte de ese acoso se traduce en hostilidad machista y comportamientos violentos. Y la literatura científica muestra que esas experiencias cotidianas pueden acarrear consecuencias personales y profesionales tan malas o peores que los abordajes sexuales indeseables”, dijo a la revista Science la antropóloga Kate Clancy, de la Universidad de Illinois, campus de Urbana-Champaign, una de las autoras del estudio.
También se detectaron los tipos clásicos de acoso sexual, pero su incidencia fue menor. Los coqueteos sexuales no deseados, que van desde piropos groseros hasta, eventualmente, intentos de violación, fueron relatados por hasta un 5% de las alumnas, mientras que los casos de coerción sexual, cuando un tratamiento favorable se encuentra condicionado a una contrapartida sexual, fueron mencionados por el 1% de las entrevistadas.
Buena parte de las universidades e institutos de investigación de Estados Unidos tienen políticas para desalentar el acoso, que suelen contemplar programas educativos y canales para la recepción de denuncias. Según el informe, esas estrategias han resultado poco eficaces para prevenir el problema, ya que no tienen en cuenta factores que incitan al silencio de las mujeres acosadas. “Tales políticas se basan en la suposición incorrecta de que las víctimas denunciarán inmediatamente el acoso sin preocuparse por ningún tipo de represalia”, dice el documento.
Con base en esa perspectiva, el documento enumera 14 recomendaciones, que, entre otras medidas, proponen reducir la exposición de las estudiantes a situaciones de acoso y generar mecanismos de protección para quienes las denuncian. Otro enfoque apela al compromiso de los directivos académicos para afrontar las causas y las consecuencias del problema, adoptando disposiciones tendientes a promover la equidad de género, estableciendo en forma clara cuáles son los comportamientos inaceptables y sancionando las faltas en forma transparente.
La difusión del informe puso en el tapete a las propias Academias Nacionales, que mantienen en sus cuadros a investigadores denunciados por acoso. Tal es el caso, por ejemplo, del astrónomo Geoff Marcy, quien renunció a su cargo en la Universidad de California en Berkeley bajo denuncias de acoso a alumnas entre 2001 y 2010, y el del neurocientífico Thomas Jessell, exonerado de la Universidad Columbia por perseguir a una alumna con quien había tenido una relación. En mayo, se elevó una petición a la Academia Nacional de Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés) –uno de los tres pilares de las Academias Nacionales–, solicitando la expulsión de dos miembros ya sancionados por sus universidades, aunque las normas de la institución no contemplaban su desafiliación. El consejo de la NAS anunció que someterá a votación una modificación del reglamento, que incluirá la posibilidad de expulsión.
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