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PREMIO

Para homenajear a la ingeniería

Un galardón británico reconoce las realizaciones más innovadoras de la ciencia aplicada y distingue a los creadores de la imagen digital

Todo ingeniero responsable de innovaciones disruptivas puede disputar un premio que, por la rigurosidad en la selección de los ganadores y la recompensa en dinero que ofrece, está visto como una especie de Nobel que se concede a las aplicaciones más importantes de la ciencia. Se trata del Queen Elizabeth Prize for Engineering (QEPrize), instituido a partir de 2013 por una fundación británica patrocinada por grandes corporaciones, entre las que figuran Siemens, BP, Toshiba y Sony, en colaboración con la Royal Academy of Engineering, del Reino Unido. La distinción, que ya va por su tercera edición y se entrega cada dos años, reconoció el 1º de febrero el aporte de cuatro investigadores del Reino Unido, Estados Unidos y Japón a la difusión y la popularización de las imágenes digitales, generando tecnologías que permitieron el acople de cámaras en dispositivos portátiles que posibilitan compartir más de 3 mil millones de fotos por día.

Los estadounidenses Eric Fossum y George Smith, el japonés Nobukazu Teranishi y el inglés Michael Tompsett se repartirán un premio de 1 millón de libras esterlinas, equivalente a 3,8 millones de reales, que les será entregado en el mes de junio en el marco de una ceremonia en el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la reina Elizabeth II y sede de la monarquía británica. El monto del QEPrize supera los 8 millones de coronas suecas (2,7 millones de reales) concedidos en cada categoría del Nobel y los 6 millones de coronas noruegas (2,2 millones de reales) del Premio Abel, uno de los más importantes de la matemática. Los ganadores también reciben un trofeo cuyo diseño cambia en cada edición del premio y es objeto de una competencia: estudiantes de varios países intervienen en un concurso de diseño y proponen estructuras en tres dimensiones elaboradas por computadora.

La elección de los ingenieros galardonados se realiza en base a sugerencias o indicaciones de nombres para el The Queen Elizabeth Prize for Engineering Foundation, la institución responsable del premio. Para garantizar que se tendrán en cuenta buenos candidatos, un comité de búsqueda compuesto por 16 investigadores y coordinado por Stephen Williamson, de la Universidad de Surrey, recaba nombres de científicos con un perfil adecuado para el premio en diversos lugares del mundo y foguea sus nominaciones, que se consignan en el sitio web de la fundación durante un período determinado y requieren del apoyo mediante dos cartas de recomendación de expertos en el área de investigación de aquél que se ha propuesto. El análisis de los candidatos lo efectúa un panel internacional integrado por 15 jueces.

Ese grupo, bajo el liderazgo de Christopher Snowden, vicecanciller de la Universidad de Southampton, reúne a ingenieros e investigadores desempeñándose en la universidad y en la iniciativa privada, como son los casos del informático John Hennessy, de la Universidad Stanford, el físico Brian Cox, docente de la Universidad de Manchester y presentador de programas de divulgación científica en la red BBC, Choon Fong Shih, rector de la Universidad Nacional de Singapur entre 2000 y 2008, la bioingeniera Viola Vogel, docente del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich, en Suiza, y el físico Carlos Henrique de Brito Cruz, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp) y director científico de la FAPESP, entre otros. Los jueces evalúan las postulaciones teniendo en cuenta tres preguntas: 1- ¿Cuál es la innovación disruptiva en ingeniería que los candidatos (el premio puede repartirse hasta en cinco investigadores) elaboraron?; 2- ¿En qué forma ese aporte benefició a la humanidad?; 3- ¿Hay alguien más que pueda reclamar un rol central en el desarrollo de dicha innovación? El resultado de esta evaluación configura una lista de nombres recomendados al consejo administrativo de la fundación, a quien le cabe definir a los premiados.

QEPrize Tompsett, Teranishi y Fossum, en la entrega del premio en reconocimiento a la popularización de las imágenes digitalesQEPrize

En su primera edición, en 2013, el QEPrize congració a cinco ingenieros por sus contribuciones al desarrollo de internet: Robert Kahn, Vint Cerf y Louis Pouzin, por la creación de dos protocolos que conformaron la arquitectura fundamental de internet, Tim Berners-Lee, por la creación de la World Wide Web, y Marc Andreessen, por el desarrollo, a comienzos de los años 1990, del Mosaic, el primer navegador utilizado por el sistema operativo Windows. En 2015, en la segunda edición del premio se le concedió el lauro a tan sólo un investigador, el químico Robert Langer, docente del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), creador de polímeros capaces de liberar en forma controlada en el organismo la sustancia activa de medicamentos. La técnica, que se emplea en fármacos contra el cáncer y enfermedades mentales, ya supuso un beneficio para 2 mil millones de personas.

En la tercera edición, la elección de la tecnología de los sensores de imágenes digitales quedó justificada por el impacto gigantesco que la misma produjo en el comportamiento de la sociedad. “Una fotografía es una forma de comunicación universal”, dijo Christopher Snowden, al anunciar a los galardonados. “Se la puede compartir en forma instantánea con cualquier persona en cualquier parte del mundo, no importa el idioma que se hable. Elegimos esta innovación como la ganadora del QEPrize porque la misma resume todo lo que el premio representa. Todo el mundo, especialmente los jóvenes, comprende la importancia de las imágenes. Es una innovación inspiradora”. No fue por casualidad la elección de un grupo de investigadores que, en el curso de más de 30 años, produjeron una cadena de innovaciones y trabajaron en forma conjunta. “En este proceso, el premio también destaca la importancia de la colaboración en la investigación científica para lograr excelencia en ingeniería”, declaró Carlos Henrique de Brito Cruz a la Agencia FAPESP. “Al congratular a las realizaciones de la ingeniería más innovadoras, el premio destaca a aquéllas que generan un enorme impacto intelectual y, simultáneamente, social y económico”.

Uno de los ganadores ya había recibido el Nobel de Física, en 2009. El estadounidense George Elwood Smith, de 86 años, fue premiado por el desarrollo, hacia el final de los años 1960, de un tipo de memoria electrónica en los Bell Laboratories, de Estados Unidos. Su trabajo, en colaboración con Willard Boyle (1924-2011), con quien compartió el Nobel, condujo a la creación de un sensor semiconductor para captar imágenes, el CCD (siglas en inglés de dispositivo acoplado de carga), que se utiliza en fotografía digital, producción de imágenes satelitales, equipos médico-hospitalarios y astronomía. En los años 1980, esta tecnología –concebida originalmente para la memoria de computadoras– fue perfeccionada por el físico Michael Francis Tompsett, un inglés radicado en Estados Unidos y director de la empresa fabricante de software TheraManager, que ideó y fabricó la primera cámara de video con un sensor CCD. En tanto, durante los años 1990, Nobukazu Teranishi, de la japonesa NEC, creó el fotodiodo fijo (PPD) que permitió reducir el tamaño del pixel –el menor punto que forma una imagen digital– y mejorar la calidad de la imagen. El sensor CMOS (siglas en inglés de semiconductor complementario de óxido metálico), concebido por Eric Fossum, en 1992, por entonces investigador de la agencia espacial estadounidense (Nasa), derivó en la fabricación de cámaras de menor tamaño, más baratas y con menor consumo de energía.

La creación del premio, en 2011, forma parte de una estrategia más amplia de la QEPrize Foundation para destacar el trabajo de los investigadores de la ingeniería e incentivar a los jóvenes a seguir esa carrera. “Es importante que reconozcamos a los ingenieros que cambiaron nuestro mundo”, le dijo Edmund Browne a la revista The Manufacturer, quien fuera director ejecutivo  de la multinacional de petróleo y gas BP y que actualmente es presidente del consejo administrativo de la fundación. Parte de esa estrategia fue la creación de una red de embajadores del premio, integrada por jóvenes ingenieros encargados de difundir los objetivos del premio entre docentes, estudiantes, políticos y periodistas, divulgando la labor que realizan y la importancia de la profesión de ingeniero. La fundación también elabora informes sobre la actualidad de la formación de ingenieros y de la investigación en ingeniería en el Reino Unido y en otros países. Uno de esos documentos, divulgado en 2015, reveló que el interés de los jóvenes de 16 y 17 años por la ingeniería es mayor en los países en vías de desarrollo, tales como la India (el 80% de los que respondieron), Turquía (el 78%), Sudáfrica (el 69%), China (el 68%) y Brasil (el 57%), que en los países desarrollados, como por ejemplo Alemania (un 50%), Japón (un 39%), Estados Unidos (un 30%) y el Reino Unido (un 20%). Los jóvenes respondieron un cuestionario vía internet. Como contrapartida, los entrevistados de los países emergentes relataron la existencia de mayores dificultades para ingresar a la carrera y para garantizar la financiación educativa que la que informan aquéllos pertenecientes a naciones desarrolladas.

La perspectiva de escasez de ingenieros calificados preocupa a las grandes empresas que financian el premio. “La falta de profesionales ya resulta evidente en algunas áreas, tales como la de ingeniería electrónica y de software, que se convertirán en un gran problema en los próximos 10 años”, dijo Jurgen Maier, director ejecutivo de Siemens en el Reino Unido, en el marco de una entrevista para el sitio web de la QEPrize. Otra investigación encomendada por la fundación detectó un problema de género que afecta a la ingeniería en el Reino Unido. Si bien el país requiere que se reciban 1 millón de nuevos ingenieros para 2020, el estudio constató que los padres de las chicas cuyas edades van de los 5 a los 18 años aún se inclinan por incentivar en sus hijas la elección de otras carreras, en lugar de la ingeniería. Un total del 73% de las madres y padres refirió que consideran que otras disciplinas ofrecen mejores oportunidades de carrera para las niñas.

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