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Ciencia

Peligro en la mesa

Un helecho consumido en el estado de Minas Gerais favorece la reproducción de un virus vinculado a la aparición de tumores

eduardo cesar Pteridium aquilinum: un alimento de la población pobre vinculado a anomalías cromosómicaseduardo cesar

Probablemente los habitantes de Minas Gerais pensarán dos veces antes de saborear un pollo con helechos, plato muy común entre la gente más pobre de la región de Ouro Preto. El motivo de ello son los resultados de los estudios realizados por investigadores del referido estado y de São Paulo, que descubrieron que el helecho macho (Pteridium aquilinum), conocido también como helecho alambre o ‘samambaia-das-taperas’ (en Brasil) favorece la proliferación del papilomavirus humano (HPV), causante de problemas benignos, como las verrugas, u otros mucho más graves, como los tumores de mama, vejiga y aparato digestivo.

Y, con mayor frecuencia, el HPV está asociado al cáncer del cuello del útero, que por sí solo representa el 10% de los casos de tumores malignos en mujeres en Brasil. En el mundo es la Segunda causa de cáncer, detrás únicamente del cáncer de mama. Los investigadores examinaron dos grupos de habitantes de Ouro Preto y constataron que hombres y mujeres que consumían este helecho regularmente (hasta dos veces por día), en comparación con personas que no lo comían, presentaban un 30% más de anomalías cromosómicas, lo que aumenta la predisposición a contraer cáncer.

No obstante, no todas las personas infectadas con el virus obligatoriamente desarrollarán las enfermedades: el HPV requiere de otros elementos, los llamados cofactores, que facilitan su acción. Hasta hace poco, no había ningún alimento entre los principales cofactores – tabaquismo, alcohol, drogas y píldoras anticonceptivas y el número de compañeros sexuales. Las investigaciones coordenadas por Willy Beçak, director científico del Instituto Butantan de São Paulo, demuestran que el Pteridium puede ser un poderoso cofactor, que allana el camino para la acción del HPV y la formación de tumores.

“En el organismo humano, al margen de causar anomalías cromosómicas, el helecho actúa como inmunosupresor, disminuyendo la capacidad de resistencia del sistema de defensa”, dice Beçak. No existe consenso acerca de cuál compuesto químico del helecho actúa como inmusupresor, pero ya se da como un hecho que el HPV no debe ser el único virus cuya acción puede ser potencializada.

Hasta ahora, se sabe también que en los seres humanos, el contacto sexual es la única vía de contagio de las formas malignas del virus. Pero los estudios realizados por los equipos del Butantan y de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en asociación con la Universidad de Oslo, Noruega, sugieren otra posibilidad: el HPV puede transmitirse también por vía sanguínea. Investigaciones inicialmente realizadas con bovinos mostraron que el BPV (papilomavirus bovino, que presenta una estructura molecular básica similar a la del HPV) se aloja en los linfocitos – células de sangre que integran el sistema de defensa – como un espacio en el cual permanece latente antes de esparcirse por el cuerpo y ayudar a desencadenar el proceso de formación de tumores.

Los investigadores recogieron aquello que creen que sean las primeras evidencias de que idéntico proceso pudiera ocurrir con seres humanos. Ellos mismos insisten: por ahora, es un fuerte indicador que llama la atención, porque transformaría el combate contra la enfermedad en un problema más complejo. “Los experimentos de comprobación son fundamentales”, subraya Rita de Cássia Stocco dos Santos, investigadora del Butantan que participa del trabajo. “En caso de que esa hipótesis se confirme, la transmisión del HPV podrá equipararse a la del VIH, el virus del Sida”.

Charles Lindsey, del Departamento de Biofísica de la Unifesp y colaborador del proyecto, recabó un indicio que refuerza la hipótesis. En un estudio paralelo, con 30 mujeres tratadas por estar infectadas con el HPV, 29 tenían el virus en la sangre. Quedó claro también que el virus altera el material genético: dos mujeres del grupo presentaban por lo menos diez veces más anomalías cromosómicas que lo normal. “Observamos cromosomas completamente pulverizados”, dice Lindsey. La situación que se perfila puede ser grave, pues los test realizados en donaciones o transfusiones de sangre contemplan el Sida, la hepatitis, la sífilis y la enfermedad de Chagas, pero no analizan la presencia del HPV. “El sistema público de salud aún no está preparado para combatir esta nueva forma de transmisión del virus, si ésta se confirma”, dice Beçak.

La búsqueda de la relación del HPV con diversos tipos de cáncer comenzó en los años 80 a partir de estudios realizados en otros países que relacionaban el consumo del helecho con la mayor incidencia de tumores de vejiga y del aparato digestivo en bovinos. A partir de entonces, el equipo del Butantan, en asociación con la Unifesp y la Universidad Federal de Ouro Preto (Ufop), resolvió verificar si la situación también valía para los seres humanos. Pero tuvieron que contar con la suerte y encontrar gente que consumiera esa planta.

Y lo lograron. En Ouro Preto, el Pteridium es consumido por la población pobre en forma de rehogados, con carnes o también en tés. Pero no es un hábito exclusivo de los habitantes de Minas Gerais. Los japoneses también consumen helechos. En tanto, se sabe que en Venezuela y Escocia forman parte de la alimentación de los bovinos. Según Rita, investigadores venezolanos encontraron resquicios de helechos en la leche de las vacas, en una región en la cual la incidencia de cáncer de estómago en humanos era más alta que lo normal.

Uno de los méritos del grupo del Butantan fue crear el modelo experimental en bovinos e intentar entender el efecto del helecho a los seres humanos. En Ouro Preto, los investigadores estudiaron a 40 habitantes: la mitad de éstos consumía el helecho y la otra mitad no. El análisis citogenético, que evalúa el número de cromosomas, las mutaciones y roturas del material genético, demostró que en el primer grupo la frecuencia de anomalías y alteraciones era alrededor de un 30% mayor. Por eso un equipo de la Ufop, en asociación con la Secretaría Municipal de Salud, orienta a los habitantes de Ouro Preto sobre los males causados por el Pteridium, en un intento por modificar los hábitos alimentarios.

Una vez establecida la relación entre el helecho y el HPV, los investigadores se dedican ahora a la etapa más difícil: analizar las nuevas formas de transmisión del virus. La observación de los rebaños bovinos suscitó una duda: ¿cómo puede ser que animales que no sehabían apareado pudieran haberse contaminado con el BPV? Las heridas, en las cuales los animales se rascan refregándose unos contra otros, y el uso compartido de jeringas para aplicar vacunas, llamaron la atención y arrojaron las sospechas sobre la sangre. Al final de los años 90, los equipos confirmaron la presencia del BPV en linfocitos de bovinos y sugirieron la posibilidad de transmisión por la sangre en un artículo publicado en 1998 en el Journal of General Virology.

Un año antes, al divulgar los resultados iniciales en una conferencia internacional sobre papilomavirus realizada en Siena, Italia, los brasileños fueron consultados por investigadores de la Universidad de Oslo, que buscaban ayuda para solucionar un problema: 56 pacientes atendidas en el hospital de la universidad tenían cáncer en el cuello de útero, tras haberse curado completamente de tumores de mama cinco años antes. En ninguno de los casos hubo metástasis – el esparcimiento del tumor por otros tejidos -, pero el cáncer reapareció en otras partes del cuerpo. El equipo del Butantan analizó muestras de sangre de las mujeres y constató la presencia del HPV en los linfocitos. Entre los más de 100 tipos de virus, los que más infectaban a las pacientes eran el HPV-16 y el HPV-18, vinculados a tumores de mama y cuello de útero.

“La sangre actuaba como un medio de transporte del HPV hacia otras partes del cuerpo. Cuando el virus encontró las condiciones ideales, generó un nuevo tipo de cáncer, incluso después de un cierto tiempo”, afirma Beçak. “Es la primera evidencia de que, en los seres humanos, la situación es similar a la observada en animales”. Para Lindsey, los resultados, pese a ser preliminares, llevan a una revisión del conocimiento médico sobre el virus y pueden generar beneficios concretos para la sociedad: “El test que indica la presencia del HPV en los linfocitos podrá hacer más fácil y menos invasivo el diagnóstico de tumores en caso de que éste sea incorporado a los análisis de rutina”.

Los investigadores admiten la necesidad de reunir más evidencias que confirmen la transmisión a través de la sangre, incluso porque en los seres humanos, los estudios son más complicados que en animales. A decir verdad, la confirmación de dicha tesis solamente se dará cuando se reúnan varias evidencias que garanticen la validez de los resultados experimentales. No fue por casualidad que la comunidad científica internacional recibió con incredulidad los resultados de esta investigación, presentados en 2000 en la Conferencia Internacional de Papilomavirus, en España.

Los investigadores pretenden ampliar los estudios llevados a cabo en Ouro Preto y estudiar a las gestantes que comen ese helecho, a fin de saber si producen alteraciones cromosómicas en los bebés. Esta propuesta permitirá efectuar el cruzamiento de los datos obtenidos por los dos estudios – el del Pteridium y el de la sangre -, y si la hipótesis de la transferencia se confirma, será un indicio más de que la transmisión del HPV en humanos puede producirse por vía sanguínea, ya que la comunicación de la madre con el bebé se da a través de la placenta. Ellos también consideran estudios de grupos de la Universidad de Baltimore (Estados Unidos), de la Universidad de Ginebra (Suiza) y de la Universidad de Tailandia, que discuten la posibilidad de que el ADN del virus sea transportado a través del plasma sanguíneo (y no por la vía de los linfocitos).

Internacionalmente este esfuerzo converge hacia la producción de una vacuna capaz de combatir el HPV. En Brasil, el proyecto de llegar a dos vacunas de ADN de HPV, una preventiva y otra terapéutica, reúne a los equipos del Butantan, dela Universidad de São Paulo (USP), de la Unifesp y del Instituto Ludwig de Investigaciones sobre el Cáncer, en colaboración con la Universidad de Glasgow, Escocia, mientras que otros grupos, principalmente de Estados Unidos, trabajan con la vacuna de antígenos, que estimula la producción de anticuerpos.

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