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Homenaje

Pionerismo incesante

Con independencia y audacia, Ricardo Brentani promovió la biología molecular y apuntaló la investigación sobre el cáncer en Brasil

EDUARDO CESAR“Brentani lograba que las mujeres se sintieran cómodas en el trabajo. Decía: ‘Prefiero trabajar con mujeres más que con varones. Las mujeres trabajan con más cuidado y responsabilidad. Soy un entusiasta incondicional de las mujeres'”, comenta Luisa Villa, sucesora del médico Ricardo Renzo Brentani en el Instituto Ludwig de Investigaciones sobre el Cáncer, que él dirigió entre 1985 y 2005.

Brentani, quien falleció como consecuencia de un infarto el día 29 de noviembre, a los 74 años de edad, fue conocido por su mentalidad independiente. No se amilanaba ante el machismo ni la formalidad, que predominan en los espacios académicos. Con una personalidad extrovertida, hábil para realizar comentarios insólitos, incisivos y risueños, objetivo y a su manera también afectuoso con sus equipos, fue un científico de una amplia visión, destacándose como pionero en biología molecular, a partir de los años 1970, y en la investigación en genética del cáncer, hacia finales de los años 1990, mediante el proyecto Genoma Humano del Cáncer, financiado por la FAPESP y por el Instituto Ludwig.

Pero no se conformaba solamente con su trabajo en el laboratorio o en el salón de clases, produciendo o promoviendo nuevas ideas, que resultaron en alrededor de 200 artículos científicos, muchos de ellos publicados en las más prestigiosas revistas científicas, durante el transcurso de 50 años de trabajo. Como pocos, fue también un gestor de voz firme, como presidente de la Fundación Antônio Prudente, que mantiene al Hospital A.C. Camargo, coordinador del Centro Antônio Prudente para la Investigación y el Tratamiento del Cáncer, uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid), apoyados por la FAPESP, y director presidente del Consejo Técnico Administrativo (CTA) de la FAPESP, desde diciembre de 2004 hasta su muerte.

El Hospital del Cáncer, bajo su dirección desde 1990, se convirtió en un centro de referencia internacional en investigación, enseñanza y asistencia en cáncer. Incluso comentó, en 2007, al recibir el Premio Conrado Wessel de Ciencias, uno de los varios que obtuvo: “Yo creía que el hospital debía ser algo más que un mero hospital. Debía ser un centro de enseñanza e investigación. En 1996 acreditamos un posgrado en el MEC (Ministerio de Educación). Se trata del único hospital privado que cuenta con un posgrado en el área acreditado en el MEC. La primera evaluación, recibió un 4, la segunda, 6 y la tercera, 7, la nota máxima. Fue uno de los dos con 7 en el área médica. Esa visión del hospital, como centro de investigación y enseñanza, constituyó la solución del mismo para sus problemas financieros. Actualmente es un hospital con sus finanzas saneadas”.

“Brentani logró levantar a una institución que no funcionaba, el Hospital del Cáncer”, comenta Isaias Raw, presidente del consejo científico y técnico de la Fundación Butantan y director científico del Centro de Biotecnología del Instituto Butantan, quien  fuera uno de sus profesores en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP). Raw destaca que no puede lograr mantenerse una institución tal como un hospital “si no se conoce de ciencia básica y si no se cuenta con un enfoque de administrador”. La idea de los administradores genéricos, capaces de dirigir con eficiencia negocios tan dispares como un banco y un supermercado, constituye, a su juicio, “una tontería”.

Ricardo Brentani nació en 1937 en Trieste, Italia, arribando de niño a Brasil – su padre, Segismundo, era un industrial, y su madre, Gerda, artista plástica – y más tarde se naturalizó. Estudió en el Instituto Mackenzie antes de ingresar en medicina en la USP. “Fue un estudiante que, desde sus comienzos, mostró talento para la investigación. Trabajó conmigo desde el primer año de la facultad. Me pedía que lo guiara, pero nunca lo hice”, comenta Raw, quien fue su director de tesis doctoral. En el laboratorio de Raw, ya trabajaba Maria Mitzi, su futura esposa y colaboradora científica (cumplieron 50 años de casados en abril, y tuvieron cuatro hijos: Hugo, Helena, Alexandra y Barbara, y 10 nietos; y firmaron juntos varios artículos).

Raw recuerda cuando Brentani verificó que el nucléolo, un compartimiento de las células, era importante para la producción de ARN mensajero. Brentani ingresó en la oficina de Raw. Fritz Lipmann, un bioquímico alemán que había ganado el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1953, estaba allí, observó los datos y manifestó que eran correctos. “Pasaron más de 15 años hasta que se reconoció la importancia del nucléolo para la síntesis del ARN mensajero, que en esa época ni siquiera tenía nombre”, comenta Raw, a sus 84 años.

Michel Pinkus Rabinovitch, ex profesor de la Facultad de medicina de la USP y actualmente profesor colaborador de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), también recuerda cómo el joven estudiante demostraba una mentalidad independiente: “No consultaba antes de hacer algo”. En 1954 Rabinovitch regresó, luego de una temporada en Estados Unidos, y comenzó a formar su equipo con estudiantes de medicina intelectualmente inquietos, como eran Nelson Fausto, Thomas Maack, Sérgio Henrique Ferreira y Ricardo Brentani, quien se integró al grupo algo más tarde que los otros.

“Nunca formé a otros como esos chicos, ni en Francia ni en Estados Unidos”, cuenta Rabinovitch, a sus 85 años. “Aquello era una hoguera intelectual”. Entre 1960 y 1961, un año antes de finalizar la carrera de medicina en la USP, Brentani firmó junto al profesor y sus colegas los primeros dos artículos científicos, ambos para la revista Journal of Biophysical and Biochemical Cytology. “Fue una época maravillosa, pero desgraciadamente la dictadura acabó con todo”.

ARCHIVO DE LA FAMILIAEstilo de galán, junto a su esposa, durante un evento científico en los años 1970ARCHIVO DE LA FAMILIA

La convivencia incluía largas charlas regadas con cerveza en el bar Riviera, en la esquina de las avenidas Paulista y Consolação, uno de los lugares donde se reunía la intelectualidad paulistana durante los años 1960 y 1970. “Éramos como una familia”, dice Rabinovitch, quien a veces incluso conocía a los padres de los estudiantes. En aquella época, recuerda, apareció un libro del filósofo de la ciencia Karl Raimund Popper. El joven Ricardo Brentani, entonces con algo más de 20 años, leyó el libro y algo no le gustó. Aunque tampoco se quedó en ello, y resolvió actuar, sin avisarle a nadie, claro.

“Le escribió a Popper, quien le respondió, tratándolo como si también fuese un filósofo”, comenta Rabinovitch, quien estuvo cerca del audaz estudiante que debatió con Popper. “Ricardo contaba con un buen nivel educativo y era extremadamente inteligente”. Quien convivió con él, lo vio alentar a los más jóvenes a no retroceder frente a personalidades o ante quien pareciera superior. Su razonamiento era sencillo: si él se carteó con Popper en una época en la que no existían siquiera las computadoras, ¿por qué los jóvenes doctores deberían vacilar en abordar a un ganador del Premio Nobel que se encontrara allí, a pocos metros? Brentani lograba que los integrantes de sus equipos rápidamente reconocieran y superaran sus propios temores.

Los pupilos de Rabinovitch sobresalieron. Nelson Fausto se estableció como profesor e investigador en la Universidad de Washington, Estados Unidos; Maack, quien tuvo que abandonar Brasil en 1954, hizo carrera en la Universidad Cornell; y Sérgio Henrique Ferreira, como profesor en la Facultad de Medicina de la USP de Ribeirão Preto y uno de los principales investigadores en farmacología de Brasil.

Deporte y ciencia
A Brentani también le gustaban los deportes. Competía por la facultad en el equipo de polo acuático, corría en la playa y disfrutaba el fútbol (era hincha del Santos). Fue profesor de la FMUSP hasta 2007, cuando debió retirarse, al cumplir 70 años. Tal como lo hicieran sus ex profesores, formó investigadores que se destacaron como líderes en grupos de investigación sobre el cáncer, tales como Roger Chamas, en la FMUSP, y Luiza Villa y Emmanuel Dias-Neto en el Hospital del Cáncer.

Brentani lanzó nuevas líneas de investigación, al demostrar, por ejemplo, la función usual de un tipo de proteína, el prión, del cual él sospechaba que no solamente provocaba enfermedades. El Centro Internacional de Investigación y Enseñanza (Cipe) en Oncología del Hospital A.C. Camargo, que él ayudó a crear, comenzó a funcionar en 2010. “Nunca rehuía la lucha”, reitera Erasmo Magalhães Castro de Tolosa, profesor emérito de la FMUSP que convivió con Brentani desde sus tiempos de estudiantes de medicina.

Carlos Vogt conoció a Brentani en el Consejo Superior de la FAPESP, del cual el médico ya era miembro y el lingüista recién ingresaba. “De entrada me percaté del carácter de su actuación apasionada y crítica, por sus comentarios, sus evaluaciones, por su discernimiento y énfasis constante, al adoptar una posición, en las razones institucionales y académicas por sobre cualesquiera otras razones”, comenta Vogt, nombrado al año siguiente para presidir la Fundación.

En 2004, sucediendo al entonces recién fallecido Francisco Romeu Landi, Brentani asumió como director presidente del Consejo Técnico-Administrativo (CTA). Celso Lafer, presidente de la FAPESP, comentó de Ricardo Brentani: “Con su fuerte personalidad y aguda inteligencia, contribuyó con un inestimable aporte a la elevación del estándar de calidad de la FAPESP. Su ausencia será sentida por todos nosotros, sus compañeros y colegas en el trabajo”.

“Brentani fue un colega valioso en el directorio de la FAPESP”, comentó Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico. “Siendo un científico del más alto calibre, siempre contaba con un enfoque académico riguroso y estimulante para todas las discusiones. Su falta se sentirá, tanto como administrador, como en su rol de científico”.

Joaquim José de Camargo Engler, director administrativo de la FAPESP, comentó: “El profesor Brentani fue un gran amigo y compañero. Conviví con él, tanto en la Universidad de São Paulo como, con mayor proximidad y afinidad, en la FAPESP, desde el momento en que se convirtió en consejero y, en forma más frecuente, desde que pasó a integrar, como director presidente el Consejo Técnico-Administrativo de la Fundación. Poseía una inteligencia privilegiada, un razonamiento muy rápido y era un amigo incondicional”.

El día 29, Brentani asistió a una presentación, en el hospital, realizada por Renata Pasqualini y Wadih Arap, dos de sus ex alumnos, quienes desarrollaron una nueva estrategia para combatir el cáncer en el MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas (lea el reportaje en la página 54). Luego pasó la tarde conversando con ellos y con Diana Noronha Nunes y Emanuel Dias-Neto, investigadores del Hospital del Cáncer A.C. Camargo. “Fue una tarde en la que lo vi especialmente contento. Sonrisas, carcajadas, planes y muchos sueños. Estaba contento con el arribo de nuestro futuro director de investigaciones, con el funcionamiento del hospital, con la marcha de las investigaciones”, apuntó Dias-Neto. “No recuerdo ningún tema desagradable o que empañase su alegría. Al final de nuestra reunión comenzó a llover. Nos despedimos y alrededor de dos horas después supe que la lluvia perduraría por mucho tiempo”.

* Participaron Fabrício Marques (edición de la entrevista) y Jussara Greco (producción de fotos)

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