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Necrológicas

Políticas para el futuro

Estudioso de las abejas, Paulo Nogueira-Neto fue el principal propulsor de la legislación ambiental brasileña

El biólogo en el jardín de su casa en São Paulo (2004): una intervención decisiva para la creación de reservas ecológicas

Eduardo Cesar

El biólogo Paulo Nogueira-Neto fue responsable de la creación de 26 reservas, estaciones ecológicas y otras unidades dedicadas a la protección del medio ambiente en Brasil. Fue profesor titular y uno de los fundadores del Departamento de Ecología del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP). Entre 1974 y 1986 fue el primer titular de la Secretaría Especial del Medio Ambiente (Sema), un cargo equivalente al actual ministerio del área. Miembro de la comisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre ecología y considerado como el padre de la política ambiental brasileña, Nogueira-Neto falleció debido a una falla multiorgánica el 25 de febrero, en su ciudad natal, São Paulo, a los 96 años de edad.

Su interés ambiental se despertó de lo que observaba por la ventana de un avión. La bióloga Vera Imperatriz Fonseca, del Instituto Tecnológico Vale, relata que entre 1937 y 1943, Nogueira-Neto viajaba hacia Argentina para visitar a su padre en el exilio, el diputado federal Paulo Nogueira Filho. Desde allá arriba, él observaba con preocupación que los bosques de araucarias que cubrían São Paulo y los estados de la región sur, que se extendían por una superficie de 100 mil kilómetros cuadrados, cedían espacio a espacios vacíos promovidos por la tala para la fabricación de muebles. Por entonces él era un joven estudiante de la Facultad de Derecho del Largo de São Francisco, en la cual se recibió en 1945, graduándose también en historia natural en la USP, en 1959.

En 1972, Vera Fonseca fue contratada como docente por el Departamento de Zoología del IB-USP y a partir de 1974 asumió la cátedra del profesor en la institución, cuando a él lo invitaron a hacerse cargo de la recién creada Sema, dependiente del Ministerio del Interior. Según la bióloga, el interés por la conservación ambiental surgió por la pasión de Nogueira-Neto por las abejas, tema de investigación que ambos compartían y en el cual se convirtió en un experto de renombre. En 1963, defendió su tesis doctoral sobre la arquitectura de los panales de las abejas nativas sin aguijón (meliponinos).

“Él comenzó a interesarse por las abejas ya cuando era alumno de la carrera de Derecho, cuando conoció la finca de su suegro, el padre de Lúcia Ribeiro do Valle, la madre de sus tres hijos, que falleció en 1995. Allá había panales de abejas angelita, también conocidas como yatei [Tetragonisca angustula]”, relata Fonseca. “Se quedó fascinado con esos insectos, pero descubrió que sabía muy poco acerca de ellos y cómo garantizar su existencia, comenzando a interesarse no solo por la cría de esas abejas, sino también por el ambiente en el que vivían”. Por entonces, según cuenta la bióloga, su interés por las áreas naturales y su biodiversidad cobró un sentido más amplio, abarcando toda forma de vida implicada.

La preocupación que él tenía por la devastación no era una exageración: en la actualidad solo queda un 2% de las selvas de araucaria divisadas desde las alturas por Nogueira-Neto en las décadas de 1930 a 1940. El biólogo le dedicó buena parte de su vida a evitar que esa misma situación se repitiera en la Amazonia y otros biomas brasileños.

“Abrirse camino en las selvas era motivo de orgullo, una señal de progreso. La propia capital brasileña se construyó sobre el Cerrado [la ecorregión de sabana tropical brasileña] en la década de 1950”, dice el biólogo Marcos Buckeridge, director del IB-USP. “En aquella época, la ética que guiaba el emprendimiento gubernamental era que el progreso humano tenía tan alto valor que no necesitaba detenerse a pensar en el resto de los seres vivos o en otros elementos del ambiente”.

La labor de Nogueira-Neto fue en contra de esa lógica. “Él creó o participó en la creación de diversos organismos del gobierno responsables de la conservación de la biodiversidad, tomando parte en congresos internacionales relacionados con temas tales como el cambio climático, bioenergía y otras cuestiones pertinentes al ambientalismo, ya desde la década de 1980”. Es importante recordar, resalta Buckeridge, que la mayor parte de su actividad la realizó bajo un gobierno militar (1964-1985). “Eso no le impidió ser uno de los artífices de la configuración y de la forma en que el gobierno brasileño lidia con los asuntos ambientales”, dice.

El físico José Goldemberg, secretario de Medio Ambiente en 1992 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y el Desarrollo, que se hizo conocida como la Cumbre de la Tierra – Río ‘92, corrobora la apreciación de Buckeridge. “En pleno régimen militar, Nogueira-Neto fue lo suficientemente hábil y audaz como para introducir una legislación ambiental que ya para esa época era moderna en Brasil”, recuerda Goldemberg. “Fue lo que dio origen a toda la legislación brasileña en esa área, un hito extraordinario. Se trata de un legado incomparable, que se suma al hecho de que Nogueira-Neto fue el gran responsable de la creación de zonas protegidas en la Amazonia”. Su intervención resultó decisiva para la creación de reservas y estaciones ecológicas para proteger alrededor de 3,2 millones de hectáreas de bosques de vegetación nativa.

Nogueira-Neto y Goldemberg eran colegas desde la década de 1970, como docentes de la USP, y comenzaron una colaboración años más tarde, al comienzo de la década de 1980, cuando el ambientalista integró la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo, la Comisión Brundtland, de la ONU. Con la presidencia de la entonces primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, los 23 miembros de la comisión –en la cual el biólogo era el único brasileño y uno de los dos latinoamericanos– tenían la misión de estudiar la interfaz entre economía y medio ambiente, visitando un país diferente cada tres meses, donde realizaban audiencias públicas sobre el tema. El documento “Nuestro Futuro Común”, uno de los legados de la Comisión Brundtland, dio origen a la Río ’92.

En la década de 1980, Nogueira-Neto también contribuyó para que la ONU adoptara el concepto de desarrollo sostenible. En 1984, él fue uno de los fundadores del Consejo Nacional de Medio Ambiente (Conama); creó la Asociación de Defensa del Medio Ambiente (Ademasp), la entidad más antigua de defensa del medio ambiente del país, en 1954; e integró y presidió varias otras entidades gubernamentales, tales como la Fundación Forestal, y no gubernamentales, tal el caso de SOS Mata Atlântica y WWF Brasil. Fue autor de nueve libros sobre animales, medio ambiente y su propia trayectoria intelectual.

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