EDUARDO CESARSe trata de un enemigo involuntario – y generalmente desestimado – para la preservación ambiental: el perro. Cuando son muchos y viven sueltos, pueden causar un gran estrago en áreas verdes que deberían protegerse. Los biólogos Patrícia Torres y Paulo Inácio Prado, de la Universidad de São Paulo, quedaron asombrados, ante un estudio de campo, en el que identificaron un alto número de canes sueltos, en promedio, 6,2 animales por kilómetro cuadrado, viviendo en las cercanías – y muchas veces en el interior – de remanentes boscosos de São Luiz do Paraitinga, en el interior paulista. Había entre 92 y 102 animales en cada área del estudio (Brazilian Journal of Biology, noviembre de 2010). Los perros son actualmente los carnívoros más abundantes en el Bosque Atlántico. Ingresando en los bosques que subsisten en medio de las pasturas y plantaciones, ellos cazan animales silvestres y pueden transmitirles enfermedades, y agravar así el efecto de borde, pérdida de la vegetación y de los animales cerca de los límites de los fragmentos boscosos. Los biólogos notaron que la mayoría de los canes tiene dueño. El próximo paso consiste en convencerlos de no dejar a los animales tan sueltos.
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